[ARTICULITO 0-I] – ¿Un cuento sobre la economía? Parte I

Quizá el arma de destrucción masiva más efectiva o eficiente, que existe actualmente es la economía. A lo largo de la colección que hemos llamado “Articulitos”, colección incompleta por cierto, hemos intentado en un lenguaje claro y cotidiano, tomando imágenes de la vida concreta, exponer los elementos esenciales del funcionamiento de dicha arma. El asunto es que esos elementos que llamamos esenciales son los que definen no solo eso que fácil y fatalmente llamamos “economía”, sino más allá aun, a la vida misma, toda lo que ella realmente es, y determina no solo la sobrevivencia del ser, sino más aún la coherente relación entre el ser y el hacer, es decir eso que en lenguaje coloquial referimos como “felicidad”.  

Por esa razón, algunos años después de que la serie “Articulitos” fue iniciada, es que decidimos escribir esta introducción, lo que vendría siendo hoy el Articulito 0, donde se intentará desde tres premisas y una cierta consecuencia, mostrar en una visión de conjunto los elementos base de toda esta discusión. Es probable que resulte un poco largo, pero se intentará, en lo posible, desarrollarlo conservando el estilo utilizado hasta ahora. Realmente ya habíamos intentado al inicio de este lío una introducción, que apenas tenía intensiones motivadoras: Los Arti-culitos Quisiéramos ahora continuar esa discusión. Nos gustaría además iniciar una revisión de los articulitos hasta ahora publicados, tratando de adecuarlos a los actuales momentos y completarlos, hasta donde podamos. Esperamos que los compas que nos han seguido nos apoyen aquí. En lo que sigue estaremos haciendo referencia constante al material ya publicado, usando los links correspondientes.

La primera de las premisas a la que hacíamos referencia se refiere al hecho de que solo existe economía, por lo menos en el sentido en que hoy usamos el término, desde el momento cuando comienza a haber producción y la sociedad deja de vivir de lo que la tierra da espontáneamente, o de la caza y la pesca inmediata.

La segunda se refiere al hecho de que con la producción, los valores de uso y los valores inmateriales van progresivamente convirtiéndose en mercancías, que valen porque se intercambian y terminan reducidos a valores de cambio, hasta llegar a ser prácticamente los únicos valores reales (ver Articulitos 02 ¿Qué es una mercancia?). Pensemos por ejemplo en cuánto vale Neimar, ¿400 millones de euros? Es de esa forma como las mercancías caminan hacia la sacralización mientras que las cosas que deberían ser sagradas (como la solidaridad por ejemplo), van progresivamente convirtiéndose en cosas que simplemente se compran y se venden (ver Articulito 01 ¿Qué relación guarda la economía con la conciencia?)

Y en tercer lugar, el hecho de que se va pasando progresivamente de sociedades con mercado a sociedades de mercado y en el actual neoliberalismo extremo a sociedades-mercado.

Finalmente podemos llegar, entonces, a una consecuencia que derivamos de esas tres premisas y es que ese modo de actuar tiene grandes ventajas y terribles inconvenientes. El problema es que unas o otros no afectan, no actúan, sobre la misma persona. Las cosas ocurren de manera que las ventajas las disfrutan una minoría de privilegiados, mientras que los inconvenientes afectan a una gran mayoría de desesperados. Y en este proceso, los privilegiados se deshumanizan porque solo conocen valores de cambio, y el asunto es que aquellas cosas que verdaderamente nos hacen humanos no son de ninguna manera valores de cambio. Y los empobrecidos se deshumanizan también, porque se ven obligados a pasar la vida tratando de no desaparecer, de no ahogarse, en ese enorme mar de necesidades puramente materiales en el cual están inmersos inevitablemente.

Realmente la vida, eso que ella realmente debería ser, tiene dimensiones de una profundidad y una riqueza increíbles por las que se nos hace pasar con una superficialidad tan grande que apenas alcanzamos a conocerla.

Veamos entonces.

Piketty en su trabajo “El Capital en el siglo XXI” (2014) al abordar el asunto de el por qué de tantas y tan enormes desigualdades entre las personas (ver Articulito 03 ¿Por qué una cosa vale?), afirma que responder esa pregunta, o más que responderla, resolverla, debería ser el verdadero objetivo de las llamadas “ciencias económicas” si de verdad quieren ser “economía” y no simple “crematística” como ya hace mucho lo dijo Aristóteles.

Vayamos entonces, desde la economía que vivimos, a la pregunta ¿Por qué tanta desigualdad?

