[OPINIÓN] Elecciones parlamentarias y lucha de clases en Venezuela: ¿Cuál es la estrategia de la izquierda?

Leander Pérez – Lucha de Clases

Las elecciones parlamentarias marcadas para 2020 dominarán el calendario político nacional. Leander Pérez escribió un trabajo «Elecciones parlamentarias y lucha de clases en Venezuela: ¿Cuál es la estrategia de la izquierda?» dedicado a analizar las posibles posturas de las organizaciones de izquierda en la contienda electoral. Leander es miembro del Comité Central de Lucha de Clases, capítulo venezolano de la Corriente Marxista Internacional. A continuación presentamos la introducción de este trabajo, que está disponible en pdf en este enlace.
(https://drive.google.com/file/d/1tviwGiqrXumIzAKhAzTyyLCOjwGL98oh/view)


Ni siquiera en medio de la pandemia mundial desatada por el coronavirus, la política venezolana se ha detenido. En las últimas semanas, mientras buena parte de la población está en cuarentena “social”, se conoció que la derecha ha intentado ingresar armamento para promover, por enésima vez, un cambio de gobierno; le siguió la declaración de voceros del departamento de justicia norteamericano, mediante la cual colocaban precio a la cabeza de Maduro y de varios altos funcionarios civiles y militares de su administración; luego, vendrían los ofrecimientos de Trump, a través de Mike Pompeo y Elliott Abrams, de un acuerdo político con Maduro para que éste diera paso a un gobierno de transición, y para presionar, iniciaba una operación militar “antinarcóticos”  en el caribe.

Esta política de la zanahoria y el garrote, más que decisión, lo que refleja es una profunda frustración al no haber podido colocar, durante todo el año pasado y parte de este, a su títere Guaidó en Miraflores. Ante la desesperación, y la crisis derivada de no haber tomado medidas a tiempo para enfrentar el coronavirus, Trump desecha a sus títeres nacionales y toma en sus inestables manos el control de la situación.

Por otro lado, la pandemia ha evidenciado aún más la bancarrota del gobierno imaginario de Guaidó, que aún con todo el apoyo que logró reunir en su gira internacional (que lo llevó del foro mundial de Davos a la Casa Blanca), no logra que sus “medidas” sean acatadas siquiera dentro de la misma oposición, convirtiéndose en la burla de los radicales de extrema derecha y en un estorbo para otros dirigentes a su alrededor.

El gobierno, que tampoco ha dejado de hacer política, ha resultado fortalecido por su manejo de la situación causada por el COVID-19. La excepcionalidad de las circunstancias, ha requerido medidas de distanciamiento social que impiden las protestas callejeras, mientras que la cuarentena hace depender aún más a los pobres de las ayudas y subsidios. Sin embargo, la crisis que pudiese generar una mayor paralización de la actividad económica aún no ha mostrado sus verdaderas dimensiones, por lo que debemos seguir atentos al desarrollo de los acontecimientos.

Esta coyuntura, empero, no debe desviar nuestra atención de otros hechos políticos, que, si bien han escapado por ahora de la agenda pública, mantienen su vigencia. Entre estos, destaca la inminencia de las elecciones parlamentarias y las negociaciones que entre el gobierno y distintas fracciones de la oposición se venían dando antes de la pandemia para alcanzarlas. Cuál debe ser la estrategia de la izquierda para el próximo periodo de la lucha de clases y cuál la táctica electoral para la contienda que se avecina, son debates que no pueden perderse de vista durante la cuarentena, so pena de que el fin de la misma nos encontremos con escenarios para los cuales no estemos preparados.

Ciertamente, las elecciones no resolverán los problemas que enfrenta el país, esto lo sabemos. Pero una táctica electoral acertada, en el marco de una estrategia general concebida desde la lucha de clases, sí que puede poner a la izquierda en la vía correcta para convertirse en esa alternativa revolucionaria que tanta falta le hace al pueblo. Para ello, es necesario romper la falsa polarización entre gobierno y oposición, y develar la verdadera lucha entre los burgueses (tradicionales, optimistas[1], “patriotas” o “revolucionarios”[2]) y los trabajadores. Este trabajo, busca precisamente aportar elementos para ese debate.

Partimos de un breve análisis de la situación actual, que nos ayude a comprender el viraje derechista del gobierno a través de sus propias medidas y la degeneración del PSUV que éstas implican. De allí continuamos con un examen general de la izquierda, de los motivos estructurales e ideológicos de su dependencia con el gobierno, pero también de las posibilidades de unidad e independencia que se han venido desarrollando a partir de las luchas contra la arremetida conjunta de burgueses y terratenientes en el marco de las medidas del gobierno.  Destaca en este apartado, como un referente para la izquierda, la Unión Comunera y su lema “los que quieran socialismo, vengan con nosotros”, actor clave de nuestro planteamiento.

En el tercer apartado de este trabajo, concentra nuestro planteamiento estratégico en términos generales. Una estrategia basada en la lucha de clases como centro de la actividad política de la izquierda, que parte del apoyo a las luchas defensivas que han venido protagonizando los trabajadores, campesinos y comuneros, pero que se plantea como horizonte la toma del poder. En este marco estratégico es que se plantea la táctica electoral, centro de este trabajo, y que podemos sintetizar como alianza entre los partidos de izquierda con el movimiento popular.

Tomando como actor principal (pero no único) del poder popular a la Unión Comunera, en los apartados cuarto y quinto buscamos la contraparte partidista para la alianza electoral que hemos planteado. Para ello, analizamos las posibilidades de una ruptura del Partido Comunista (PCV) y del Partido Patria Para Todos (PPT) con el PSUV. Para esto, hacemos una revisión de algunos de los planteamientos ideológicos con los cuales se justifica la alianza política con el PSUV y el respaldo al gobierno, a la vez que examinamos algunas de sus tácticas electorales más recientes.

El PPT, por su apertura y por los debates que se han venido desarrollando en su interior, sale de esta comparación como el candidato con mayores posibilidades para establecer una política independiente de alianza con el movimiento popular, algo que, sin embargo, aún no está definido y que debe esperar hasta la Asamblea Nacional del Partido que ya ha convocado el secretariado nacional del partido.

En el sexto apartado, se aborda en detalle la táctica electoral planteada. Lo primero a considerar, serán dos grandes antecedentes: Las elecciones de alcaldes de 2017, y las de concejales de 2018, ambas con baja participación de los sectores mayoritarios de la oposición. En el primer caso, evaluaremos las candidaturas de Eduardo Samán en Caracas y la de Ángel Prado en Lara; mientras que en las elecciones de concejales lo fundamental será la comparación de las alianzas hechas por los partidos. De ambos casos, lo fundamental será extraer las lecciones que nos sirvan para la próxima contienda.

Los aspectos técnico-electorales también tienen su espacio en este trabajo, por ello, luego de los antecedentes analizaremos las condiciones en las que se desarrolla la elección y las acciones a tomar para superar el ventajismo y control institucional del PSUV. Por último, para cerrar este sexto apartado, consideraremos las implicaciones políticas que pueden tener los incendios en centros estratégicos de resguardo de material electoral, con la consiguiente destrucción de máquinas. Esto, ciertamente abre la posibilidad de volver a un conteo manual de votos, lo que dificultaría el trabajo de la izquierda.

Como sabemos que la izquierda no está sola en la cancha, intentaremos señalar los posibles riesgos a los que se enfrentarán los actores principales de nuestro planteamiento. Esta tarea, se facilita en la medida en que ya hemos podido observar la aplicación de la estrategia de castigos y recompensas que el gobierno usa para controlar y desactivar la amenaza opositora. No podemos descartar que, en mayor o menor grado, los mecanismos que sirven para dividir y derrotar a la derecha: coerción, negociación y barreras institucionales, sean usado contra la izquierda para impedir que disputemos la hegemonía.

Por último, y a manera de conclusión, nos planteamos una cuestión central del análisis estratégico: cómo determinar el éxito o el fracaso de nuestro planteamiento. Ciertamente, lo cuantitativo será un elemento a tener en consideración, pero más allá de lo numérico, elementos cualitativos como la capacidad de lucha y movilización, la creación de referentes nacionales y la independencia de clase, serán decisivos. 

La tendencia que ha marcado el gobierno, y que ha comenzado a ser aplaudida por capitalistas “optimistas”, es a seguir sacrificando la revolución en los altares de la acumulación capitalista.  Esto, lleva irreparablemente a una ruptura entre el PSUV y el movimiento popular, algo que se ha podido constatar desde 2018. Queda de parte de los principales actores de la izquierda, seguir sosteniendo una alianza con quienes los golpean selectiva pero asertivamente, o construir una alternativa revolucionaria sobre la base de la lucha en todos los frentes al capitalismo. Reconocer que nuestra lucha es existencial, debe hacernos recordar las palabras de Ribas: “no podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”, y nosotros ¡Venceremos!


[1] Recientemente, un grupo de empresarios entre los que destaca Alberto Vollmer (presidente de Ron Santa Teresa), se presentaron al país como “optimistas anónimos”, ya que confían en que el gobierno está llevando a cabo un viraje similar al de la reforma China conducida por Deng Xiaoping. Para demostrar su optimismo, Vollmer vendió un millón de acciones en la Bolsa de Caracas, y prevé llegar a los 6 millones de acciones para recaudar 3 millones de dólares.

[2] Con los nombres de “patriotas” o más recientemente de “revolucionarios”, el gobierno se refiere a la burguesía que ha nacido y florecido a su amparo.

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