[CONTRATIEMPO] La memoria colectiva: Contratiempo de la restauración

“Una revolución cuando deviene en restauración,
se convierte en tragedia gracias al olvido”
(Cuaderno de revelaciones)

Los días que se suceden freneticamente en la Venezuela de estos días, va dejando en el camino la semilla de esfuerzos por reflexionar y “leer entre líneas” una realidad que cada vez parece poner en duda la continuidad de los hechos para poder imputarle dirección histórica a lo que nos acontece como sociedad.

Sin embargo, que el 4 de octubre de este año haya traído la imagen de Chávez invicto y quizás, sin saberlo, lanzado al eterno retorno; ese curioso concepto con el cual se nombró a si mismo y que después devino en la creencia-fuerza que aparece como guía colectiva del proceso chavista, se ha conjugado con varios recuerdos y eventos que es lícito vincularlos para explorar la muy escarpada y sinuosa trayectoria política del continente latinoamericano, en búsqueda del sentido que se anuncia en la más vigilada y acosada sociedad del continente: Venezuela.

Casi que con una diferencia de horas, se celebraba en Chile los 30 años de la victoria del “No” en un referendum que permitió restaurar en esa sociedad una democracia aséptica que no castigó la dictadura y que encuentra como presidente de la nación a uno de los mayores beneficiarios de la dictadura de Pinochet. En un ejercicio de memoria que devino en una especie de celebración desteñida en lo político pero colorida en su manifestación, la memoria colectiva en Chile parece jugar al olvido conveniente. Se celebra el triunfo, pero no se evalúan los logros. Los retos parecen esperar por “mejores tiempos”.

En Venezuela, en medio de la turbulencia de aquel huracán de ideas y, en esa misma medida, una de las más fértiles expresiones de política plural, heterogenea y desenfadada que parece caracterizar a eso que torpemente podríamos denominar el proceso histórico chavista, se dan marchas que reclaman la paz que se le niega a una nación desde muchas partes.

Una de esas partes la constituyen sectores que dicen llamarse “chavistas” para seguir siendo parte de una “corte” que cada vez más va quedando en evidencia que está alterando de forma insistente el campo de fuerzas para imponer una asepsia de las acciones del gobierno mientras hay un discurso que clamando el anti-imperialismo parece reducirlo no a una práctica sino a un practicante. El riesgo de confundir uno con el otro, es que no se hace crítica de cuántos pasos se van dando para restaurar un orden neocolonial aunque sea con distintos centros hegemónicos. Pero no es de la “venta a futuro” del país a los imperios ruso y chino que nos interesa adelantar este contratiempo. La mirada insomne está en lo más profundo de eso que mueve los esfuerzos de los muchos que poco poder ostentan.

Esta subversión comporta en si mismo la amenaza de la criminalización por la vía de la ruptura del discurso de una unidad que no es dialogante con los suyos, pero que acuerda conductas con su enemigo natural. De tal suerte que es tiempo de entender que los “golpes de timón” no son sólo atributo de quien está al frente del gobierno nacional. Se requieren “golpes de timón” en todos aquellos que conducen espacios menos complejos que la nación venezolana. Por ejemplo, quienes deben ejercer el liderazgo colectivo de la comuna, a quienes les corresponde la nada fácil tarea de restituir el valor de lo público en lo local no desde una idea de propiedad sino de cuidado. Ese cuidado que se tiene con lo que no es propio, sino que es de todas.

La más reciente aparición del gobierno nacional en “diálogo” con el sector comunal dista desde el reconocimiento de la comuna como un espacio privilegiado para construir y aparece cada vez más como un espacio apropiado para la cooptación. Esa práctica que ya se ha vivido en muchas sociedades donde se otorgan competencias locales para asumir responsabilidades del Estado y empujar en nombre de la autonomía hacia procesos de “privatización”. No es fácil asumir a la comuna como espacio de construcción del socialismo si todo comienza por asignar competencias, atribuciones y recursos que servirá para reproducir la lógica de la acumulación del capital, del poder y la gestión por conveniencia.

Emergencias: La expectativa que se concentra para el 28 de octubre en América Latina es vista con la mirada puesta en el asalto más atroz y radical por hacer de este espacio continental, el ejercicio de extracción y enajenación del estado-nación en el siglo XXI. Es casi un exabrupto histórico que este “descubrimiento de América” ocurra otra vez con el encubrimiento del “otro”.

A pesar del descalabro económico y social que le ha propiciado al país una política económica de orientación rentista y centrada en el consumo, una clase comercial e industrial parasitaria como pocas y que reclamando un capitalismo, no lo conocen ni lo practican; hay en esa misma, Venezuela miles de venezolanas que insisten en preguntarse por eso que significa conocer lo que somos más allá de la respuesta e incluso, atentas a indagar si la pregunta es la que corresponde en este tiempo. De un modo que parece restituir el cimarronaje (proceso de sublevación en tiempos de esclavitud que definían sistemas sociales autónomos denominados palenques), las comunas comienzan a florecer no como se esperaba y eso es de celebrar porque desarticulan la forma jerárquica que algunos quisieran constituir en la forma apropiada de gobernar sobre ellas. Pero es más, se van dando procesos de sublevación campesina que se contrastan con las formas casi artificiales de las protestas de una oposición devenida en subversión no del estado sino de la idea misma de patria. Lo que nos va sucediendo en Venezuela, ante la inocultable restauración de un orden que clamando ser socialista hace gala de una práctica liberal y excluyente; es la subversión de las expresiones populares.

A Tiempo: El estado de derecho no es la existencia de un estado paternalista. Es precisamente, un estado sometido al control y escrutinio crítico de los ciudadanos sobre los modos como sus libertades son garantizadas por el estado y cómo se cumplen los deberes entre todos.

Allende: Lo exagerado de las reacciones del presidente Trump con respecto a sus modos de entender las relaciones internacionales es la caída de la máscara democrática y la revelación de los filosos colmillos del fascismo. No es nuevo, es tan sólo que no es común tanta “sinceridad”. De democracia pujante ha devenido en fascismo amenazante ante la mirada atónita de los suyos, la vergüenza de sus aliados y la sonrisa de sus adversarios. Cuando un adversario muestra todos sus dientes, es porque hace rato que su mordedura es ineficaz.


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