Desde lo que intentamos decir, es claro que “economía” no es exactamente lo mismo que mercado. El elemento básico de una economía real es la existencia de excedentes. Pensemos que el trabajo, en tanto que relación entre las personas y la naturaleza, es la fuente de toda una serie de productos capaces de satisfacer todas, las necesidades humanas, Es así, la verdadera riqueza. Pero el excedente solo aparece cuando ocurre la primera gran revolución tecnológica de la humanidad, la agricultura, y con ella aparece la “economía” propiamente dicha. Hasta ese momento la carne animal no podía conservarse y los excedentes de frutos eran mínimos sin el cultivo de la tierra. Pero la aparición de la agricultura garantiza la aparición de excedentes, y al existir estos aparece la necesidad de su administración y aparece la economía, y con ella se generan una serie de eventos que irán dándole forma a las sociedades que se fundamentarán en esa manera de “vivir”.

a)

  • Aparece la escritura para poder anotar el aporte individual y la calidad y cantidad de dichos aporte (todavía los “almacenes” son colectivos)
  • Aparece el dinero, que en sus orígenes sirve solo para registrar la distribución de esos excedentes
  • Derivado de esto, aparece la deuda como modelo de gestión de dichos excedentes
  • Y finalmente, culminado este proceso, aparece el Estado, garante y defensor de la administración de los excedentes. El Estado, al apropiarse de parte de los excedentes podrá pagarse una elemental burocracia y unas elementales fuerzas armadas. Confirmándose así la privatización de lo público y la definitiva aparición de la propiedad.

b)

  • Con la apropiación privada del excedente (surgimiento de la propiedad) nace la desigualdad entre las personas, porque el acceso al excedente acumulado proporciona poder político, y ese poder puede ser utilizado, y de hecho se utiliza, para percibir porcentajes crecientes de excedentes. La desigualdad, además, se ve ampliada por el surgimiento de entidades “estatales” expansionistas, pues el Estado nace como entidad privada que se fundamenta, como asomábamos, en la privatización de lo que era público.

c)

  • Con el Estado y las desigualdades surgen las religiones y los cleros, es decir la estructura y la casta que justifica, ideológicamente (en el origen religiosamente) las diferencias sociales que van apareciendo. Esta casta puede que al principio fuesen realmente sacerdotes, hombres (literal y exclusivamente), supuestos religiosos que aparecen para favorecer y justificar el orden que está surgiendo al hacerlo proveniente de algo o alguien superior. Pero acaban siendo “economistas” quienes hoy son los verdaderos sacerdotes de un capitalismo pretendidamente laico, pero que resultan tan falsos como los sacerdotes de la mayoría de las religiones.

d)

  • Aparece, además, la simbiosis entre medios de comunicación y publicidad. Simbiosis que mantiene suficientemente controlados y amenazados (más allá de la represión simple) a los usuarios de los medios y además garantiza que se transmitan preferentemente los valores que la propiedad necesita que se difundan y se forme, entonces, la cultura necesaria para la consolidación del poder. Alguien puede pensar que este último punto rompe con la relación histórica que traíamos, pero no, la manipulación de la comunicación y sus derivados como lo son las guerras simbólicas, por ejemplo, existe desde que aparece la propiedad y la necesidad de justificarla por cualquier medio. Lo que apenas ha cambiado son los medios tecnológicos para aplicarla.

Detrás de todo esto, y en el desarrollo de la necesidad de control absoluto de los excedentes (lo que hoy llamamos los procesos de acumulación) surgen las guerras a gran escala como institución característica de la propiedad.

Estas desigualdades, productos de la aparición de la revolución agraria, se irán haciendo, inevitablemente, y cada vez mayores, conforme ocurran las posteriores revoluciones tecnológicas (maquinas de vapor, energía eléctrica, energía nuclear, informática, inteligencia artificial…). Es decir la desigualdad tiende a aparecer de manera mecánica e inevitable de mano del establecimiento de la propiedad.

Y por simplificado que pueda parecer este cuento, nos pone ante el siguiente dilema: o debemos, desde una mentalidad sencillamente humana, detener drásticamente este proceso de autodestrucción, creando un sistema colectivo no basado en la propiedad o desde una mentalidad lucrativa y estúpidamente individual aceptamos que esto no tiene ninguna salida y nos sentamos a esperar el inevitable final distópico. A eso se refería Rosa Luxemburgo cuando lanzó aquel grito: “Socialismo o Barbarie”.

Continuaremos luego, en este cuento histórico sobre la economía, hablando del paso del valor al precio, del beneficio a la riqueza acumulada y seguiremos así buscando entender el funcionamiento global de esa cosa que hemos calificado como “arma de destrucción masiva”: La economía.

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