[ARTICULITO 14]. El conocimiento, la lógica y la conciencia.

“No vemos las cosas como son,
Vemos las cosas como somos nosotros”
Confucio

Les había propuesto que después del articulito anterior (relaciones sociales de producción) discutiríamos acerca del Capital, pero nos está quedando un hueco en toda esta discusión. Y es hablar un poco sobre el problema del método y la concepción del método. Lo cual parece otra vez un asunto filosófico pero que, realmente, tiene que ver con, no sólo de dónde se sacan todas estas cuestiones que hemos venido discutiendo, sino además cómo se usan esos conceptos para que se hagan útiles frente a una práctica revolucionaria.

Por ello antes de seguir con el capital, la banca y la propiedad, que es lo propuesto, vamos a realizar un intermedio para hablar un poco de conocimiento, lógica y conciencia, elementos fundantes del método con el cual venimos trabajando, claro desde la visión desde la cual estamos definitivamente ubicados, la visión dialéctica. Mucha gente pretende que el conocimiento es neutro, que una cosa después de que se conoce sirve para cualquier cosa y que todo depende de cómo se use, ya en todo lo que hemos hecho nos hemos empeñado en mostrar que eso es falso, que si algo no es neutro nunca, en ninguna de sus etapas, es el conocimiento.

De todas formas es importante que tengamos en cuenta que esto no es ni será un “tratado” sobre las teorías que envuelven el concepto de método (eso que llaman “epistemología”). No, y por ello no hablaremos de corrientes, ni de tipos, ni de enfoques. Siempre hemos esperado, desde que iniciamos esta seria de artículos, que sirvan esencialmente para despertar en algunos la necesidad de profundizar el estudio, pero no solo para “aprender” sino también como herramienta para el cambio revolucionario, el cual es nuestro verdadero interés, nuestro fin último.

Comencemos preguntándonos: ¿Qué es “el conocimiento”?

El conocimiento es, sin duda, un hecho, y en la vida diaria, concreta “conocemos” constantemente objetos, naturaleza, personas. Visto así, el conocimiento es “práctico”, pues todo conocimiento empieza por la experiencia, por la práctica que nos pone en contacto con la realidad objetiva generalmente desconocida. Es “comunitario”, porque todos actuamos relacionándonos unos con otros. El que conoce y el que es conocido, interactúan entre sí. Todos somos al mismo tiempo investigadores e investigados, y no sólo lo uno o lo otro. Es entonces, simultánea y esencialmente, un hecho “práctico y comunitario”, y entonces es reflejo del movimiento de la realidad concreta; por ello actúa determinantemente sobre esta realidad contribuyendo a su cambio o estancamiento. Si camina hacia el cambio social, el conocimiento es políticamente transformador, liberador, revolucionario y si no, es simplemente reproductor de la sociedad opresora, capitalista.

Conocer es entonces descubrir la esencia de la realidad que estamos viviendo en medio del bosque enmarañado de las apariencias que el sistema opresor construye a su alrededor.

El conocimiento está, entonces, preñado por una práctica social que se asuma coherente, una acción social y política que corresponda al momento histórico de cambio propuesto. Es decir, “conocimiento” es la relación coherente (práxica, dicen acertadamente varios compas) entre la práctica y la teoría, relación que se hace comprometida cuando está en función de un proyecto político que impulse un proceso de cambio social real, que pretenda eliminar la explotación del hombre y su alienación.

Conocemos, entonces, cuando tomamos la práctica como punto de partida, profundizamos en la esencia de esa práctica, y “teorizamos” produciendo conocimiento que, al regresarlo a la práctica podrá actuar sobre ella transformadoramente. Se teoriza pues a partir de la práctica, y no sobre o debajo de ella, logrando así nuevos niveles de comprensión sin alejamos de nuestra realidad. En ese sentido teorizar no es, pues, un ejercicio intelectual despegado de la práctica y la realidad, sino que más bien es un proceso de pensamiento ordenado y sistemático que se apropia de la esencia de la realidad social y orienta la práctica revolucionaria. El conocimiento es, entonces, resultado de la acción transformadora, de la síntesis de la práctica con la teoría (la praxis).

Conocer significa, así, pasar del conocimiento sensorial (sensaciones, percepciones), al conocimiento racional (conceptos, juicios, razonamientos). Lo racional sintetiza los datos proporcionados por las sensaciones, ordenándolas y elaborándolas. Esto alimenta la relación entre el saber y el hacer (teoría y práctica, praxis), a través de la visualización de las relaciones existentes en la realidad, como por ejemplo:

Lo individual y lo colectivo           Lo relativo y lo absoluto
Lo particular y lo general             Lo parcial y lo global
Lo inmediato y lo mediato            Lo superficial y lo profundo
Lo simple y lo complejo                  Lo presente y lo pasado
Lo conocido y lo desconocido       El análisis y la síntesis

Estas relaciones, y muchas otras similares (que llamaremos parejas dialécticas) son reflejos del movimiento de la realidad concreta. Relaciones que determinan parejas (lógicas) que aparentan ser contrarias, pero si las miramos a fondo, nos permiten identificar, reconocer las relaciones que existen entre las cosas en la realidad.

Así, no es igual comenzar un trabajo a partir de lo simple que iniciarlo desde lo complejo. Si bien es cierto que la práctica es, esencial e inevitablemente, compleja, debemos partir de lo más sencillo de esa práctica porque es lo que está más cerca de nosotros, de las personas, de la realidad. 

Tampoco es igual el análisis que la síntesis. Analizar es descomponer la realidad en diversos aspectos para encontrar mejor su esencia, sus contradicciones, su cantidad y calidad. La síntesis es recomponer lo analizado pero no para regresarnos a la misma cosa que descompusimos en el análisis, sino para encontrar mejor sus relaciones, esos movimientos, esas contradicciones, que tienen incidencia en la realidad inmediata, y en las tácticas y estrategias de nuestro trabajo y que permanecían ocultados por las circunstancias o por las apariencias y convenciones.

Lo importante: partir de lo particular, lo inmediato, lo simple, lo conocido, lo relativo, lo parcial, lo superficial, lo presente, lo analítico, por ser lo más próximo a la gente y por lo tanto lo más perceptible y lo más sensible. Y desde allí ir profundizando en el otro polo de la pareja. Pero esto nunca de manera mecánica, lineal, simplemente estructural como en un esquema, con un paso (inevitable) después de otro, ya que la praxis, en realidad, se produce como un ir y venir. Es decir se puede ir del análisis a la síntesis, regresar al análisis y otra vez a la síntesis. Así la síntesis de un proceso anterior resulta ser, generalmente, el punto partida de otro nuevo. Un elemento general puede permitir o desencadenar el proceso de un nuevo conjunto de conocimientos.

Los principales aspectos del conocimiento (como lo estamos definiendo) son, pues, su carácter práctico, social, político; su relación con la práctica y la teoría; y la articulación con las relaciones o parejas dialécticas.

Ya esto se está haciendo muy largo. Dejémoslo hasta aquí, “por ahora”, y en la próxima vamos a conversar acerca del fundamento de esta concepción del conocimiento y que es eso que llamamos “lógica dialéctica” y para ello conversaremos acerca de la relación entre concepto, juicio y conclusión, con la intención de poder hablar finalmente del problema de la conciencia (de clase) como hecho vital en la construcción del socialismo. Vamos pa´lla.

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