¿Cuál Paz?

“Paz (del latín pax), definida en sentido positivo, es un estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad. También se refiere a la tranquilidad mental de una persona o sociedad; definida en sentido negativo, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra.

En el plano colectivo, «paz» es lo contrario de la guerra, estado interior (identificable con los conceptos griegos de ataraxia y sofrosine) exento de sentimientos negativos (ira, odio). Ese estado interior positivo es deseado tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de convertirse en un propósito o meta de vida. También está en el origen etimológico de los saludos: shalom en hebreo y salam en árabe significan «paz» o «la paz esté contigo o con vosotros», y también se emplean como despedida, significando entonces ve en paz o id en paz; en cambio, salve, el saludo latino, es un deseo de salud, concepto también muy relacionado. El saludo de paz o beso de la paz es una parte de la misa en que los asistentes «se dan la paz».

En el Derecho internacional, el estado de paz es aquel en el que los conflictos internacionales se resuelven de forma no violenta; y particularmente se denomina «paz» al convenio o tratado (tratado de paz) que pone fin a la guerra. Existe una rama del estudio de las Relaciones Internacionales denominada «irenología» o «estudios de la paz y los conflictos».

Puede hablarse de una paz social como consenso: el entendimiento tácito para el mantenimiento de unas buenas relaciones, mutuamente beneficiosas, entre los individuos; y a distintos niveles, el consenso entre distintos grupos, clases o estamentos sociales dentro de una sociedad.”

Este texto entrecomillado con el que comienzo el artículo, lo tomé de la red y me parece muy interesante puesto que se hace evidente en él, la inexistencia de cualquier relación entre el concepto de paz y el de justicia. A lo sumo, como dice al final la paz es “consenso”, es decir hegemonía pero poniéndose de acuerdo. 

Pareciera entonces que la paz es simplemente la ausencia de violencia, de guerra.

Pero, y la justicia, ¿qué es eso, qué relación tiene con la paz, si es que la tiene? Pues que se viene a la mente esa frase tan repetida por Chávez: “No puede haber paz sin la justicia”.

Buscando encontramos, por simple, el significado de “justicia” que dan los diccionarios:

“Justicia: nombre femenino 1. Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde. «por encima de todo deben primar la justicia y la igualdad». antónimo: injusticia. / 2. Cualidad de justo.”

Pero existe además la concepción liberal de la justicia como la aplicación del “derecho”, es decir como algo, ya no moral sino simplemente jurídico, y caemos en recordar aquella jerga legalista que nos dice: “no será justo pero es legal” y entramos nuevamente en contradicción.

Según todo esto la justicia es un principio moral, individual, no necesariamente ético, aun cuando se refiere a la “inclinación” de actuar respetando la verdad y “dando a cada uno lo que le corresponde”. Y la paz se resume a la ausencia de violencia o guerra y no a la existencia necesaria de justicia. Lo que determina que puede haber “paces injustas” y “justicias violentas”. Por ejemplo la paz de la hegemonía imperialista que se impone a bombazos y sin importar los millones de muertos, perdón de “daños colaterales”

Evidentemente el comandante, cuando hablaba de la justicia como requisito indispensable para la existencia de la paz, no pensaba en el concepto jurídico de “justicia” y tampoco en la paz como “consenso” o como simple ausencia de guerra. Evidentemente pensaba en la sociedad convertida en comunidad donde “cada quien da según sus posibilidades y recibe según sus necesidades”, máxima definitoria de una sociedad sin clases que expresa la verdadera justicia y justifica la verdadera paz.

Pues en el capitalismo, las relaciones entre las personas, muestran una situación y hasta una condición inestable por definición, donde están en constante juego los derechos individuales de cada uno, aquellos de que “tus derechos llegan hasta donde comienzan los derechos de los demás” y por ellos es un constante caminar “por el filo de la navaja”. Así, la paz y la justicia son, siempre y únicamente, las impuestas por la clase que ejerce la hegemonía, quien de paso las define, pues es quien imprime los diccionarios.

En la sociedad sin clases, el comunismo, en cambio, las relaciones entre las personas se han hecho, de nuevo, comunitarias, comunales, de ahí los términos, justicia y paz son simples consecuencias del ejercicio de esas relaciones.

En el capitalismo, o más bien en las sociedades de clases, la norma es impuesta y por ello nunca es justa por muy consensuada que se pretenda, lo que la hace coercitiva, obligatoria, ya que la persona, por “naturaleza” tiende a ser egoísta y defiende sus derechos por encima de cualquier otra cosa, esencialmente porque estos implican de por sí “competencia”. Mientras que en la sociedad sin clases, en el comunismo, la norma deja de existir, porque las personas simplemente comparten la vida, de manera coherente y simple y cada quien da lo que su condición y situación le permite y recibe todo aquello que necesita para poder ser.

Todas estas reflexiones me surgieron a partir de descubrir, porque me lo mandó un amigo, la última cotización del dólar paralelo, el ilegal, que no se define en la banca ni en la bolsa, sino en la sala de reuniones de un grupo de degenerados que “vive” en Miami protegidos por la “justicia” gringa. Grupo de degenerados que son, en los hechos el verdadero comando de la derecha venezolana, pues son los que canalizan la plata que mantiene a los degenerados que “viven” aquí (es muy importante decir que me estoy refiriendo a los degenerados que pretenden dirigir, ser dirigentes, y no a las personas que los siguen, cosa que pudiera ser distinta).

Fíjense que cosas más interesantes. En los últimos 15 días el dólar «paralelo», es decir ese esperpento ilegal que rompiendo todas las reglas de la propia economía capitalista, y que por posiciones e intereses puramente políticas se fija desde una página web, subió de alrededor de 1000 y tantos bolívares por dólar a más de 1500 en el día de hoy. Pero más grave aún, continúa la existencia del otro “paralelo”, el dólar cucuteño, el cual es todavía más alto, a pesar de que el gobierno colombiano, que se supone que está en conversaciones con el gobierno venezolano para regularizar la actividad comercial en la frontera, dijo que se iba a eliminar, o quizás no ha eliminar, porque Colombia es un país libre y por lo tanto “justo” y allá cada quien vende y cambia las divisas como les da la gana, y el precio oficial es, si acaso, un precio de referencia, pero por lo menos a controlar, cosa que evidentemente no tiene intenciones de hacer.

Y decimos que esos son valores que rompen cualquier lógica del mercado capitalista (miren que no estoy hablando de socialismo) y que solo persiguen objetivos de destrucción, en este caso, de la economía venezolana, a través de la generación de una enorme espiral especulativa; porque, si existe algo a lo que el capitalismo le tema es la inestabilidad de los mercados y de ahí su culto a las bolsas de valores, templo esencial de todas la religiones capitalistas, donde todas se hacen monoteístas, con un único dios, el dólar. El capitalismo para existir necesita estabilidad y por ello crea su propia justicia e la impone por la guerra.

No nos queda otra que llegar a esta triste conclusión: mientras nosotros, apenas comienzan los diálogos, liberamos, en la búsqueda de la paz, supuestos «presos políticos”, entre ellos en degenerado torturador, como un requisito para la búsqueda de un consenso, ellos, ¿en respuesta equitativa? liberan el dólar con la clara intención de terminar de joder la economía venezolana a partir de destruir cualquier cosa que se pueda hacer internamente y terminar de destruir la capacidad adquisitiva del venezolano cualquiera sea su postura política. Efecto que se logrará sin dudas pues todo el «empresariado venezolano» sigue ese dólar porque es el que les garantiza ganancias especulativas bestialmente altas, no importa que a la larga se estén pasando un cuchillo por su propia garganta. Y no les importa porque si algo es el capitalista, es miope económico, es decir solo ve las cosas cercanas y que le garanticen la mayor cantidad de ganancias a cortísimo plazo.

Contamos una anécdota para que se entienda mejor esto último. El otro día oímos en el trole una conversación entre dos empleados de una cierta empresa cuyos dueños tiene inversiones en varios ramos, construcción, mecánica pesada, metalmecánica, artes gráficas, etc. Uno de los muchachos, muy orgulloso de su jefe, comentaba a su amigo que éste, el jefe, había ganado, la semana pasada 25.000 dólares en unas operaciones. Comentaba además que él tenía tres tarifas, una más baja si la persona la pagaba en dólares en efectivo, otra si le pagaba en dólares bancarios y otra, mucho más alta, si pagaba en piches bolívares. Y se reían de la capacidad de su jefe. Días después supe que en esa empresa, por reducción de personal, botaron algo así como 15 personas pues parece que ellos no pueden asumir los costos de los salarios mínimos. Pero saquemos cuentas. 25.000 x 1500 = 37.500.000 Bs., fue lo que ganó, ese jefe en una semana, me imagino que hasta donde supo ese muchacho. Pero 15 personas, ganando salario mínimo integral representan alrededor de 1.400.000 Bs. Es decir con lo que ganó el jefe en una semana puede pagar casi un año de salarios, incluyendo pasivos laborales sin ningún problema. Claro, la culpa es del gobierno por aumentar los salarios sin aumentar la “productividad”. Cuando, alguien me puede dar una muestra de mayor productividad que la ese jefe, que evidentemente no debe estar pasando trabajo luego de que botó esos 15 trabajadores, situación toda esta que está ocurriendo en medio de la terrible crisis económica que “estamos” viviendo. Casi me provoca reunir entre los panas para ir a llevarle al pobre jefe ese, una bolsita de comida.

El asunto es otra vez ¿qué es la paz? y ¿cuál paz? De qué hablamos cuando hablamos de diálogos de paz. De la ausencia de guerra o de la paz con la nos enseñó a soñar el Comandante. ¿Entendemos todos los peligros que existen detrás de esa búsqueda de “consenso” sin justicia y por lo tanto sin posibilidades de paz real. Se dice que no vamos a negociar principios y eso debiera ser así. Un dialogo, que debiera ser parte esencial del concepto mismo de persona, no significa negociar. Debiera significar confrontar ideas para evitar la confrontación de armas.

Pero si en lugar de dialogar, de confrontar ideas, se reduce toda a la búsqueda de un consenso, aun ficticio, para mantener una paz, aun falsa. Estaremos nosotros, los que nunca seremos invitados a la mesa de los dichosos diálogos, obligados a buscar la paz por otros medios, como hemos venido haciendo los pueblos nuestramericanos desde la llegada del “consenso” y la “paz” españoles por allá por el siglo XV.

¡No nos quedará otra, sino seguir luchando por la construcción de la verdadera paz. Así se nos vaya la vida en ello…!

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