[DENUNCIA] Manifiesto Universitario (UDO – Núcleo de Sucre)

MANIFIESTO UNIVERSITARIO. A los estudiantes, profesores, empleados, obreros, egresados de la Universidad de Oriente, y en especial del Núcleo de Sucre, semilla viva de nuestra universidad. Al pueblo venezolano. Pueblo al que pertenecemos porque “Del Pueblo Venimos, Hacia el Pueblo Vamos«

Nuestra universidad fue siempre más que una aspiración, una necesidad, un anhelo de la juventud del oriente venezolano que debía emigrar hacia otras regiones del país para poder acceder a los estudios universitarios, situación que solo unos pocos podían permitirse. Con la creación de la Universidad de Oriente, según decreto ley número 459 de fecha 21 de Noviembre de 1958 y el inicio de sus actividades en la ciudad de Cumaná (en principio en una sede en Caigüíre donde hoy funciona la Escuela Rómulo Gallegos y su posterior traslado a su sede  definitiva en Cerro Colorado, en un terreno donado por la municipalidad de la ciudad), se cumplía el sueño de contar con un centro de estudios que vendría a ser la concreción de muchos otros intentos, de contar con los estudios superiores en la ciudad Primogénita  que además irradiara con su luz de saber a todo la región oriental.

En la emblemática altura que guía a los marineros que arriban a Puerto Sucre en la ciudad de Cumaná, Cerro Colorado, en el año 1960 comienza a funcionar la sede del Instituto Oceanográfico (IOVE). Centro de investigación que llegó a ser una referencia en Latinoamérica y en el mundo por sus estudios y aportes al conocimiento de nuestros mares. En esa edificación, funcionaba también la sede rectoral. Además, se construyó el edificio (CB) donde iniciaron con carácter experimental, los primeros cursos básicos (una innovación en estudios universitarios en la que fue pionera la UDO).

El pueblo cumanés y oriental celebró ese nacimiento e hizo suya aquella universidad que venía a ser “la casa más alta”, la que irradia “su Orinoco de Luz torrencial” misma que permitió “…hacer la medalla sencilla que labramos con hierro y con miel”. Versos estos de nuestro himno (Letra de Lucila Velásquez y música de Inocente Carreño) que se hicieron mucho más que palabras, concreciones.  Esta semilla que se iniciaba en Cumaná, se expandió por todo el oriente y sur del país en la figura de los núcleos (Anzoátegui, Monagas, Bolívar, Nva. Esparta), inaugurándose así una nueva estructura de la administración universitaria, que venía a contraponerse a las tradicionales.

Así, la UDO, inició su transitar en la formación de profesionales universitarios en las diferentes áreas del saber; incentivando la investigación científica. Vinculándose con las manifestaciones culturales y dignificando a sus cultores, haciéndolos arte y parte del quehacer universitario. En fin, consolidándose como una referencia de lucha, de resistencia estudiantil para la construcción de un país con mayores oportunidades y justicia social. La universidad de banderas desplegadas que abrazó no solo a la comunidad oriental sino de otras regiones del país y del mundo. Por esa “puerta triunfal” salieron los hijos de obreros, pescadores, agricultores, amas de casa, domésticas, siendo profesionales de excelencia.

Por supuesto que en toda organización humana, en toda institución hay conflictos. Resulta lógico que en una universidad haya debates, diferentes puntos de vista particulares que enriquecen las discusiones; y, en ese sentido el Núcleo de Sucre fue siempre el epicentro de situaciones conflictivas con las autoridades rectorales. Este núcleo ha sido contestatario desde sus inicios, irreverente a los ojos de una administración que desde siempre ha gobernado la universidad y que ha visto en este núcleo un espacio que se les ha negado como “conquista”. Hoy, son otras las caras pero estas, representan los mismos intereses de siempre.  

Así, presenciamos estupefactos como las “autoridades universitarias” han visto con indiferencia, inacción y casi con alevosía cómo la delincuencia se apoderó de los espacios físicos del Núcleo de Sucre y sistemáticamente, cual termitas, ha ido demoliendo salones, laboratorios, oficinas, jardines, auditorios, librería, bibliotecas, etc. Así, desvalijaron los laboratorios, los materiales de oficinas, aires acondicionados, libros de los profesores, tesis, materiales de estudio, neveras (algunas donde se guardaba material radioactivo para propósitos de investigación). Lo que no han podido llevarse lo han quemado. Esto ocurrió con el Instituto Oceanográfico, con el auditorio y ahora con los libros y material bibliográfico que reposaban en la Biblioteca Central.

En este caso último, es evidente esa indolencia tanto de las “autoridades rectorales” como de las del Núcleo porque ya, desde hacía casi un año, los estantes que servían para organizar ese material, se los había cargado la delincuencia, dejando los libros regados, expuestos. