[FIN DE LA CITA] ¿Qué esconde la frontera?

Venezuela comparte alrededor de 5200km de superficie continental terrestre con Colombia, Brasil, y la Guayana Esequiba como territorio en reclamación.

No es un secreto, históricamente fuertes conflictos han caracterizado las zonas fronterizas convirtiéndolas en un escenario permanente de disputa para el juego geopolítico nacional e internacional, y es que éstas son áreas de relevancia estratégica para la circulación de capital y el intercambio comercial.

La actual crisis venezolana ha concentrado la atención al nodo fronterizo Colombo-Venezolano, que el más notable foco de convulsión social, política y económica de la región.

Son muchas las especulaciones en torno a lo que sucede en los principales pasos ubicados entre el estado Táchira y el departamento de Norte de Santander, el sistema de relaciones complejas que confluyen en este espacio limítrofe lo convierten en un enmarañado escenario lleno de mitos y relatos distorsionados con dimensiones retorcidas.

Pero, ¿Cuáles son las caras ocultas de la realidad fronteriza?

Enfoquémonos en tres aspectos principales:

  1. La violencia

De acuerdo al Informe de 2018 del Observatorio Venezolano de Violencia, “La mayor cantidad de homicidios ocurridos en el estado Táchira tuvieron lugar en municipios fronterizos con Colombia. Este grupo de municipios incluía al menos cinco zonas; sin embargo, destacaron los municipios García de Hevia, Pedro María Ureña y Ayacucho.” Cabe destacar que estos datos son proporcionados por una organización de dudosa fiabilidad, pero son los únicos que se encuentran a disposición.

Así mismo, según el Comité internacional de la Cruz Roja “en 2018 se intensificó el conflicto armado en Norte de Santander, aumentando en 800% el número de víctimas de minas y artefactos explosivos, así como las víctimas de desplazamientos forzados y desapariciones.”

La naturaleza de la violencia en la zona ha sido variable en el tiempo, y responde a intereses de distinta índole, veamos:

Primero, como expresión actual del conflicto armado colombiano, que lejos de acabarse con la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, se ha agudizado con un alza importante del paramilitarismo en las regiones históricamente más azotadas por la pobreza y desigualdad, entre las que se encuentra el Norte de Santander y otras zonas del oriente colombiano.

Se estima que la mayoría de los enfrentamientos que se presentan en las poblaciones fronterizas son consecuencia de las operaciones militares efectuadas por las fuerzas armadas de Colombia y Venezuela, y la pugna por el control estratégico del territorio entre los grupos paramilitares y la guerrilla del ELN (Única organización insurgente de orientación marxista-leninista activa en el conflicto armado actual).

Es importante aclarar que el paramilitarismo no es un fenómeno criminal corriente, por el contrario se corresponde con una violencia política dirigida, y una estrategia contrainsurgente y anti-izquierda que enarbola consignas de extrema derecha, y que lleva a cabo acciones encaminadas a generar terror en la población civil, en defensa y complicidad de las élites políticas y la oligarquía colombiana.

En segundo lugar, como consecuencia de la disputa por el territorio de las mafias y delincuencia “común” que actúan en concordancia con grandes carteles continentales de narcotráfico.

Finalmente, como resultado de la participación de agentes armados del Estado (Colombiano y Venezolano) en actos de corrupción y abuso de poder, muchas veces en relación con paramilitares y delincuentes.

  1. La pobreza:

Producto de diversos paquetes de políticas neo-liberales aplicadas en Colombia desde los años 90, en conjunción con la compleja realidad venezolana, en la que destaca el hecho de que la crisis económica actual está íntimamente relacionada con la situación de pobreza en el territorio fronterizo.

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia (DANE), Cúcuta es la tercera ciudad más pobre del país con un 40% de personas en situación de vulnerabilidad, el desempleo alcanza el 17%, y el trabajo informal supera el 75%.

Aunque la falta de datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística de Venezuela (INE) impide conocer con claridad cuál es la situación en la que se encuentran las poblaciones fronterizas del lado venezolano, sabemos que una de las consecuencias principales de la crisis ha sido el detrimento de las condiciones materiales y de reproducción de la vida de las y los trabajadores, lo que ha generado un éxodo masivo.

Según cifras presentadas por Migración Colombia, hasta el 30 de junio de 2019 habían ingresado a Colombia 3.147.660 personas provenientes de Venezuela, de las cuales sólo se quedaron 1.408.055.

742.390 residen legalmente, mientras que 665.665 se encuentran de forma “irregular”, es decir, sin los documentos necesarios para trabajar ni acceder a los servicios básicos de salud, vivienda, educación y alimentación.

De acuerdo a esta misma fuente -que no ha podido ser contrastada y verificada con otros datos debido a la inexistencia de éstos-, 200.000 venezolanas y venezolanos se encuentran solo en Norte de Santander.

¿A qué se dedican estas personas?

La mayoría ocupa puestos de trabajo en condiciones indignas, generalmente en el campo de la informalidad y con condiciones de vulnerabilidad agravada.

El panorama de la pobreza fronteriza es un intrincado cúmulo de contradicciones sociales, económicas y políticas.

  1. El desangramiento de la economía nacional venezolana:

A través de mecanismos de especulación financiera y de la manipulación directa del mercado de valores, que de la mano de los decretos vigentes de liberación cambiaria, permite realizar transacciones económicas de alto nivel sin que exista mayor control. Lo que resulta en el establecimiento de una cotización paralela del valor de la moneda nacional con respecto al dólar.

Además, así se generan procesos de legitimación de capitales provenientes de actividades delictivas como el narcotráfico, pero también de operaciones fraudulentas de comercio exterior, importaciones ficticias y sobrefacturación por parte de las empresas privadas.

La compra, venta y extracción ilegal de dinero en efectivo con fines comerciales (que son parte de actividades delictivas en territorio fronterizo), ha sido otro fenómeno consolidado que desestabiliza la economía venezolana, generando una escasez recurrente de papel moneda a lo interno del territorio nacional.

Finalmente, también por medio de la extracción de bienes y mercancías de contrabando, que por cierto no es un fenómeno unilateral –sino que también está caracterizado por la introducción ilegal de productos colombianos en el mercado venezolano-, pero que representa una gravedad notablemente mayor de consecuencias para el Estado venezolano.

¿Por qué?

“El decreto 4136 emitido por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público de Colombia en 2004, reconoce los más de 60 pasos ilegales o trochas por donde circula el grueso del contrabando, legitimando la práctica ilegal siempre y cuando se garantice el pago de tributos ante la dirección de impuestos y aduanas nacionales (DIAN)” Oscar Forero

La principal compañía petrolera de Colombia ECOPETROL, corrobora en sus informes que entre los años 2009 y 2018 envió solamente el 56% de las cantidades requeridas para abastecer de combustible a las zonas fronterizas, lo que implica que el restante necesario se suministró por vías del contrabando.

Aunque la producción petrolera ha bajado en los últimos años, la extracción ilegal de gasolina sigue siendo un problema grave. Diversas medidas han sido anunciadas por el ejecutivo nacional con el objetivo de frenar el robo, sin embargo, muchas de ellas ni siquiera llegaron a una primera instancia de ejecución.

¿Y qué pasó entonces?

Fin de la cita

*Tatuy Tv: Laura Guzmán y María Alejandra Reyes. Narración: Karen Torres.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *