[ENTREVISTA] Movimiento de Pobladores y Pobladoras: El problema está en pretender construir el proyecto bolivariano sin cuestionar la lógica del capital (Parte I)

Reinaldo Iturriza.-

Entrevista a referentes del Movimiento de Pobladores y Pobladoras: Iraida Morocoima y Juan Carlos Rodríguez, de Campamento de Pioneros y Pioneras; y Hernán Vargas y Nélida Cordero, del Movimiento de Trabajadoras Residenciales Unidas por Venezuela.

Les propongo que intentemos hacer un balance general de lo acontecido en Venezuela desde el 9 de diciembre de 2015, fecha en que se produce una importante movilización popular a Miraflores, en buena medida promovida por Pobladores y Pobladoras, tres días después de la derrota del chavismo en las elecciones parlamentarias. ¿Por qué desde esa fecha? Porque aquella movilización no solo es un hito para el movimiento popular, sino porque antecede al que sin duda es el momento más difícil de la revolución bolivariana: el largo año 2016, en que arrecian la especulación y el acaparamiento de productos de primera necesidad, padecemos los efectos del desplome del precio del petróleo; la violencia antichavista de 2017, las sanciones contra PDVSA, el inicio de la hiperinflación; la oposición que se levanta de la mesa de diálogo en febrero de 2018, el magnicidio frustrado; la autoproclamación de Guaidó, la continuación de las agresiones económicas, el ataque al Sistema Eléctrico Nacional; pero también el lanzamiento de los motores económicos, la creación de los CLAP, la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, la reelección del Presidente Maduro, entre otros hechos. Y en este contexto, la agudización de las tensiones a lo interno del chavismo, directamente relacionada con las distintas formas de enfrentar los desafíos del completo momento histórico. 

Iraida Morocoima:

El 9 de diciembre había una gran tristeza en el pueblo. Tristeza porque se había perdido la Asamblea Nacional. Pero no solamente eso, era como que esa Asamblea la había perdido Nicolás, lo que me parece terrible, porque el pueblo estaba muy consciente de que era Nicolás el que debía continuar, pero necesitaba hacer reacomodos para gobernar mejor, con el pueblo.

Antes del 9 se daba el debate: se iba para la Asamblea o se iba a apoyar al Presidente. Había cuestionamiento sobre el apoyo al Presidente, y nosotros fuimos bien firmes en decir que el apoyo era absoluto, porque seguíamos comunicándonos con Chávez, porque Chávez éramos nosotros, y esa era la orientación clara como la luna que Chávez nos había dado.

En esa lucha contra esa tristeza que teníamos, nos fuimos con todo el amor del mundo a donde nuestro Presidente. Era una necesidad que tenía el pueblo de encontrarse con Nicolás Maduro y decirle que contara con nuestro apoyo. Era como abrazar al Presidente para fortalecerlo, llenarlo de energía y seguir con los combates que venían. Creo que fue importante ese día.

A lo mejor hubo gente que creyó que nosotros fuimos a pedir cargos, pero nosotros lo que siempre vamos a plantear es que se construya el Estado comunal. Nosotros tenemos toda nuestra fuerza y nuestra energía en la autogestión general, en la autogestión como una forma liberadora, para poder construir ese Estado comunal. Sin autogestión no va a haber Estado comunal, y Chávez lo planteó en Golpe de Timón. Es necesario siempre estar revisándolo, porque su mensaje fue claro, preciso: tenemos que construir la Comuna. No es cambiar un ministro y poner a otro, no es una responsabilidad de un ministerio, es una responsabilidad de un pueblo, y de un Presidente que tiene que gobernar con el pueblo, con la gente, con los de abajo.

Siempre hay quienes dudan del pueblo. La ventaja de Chávez es que siempre creyó en el pueblo, él escuchaba, y si no escuchaba lo regañaban, él entendía que el pueblo lo estaba orientando, por alguna razón le estaba diciendo eso.

Hernán Vargas:

Creo que 2015 fue como un año en que tocamos fondo en distintos aspectos, y se abre un período muy peculiar dentro de la revolución, que está marcado, por un lado, por el bloqueo como estrategia de ataque imperialista, y por el otro con una agudización de las contradicciones internas de la revolución bolivariana. Pero además es un período marcado por la incertidumbre, como de ensayo de cosas, tanto para la derecha y el imperialismo como dentro del chavismo.

Y digo que 2015 es un año en que tocamos porque hay una cantidad de cosas que el chavismo venía arrastrando, no desde 2013. Hay una tendencia a creer que a partir de 2013 inicia un nuevo período, y creo que no es cierto. Sin duda que es un hito fundamental la desaparición física de Chávez, pero no significa una ruptura total. En todo caso, uno de los aspectos que quiero referir es que desde hace tiempo viene produciéndose un alejamiento de la clase política del sentir de la mayoría de la gente, y en 2015 eso le pasa factura al chavismo, pero no porque la derecha se acercara al sentir de las mayorías, más bien la mayoría se desplazó momentáneamente hacia la derecha por retruque, como castigo hacia un chavismo que había venido desvinculándose progresivamente.

La movilización del 9 de diciembre fue también un mensaje claro de la base popular a la dirigencia burocrática del chavismo, pues, como bien lo decía Iraida, una parte de ella estaba pensando que era un momento de recambio interno e incluso de transición, de derrota de la revolución bolivariana. De hecho, apenas inicia el año 2016 en muchos ministerios se hablaba de que teníamos seis meses para gobernar, es decir, se habían tomado en serio el ultimátum de la Asamblea Nacional.

La Asamblea Nacional, por su parte, en medio de este clima de incertidumbre que caracteriza al nuevo período, se debatía entre el camino democrático, entre tirar política, por ejemplo con lo que nosotros llamamos Ley de Estafa Inmobiliaria, que era para tratar de capitalizar, para llevar al capital inmobiliario todo lo que se había invertido en los años precedentes en materia de vivienda popular, o seguir la línea de los yanquis, conforme a la cual comienzan a amenazar con que en seis meses cae el Gobierno. Planteado ese dilema, la derecha termina optando por la segunda opción, es decir, por la violencia, y ahí se va debilitando tremendamente, porque abandona la construcción de política, subordinándose por completo a la estrategia gringa. Tal vez la expresión más clara de esto es Julio Borges levantándose de la mesa de negociación en República Dominicana, en febrero de 2018, cuando se iba a firmar el acuerdo.

La derecha venía de intentar la vía de la violencia de calle en 2014 como forma de generar ruptura, vuelve a intentarlo en 2017, y es derrotada por el pueblo venezolano: Nicolás tiró una línea que fue correcta, que fue el planteamiento de Constituyente como vía para resolver los problemas, y el pueblo la hizo suya. No necesariamente como uno puede pensar: para profundizar el socialismo, etc., no. Sencillamente la mayoría de la gente identificó que entre la violencia de calle y la posibilidad de un proceso constituyente, lo preferible era el proceso constituyente, y así como le dio una cachetada al chavismo en 2015, para pasarle factura, en este momento castigó a quienes tenían la intención de generar caos en el país. Como resultado, la derecha venezolana se debilita enormemente: ya no tiene política de calle, no tiene política qué ofrecer.

Del lado del chavismo, en este período tiene lugar una discusión sobre cuál es el modelo. Por un lado, y tras esa angustia inicial porque nos iban a tumbar, la dirigencia burocrática empieza a entender que tiene que gobernar. Por el otro, un pueblo que define en los momentos fundamentales: la elección de la Asamblea Nacional Constituyente fue uno de ellos, lo que vivimos recientemente, con el ataque al Sistema Eléctrico Nacional, también. Así como el Gobierno activa los motores económicos, del lado de la ofensiva imperialista también se activaron distintas líneas de socavamiento: sin comida, sin medicinas, y recientemente sin luz, como lo decía Pompeo. Ha sido el pueblo el que ha puesto el cuerpo para resistir toda esta difícil situación, pero además el que ha venido dando respuestas concretas.

Recientemente, cuando quitan la luz, como un episodio cumbre de esa estrategia de asfixia, el pueblo venezolano da una demostración absoluta de voluntad de vida y de paz, de resolver los problemas en democracia. Ese es otro de los momentos en que ha aflorado todo lo acumulado en este tiempo, y ha vuelto a expresarse un pueblo que cree en el modelo bolivariano, cree en una Constitución que le garantiza un conjunto de derechos. De hecho, creo que muchas de sus molestias tienen que ver con la precariedad de esos derechos que sentía garantizados: el agua, la luz, la salud, la alimentación, el transporte, todo un modo de vida al cual se había acostumbrado. Y aquí no se trata de si se es chavista o antichavista, aquí es sencillamente: yo no creo en ser carne de cañón para una ofensiva yanqui, no creo en la intervención militar. Esa es, en general, la respuesta del pueblo.

Pero luego tienes un chavismo en cuyo interior se vienen agudizando las contradicciones, una parte de la dirección política que empieza a replantearse el rumbo a seguir, que piensa que más bien la fórmula es que hay que tratar de pactar, llegar a una salida negociada, que tiene que ver con una recomposición de un modelo capitalista neoliberal. También tienes a un pueblo chavista que va reconfigurando su forma de organizarse, de pelear. La dirección política se aleja de los consejos comunales, de las Comunas, como estrategia, tira la idea de los CLAP como otra fórmula, cosa que no es demasiado novedosa, porque muchas veces ocurrió eso de ir cambiando la fórmula organizativa sin tener acumulación, luego Chávez con los consejos comunales y las Comunas se planteó una estrategia de acumulación de toda esas fuerzas organizativas, y ahora se vuelve a dispersar ese esfuerzo. Sin embargo, el chavismo vuelve a apostar a otra forma de organización, los CLAP, que de hecho han sido claves para poder garantizar el abastecimiento de comida sin intermediarios. En fin, hay un chavismo que a pesar de tanta precariedad y tanta dificultad, sigue movilizándose en la calle, pero en un contexto de agudización de las contradicciones internas muy grande.

Un ejemplo de eso es que así como la derecha trató de construir política promoviendo una Ley de Estafa Inmobiliaria como forma de capitalizar lo que se había invertido en vivienda llevándolo al mercado inmobiliario, hoy día sectores de la dirigencia chavista consideran que esa es la fórmula: que hay que capitalizar todo eso, que el mercado inmobiliario va a permitir que circule capital y eso va a permitir recomponer la economía.

Es algo que nosotros venimos discutiendo desde hace mucho rato: el problema está en tratar de construir el proyecto bolivariano reproduciendo la lógica de la modernidad, del capitalismo rentístico venezolano, es decir, sin cuestionar el acomodo moderno/colonial de Venezuela, y el papel que se le asignó para que el capital se reprodujera y circulara a escala global.

Juan Carlos Rodríguez:

Hacer un balance de casi cuatro años, con todas las cosas que pasan en Venezuela cada tres meses, es un desafío para una entrevista corta. Pero bueno, tú partías de preguntarnos sobre el 9 de diciembre. Y en ese momento se presentaba un dilema, que yo creo incluso que todavía está vigente, que es el problema del liderazgo del proyecto, del liderazgo histórico.

En ese momento, con esa derrota política que tuvimos, de las elecciones para la Asamblea Nacional, empieza a achacársele la culpa a Nicolás. La factura política la paga Nicolás. Entonces empieza a surgir la matriz de opinión de que Nicolás no había estado a la altura del momento, y que había que ir pensando en la posibilidad de un cambio, de refrescar el liderazgo, etc.

Hay un tema central, y es que el pueblo sigue creyendo en Chávez: en las cosas que Chávez propuso, en las cosas que visionó, que planteó como alternativa, como futuro, como idea de sociedad. Hay una subjetividad todavía muy fuerte dentro del pueblo venezolano, marcada por las ideas de Chávez. Esa fe en las cosas que planteó Chávez no se ha perdido.

Nosotros, por ejemplo, desde Pobladores, todavía seguimos creyendo en las propuestas, en los planteamientos del comandante Chávez. Entonces, en ese momento, frente al dilema del tema del liderazgo, lo que dijimos fue: el comandante Chávez nos planteó que la continuidad del liderazgo histórico de la revolución, que va más allá del cargo de Presidente, pasaba por Nicolás Maduro. Si nosotros cuestionamos eso, estamos cuestionando lo que Chávez planteó, y eso sería facilitar una fractura en el liderazgo, que nos dejaría en una situación de debilidad insalvable. Planteábamos que teníamos que apuntalar ese liderazgo, tal y como Chávez lo había orientado.

Algunos decían que Chávez también pudo haberse equivocado, etc., pero ahí está otro debate: cómo se construyen los liderazgos históricos, porque el propio comandante Chávez es un liderazgo que surge de la lucha popular, se construye en la batalla.

Eso fue lo que motivó, principalmente, la movilización del 9 de diciembre de eso año: respaldar ese liderazgo histórico, seguir manteniendo a la figura y blindar ese liderazgo. Luego ahí, porque claro, en esos procesos de articulación popular confluyen muchos actores, se terminó entendiendo esa movilización como una especie de tribuna para cuestionar a todos los ministros, etc. A pesar de esto, creo que fue un momento importante, incluso para la construcción del liderazgo del Presidente Nicolás Maduro, porque estaba siendo cuestionado por todos lados, desde dentro del chavismo.

Ahora, haciendo un balance del liderazgo en estos cuatro años, evidentemente uno de los objetivos de la derecha y del imperialismo es destruir el liderazgo, porque en esa medida puedes destruir al movimiento. Los ataques al liderazgo se han ido incrementando cada vez más, sin hablar de los otros tipos de ataque que hemos padecido: económicos, mediáticos, diplomáticos etc. El Presidente en aquel momento pudo conectarse, y esa conexión le permitió hacer una lectura de la realidad que le permitió dar pasos importantes luego. Pero el propio ataque hacia el liderazgo del presidente Nicolás Maduro, que llegó hasta el intento de magnicidio, ha hecho que se vaya perdiendo el vínculo, la conexión.

Hay como una especie de aislamiento, por la propia situación, por los ataques, y eso sí es un problema. El comandante Chávez planteaba que es dirigir junto al pueblo los destinos de la patria, y además nosotros veníamos construyendo una relación muy fuerte líder-pueblo con el comandante Chávez, que queremos mantener con el liderazgo, pero la dinámica ha sido otra.

Entonces, una de las cosas es cómo logramos desde el movimiento popular restablecer el vínculo y la conexión con el liderazgo para mantener el rumbo estratégico. Yo creo que en la medida en que los liderazgos se aíslan, y pierden la conexión con el movimiento, con sus bases, hay un riesgo fuerte de que la dirección se pierda.

Nélida Cordero:

En ese momento crucial que vivimos nosotros, cuando en 2015 decidimos como poder popular manifestar, queríamos transmitirle al presidente Nicolás Maduro la confianza que le tenemos, la fe en las cosas que veníamos construyendo desde muchos años atrás con el comandante Chávez; que su partida nos afectó mucho, pero que nosotros sabíamos que él nos había dejado una responsabilidad.

Ese momento lo aprovechamos, creo yo, la mayoría de los que estuvimos allí, para manifestarle al Presidente Nicolás Maduro el apoyo, porque él tenía que mantenerse allí, con hidalguía; que no se sintiera solo, que había un pueblo que, pese a esa derrota pequeña que habíamos tenido, íbamos a seguir dando la batalla, porque el comandante Chávez si algo le manifestaba siempre al pueblo era que teníamos que mantenernos en la lucha, constantes. Con Chávez no descansábamos, porque él nos mantenía siempre activos, no dejábamos nunca de construir algo. Eso nos ha permitido a nosotros seguir construyendo, queriendo hacer cosas.

Tenemos una gran responsabilidad: preservar las cosas que construimos junto con el comandante Chávez, y esas cosas que todavía no hemos podido darles continuidad, pues hacerlo. Si algo hemos aflojado un poco es con los consejos comunales, pero es dentro de la revolución que está el camino y es hacia allá que debemos ir todos.

En esta batalla crucial que tenemos, el impero y sus lacayos aquí nos han dado con todo, pero este pueblo ha sabido resistir. Hay un pueblo que pese a las adversidades sabe que lo primero es defender su patria, luchar por defender las conquistas que tiene. Además, tenemos mucho por construir. Ese sueño que nosotros comenzamos a construir con Chávez es muy hermoso, y no vamos a dejar que se nos escape de las manos.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *