[ARTICULITO 07]: El “Sentido Común”

Alguien puede preguntar que tiene que ver esta discusión medio teórica con la “economía”. La respuesta está en las conversas que venimos teniendo, según las cuales aceptar las cosas como están y adaptarnos, es simple cuestión de “sentido común”. Y esa es la forma  como nos han dominado desde siempre.

Parece que Einstein tiene razón. Eso que habitualmente se llama el “sentido común” es además de un saco de prejuicios una trampa caza-bobos. Veamos porque decimos esto.

Un “sentido” es esa actividad fisiológica que nos permite comunicarnos tanto con nuestro entorno, físico y social, como con el interior de nosotros mismos. El concepto “sentido” se asocia entonces a los cinco sentidos fisiológicos y al famoso “sexto sentido” que nadie sabe que es (los fisiólogos hablan, en realidad, de un sexto sentido que no tiene que ver con ese otro, que es el “del equilibrio”, según el cual en condiciones no etílicas podemos caminar sin caernos).

Se nombran diversos “sentidos” además de los fisiológicos, “doble” sentido, sentido negativo, sentido directo, sentido horario (o de las agujas del reloj), sentido del humor y pare usted de contar. También se habla de algunos conceptos que se desprende de “los sentidos”, como sensibilidad, sentimientos, sensatez, juicio, y otras muchas cosas o conceptos difíciles de interpretar y de medir o determinar (abstractos les dicen).

Pero entre todos esos sentidos especiales sobresale el “sentido común” que según los diccionarios debiera ser “la forma de pensar y actuar de la mayoría de las personas en la sociedad”. Pero ahí comienzan los líos. Esencialmente porque ¿qué sociedad? y ¿cuál sociedad? y además ¿cuál mayoría?

En alguna parte de “El quijote”, Sancho responde, ante un cierto requerimiento: “Pues así es,… no hay sino que obedecer y bajar la cabeza…” Es decir la sociedad se resume en una suerte de conducta universal que, como decía el poeta del otro día, se enseña a los hombres con cuentos, a través de los cuales se ahogan todos sus gritos y llantos. Enfrentarse a esa conducta universal conduce inevitablemente al miedo y al aislamiento, a la soledad, o por lo menos eso es lo que nos enseñan los comunicadores y propagadores de esa suerte de “ideología universal” que de manera muy interesada se denomina “sentido común”.

El sabio lo dice muy claro: “El sentido común es un depósito de prejuicios”. Pero, en realidad, es mucho más que eso. Es, esencialmente, la eliminación de una forma de “sentido” del que poco se habla, el “sentido crítico”.

Ciertamente, nuestras necesidades (individuales e históricas) generan en nosotros (como individuos y como sociedad) una concepción, inicial,  del mundo, que el viejo Carlos Marx llamó la concepción “inorgánica” del mundo. El asunto es que si esa concepción del mundo, inorgánica por incompleta, se hace pasar por el crisol del “sentido crítico” podremos (individual y sobre todo colectivamente) generar “conocimiento”, “filosofía”, entendidos estos no como elementos para sustituir y/o moldear la conciencia, sino más bien como herramientas para contribuir a generarla. Mientras que, cuando nuestra concepción incompleta del mundo se acepta así simplemente “porque así piensa la mayoría” sin someterla al momento crítico, entonces en lugar de “conocimiento” surge, simplemente, eso que llamamos el “sentido común”. Es decir surge esa “ideología universal”  esa “forma de pensar y actuar de la mayoría” (el “some people said” de la hipocresía gringa).

La historia se convierte entonces en esa línea ascendente, continua, en perpetuo progreso, caracterizada por “fechas excepcionales” e individuos “relevantes” y donde el gran ausente es sin duda “El Pueblo”, el cual está condenado a carecer de conocimiento, y tener solo y únicamente “sentido común”

Perdonen el “tufito académico” de lo discutido hasta aquí. Robémonos el título de una novela juvenil de un compa español (que me gusta, la novela no el compa),  y mandemos “A la mierda la bicicleta”, pongamos entonces los pies en la realidad que el “sentido común” se empeña en negarnos. Y quizá así, comencemos a entender ese bendito sentido “común” como lo que es: ideología y fenómeno cultural dominador, hegemonizante, lo cual nos permitirá identificar a los manipuladores (comunicacionales) de emociones, y a distinguir entre líderes y jefes de rebaños o entre quienes manipulan la justicia y sus víctimas y rehenes. Muy especialmente, ayudaría a que la humanidad (re)encuentre algunas de sus múltiples y fundamentales funciones. Pues es en la medida en que crece la conciencia popular, y el “sentido común” se convierte en construcción de un nuevo sentido histórico cuando la batalla por el cambio cultural, social y económico se hace inevitable.

La experiencia histórica nos muestra que si el sentido común, deja de ser pensamiento hegemónico y se torna en construcción colectiva se convierte en responsabilidad, en conocimiento de todos, en ciencia popular, entonces  se hace conciencia, y mucho más temprano, que tarde produce revolución.

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