[ARTICULITO 16]: La conciencia dialéctica.

“No acepten lo habitual como cosa natural,
pues en tiempos de desorden sangriento,
de confusión organizada,
de arbitrariedad consciente,
de humanidad deshumanizada,
nada debe parecer imposible de cambiar”
Bertolt Brecht

(Nota previa: Siguiendo la propuesta de un amigo, este articulito va partido en dos, este que llamamos “La conciencia dialéctica” y uno segundo que surgirá de una propuesta de ejercicio que hacemos al final de este. Veamos…)

La conciencia dialéctica viene a ser, según lo que hemos estamos conversando, la interacción entre el conocimiento, la lógica y la realidad concreta (material, histórica) que vivimos. Es la acción coherente, y esencialmente comunitaria (de clase) con un proyecto histórico liberador y permite reconocer los procesos que se dan en la realidad y aprovecharlos con sentido revolucionario. Enseña (la conciencia) a «formular preguntas que posibiliten la acción» decía Bertolt Brecht. No se trata sólo de una manera de interpretar la realidad, sino es además una forma de (re)pensarla y vivirla.

Pensarla –y (re)pensarla–: pues la conciencia dialéctica no es una caricatura o un proceso mecánico alejado de las cosas. Por el contrario, es un modo de pensar la realidad, de forma tal que el pensamiento sea reflejo del movimiento real y al mismo tiempo influya en, interactúe con, ese movimiento.

Y Vivirla: lo que significa hasta no estar de acuerdo con uno mismo. Convertir las pequeñas modificaciones en grandes transformaciones y darles salidas constructivas a las crisis que enfrentamos o producimos. Brecht dice que: «para la gente sin humor suele ser difícil captar el gran método (la dialéctica). Se puede hablar con jovialidad y serenidad de cosas serías; se puede hablar con formalidad y con seriedad de cosas alegres».

Esto lo dice de otra manera Henri Lefebre, al acusar al materialismo vulgar y cuadrado y a los metafísicos de desalentadores, pues impiden prohibiéndola «…toda comunicación con el mundo, toda noción de belleza viviente…», y no ven «…la efervescencia tumultuosa de la materia (realidad objetiva), el ascenso de la vida, la esperanza… todo el drama cósmico, que se refleja en las leyes dialécticas…” por ello «Habrá que romper las barreras entre estas abstracciones y el contenido imaginado, pintoresco y vivo de la conciencia y la experiencia…».

La conciencia dialéctica representa, pues, el reto de la construcción de unidad orgánica entre los componentes de la práctica social y de la vida misma, y determina cuándo la postura del individuo y del colectivo (esencialmente del colectivo, o del individuo hecho colectivo –la conciencia es un hecho comunitario–) se hace política, asume condición de clase.

La dialéctica nos hace ver a la realidad objetiva (lo material, lo concreto) en continuo movimiento, en contradicción. Nos hace descubrir cómo la acumulación de las cantidades provoca salto de calidades. Es decir, nos hace preguntarnos: ¿De dónde vino esta idea que es buena? ¿Cayó del cielo? ¿Surgió sólo de mi cabeza? o ¿Viene más bien de una práctica social coherente y correcta?

Es desde esos procesos, que la conciencia dialéctica (una suerte de principio de la dialéctica aplicada a la producción colectiva de conocimiento) explica como comienzan a aparecer ideas, pues se comienza así, a entender, a conocer y aprender, pero no como una acción individual, para alcanzar un título, por ejemplo, sino exactamente como colectivo, en tanto que comunidad, que es donde la realidad se realiza efectivamente (se hace histórica).

Las relaciones o parejas dialécticas (de las que hablamos antes) nos permiten entender cómo estamos relacionando el conocimiento que estamos obteniendo en el proceso (si lo estamos haciendo conciencia o no). Ya decíamos que no es igual partir de lo simple y de lo particular, que partir de lo general y lo complejo, y esto tiene una enorme importancia en la práctica comunitaria que desarrollamos. Lo mismo ocurre cuando reflexionamos sobre si el proceso educativo nos lleva a elaborar razonamientos, o nos estamos quedando sólo en los conceptos básicos (aprendidos). También nos ayuda a ver si el pensamiento racional que vamos logrando al avanzar es producto de un quehacer colectivo o simplemente es elaboración individual. Es decir, yo no puedo –en tanto que trabajador o educador popular o militante revolucionario– reemplazar el proceso de conocimiento del grupo simplemente dándole una serie de conceptos, juicios o razonamientos para que se los aprendan de memoria. Debemos construirlos (deconstruirlos, reconstruirlos y hasta destruirlos –aunque sea parcialmente–) en forma colectiva, partiendo siempre de la práctica, teorizando y regresando a ella transformadoramente.

También desde este punto de vista, no se trata sólo de descubrir las contradicciones de la realidad social, sino de darse cuenta, por ejemplo, que hay una contradicción entre mi conocimiento viejo y el conocimiento nuevo adquirido en este proceso, dando lugar a la aparición de un conocimiento cada vez más rico y pleno y a la necesidad consciente y constante de cambio.

Por ello, estas preguntas deben ser permanentes en nuestra práctica consciente: ¿Cómo conocemos? ¿Cómo aprendemos? ¿Cómo enseñamos? Y se interrelaciona a otras más: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quienes? …

Pero es indispensable, en este punto, que notemos, y sobre esto tendremos que volver luego, que el concepto de conciencia dialéctica, está indisolublemente ligado al concepto de clase social, pero no a la abstracción empírica “clase social” sino a su categoría histórica. Marx obtuvo una expresión teórica (histórica) de este concepto empírico, relacionando dialécticamente la “conciencia” y la “clase”, y al analizar la naturaleza interna del concepto “clase social” se le hicieron evidentes diversas situaciones: la situación “clase-en-sí” que se refiere al individuo o grupos de individuos que pertenecen “de manera natural” a una cierta clase social (y aun cuando no lo sepa o no lo acepte) y la situación “clase-para-sí” que se refiere, por el contrario, al individuo o colectivo que adquiere “conciencia” de su “clase social” y actúa en función de ella y en función de su proyecto histórico. Noten que se habla de la “situación” de clase y no de la “condición” haciendo énfasis en el hecho de que la ubicación de clase en tanto “situación” es modificable y no permanente.

Bueno, para terminar este asunto les propongo una suerte de ejercicio para aplicar lo discutido en estos últimos articulitos. Les propongo que discutamos un poco el concepto de “proletariado”, en especial el concepto de “proletariado venezolano”, pero no a partir de los conceptos pre-hecho, los que existen en los libros (y no porque ellos no sirvan, ojo) sino a partir de nuestras experiencias, de nuestras necesidades, de nuestras vivencias.

Les propongo, en síntesis, no solo discutir sobre “conciencia dialéctica” sino empezar a usarla en un ejercicio concreto. Y nos agarramos de este concepto (proletariado venezolano) y no a otro pues decimos constantemente que estamos intentando una revolución proletaria, pero sin definir “proletario” (definir “revolución” es otro lío completamente distinto y por supuesto no intentaremos abordarlo aquí).

Partamos de que es imposible y poco conveniente que intentemos una “definición” en sentido formal. Lo grave del asunto, es que siguiendo la visión de la ciencia formal, positiva, la que es la base del pensamiento de la modernidad capitalista, aceptamos como válido un concepto prestado de las experiencias históricas y sociales de la Europa industrial con un capitalismo altamente desarrollado. Y no notamos que nuestro contexto histórico-social y económico, vivencial, es completamente otro y que requiere por lo tanto, de “otro” concepto (uno obtenido desde el conocimiento, la conciencia dialéctica y el entorno en que nos desarrollamos). Insistimos. No lo vamos a resolver aquí, solo que sería verdaderamente interesante que empezáramos a planteárnoslo.

Pero es solo en la óptica de la relación “clase social” y “conciencia dialéctica” que podremos realizar el ejercicio propuesto. Es decir, estaremos tratando de definir el proletario venezolano en tanto que “clase-para-si”

[Y para que sea un ejercicio real los propongo, además, intercambiar propuestas. Puede ser en reuniones de colectivos, a través de las redes, no sé, ¿facebook?, ¿correo?… (En mi caso personal unos de mis correos es egutierrez@tatuytv.org o pueden localizarme en Facebook por mi nombre)]

Suena interesante. ¡Vamos a ver qué sale de esto!….

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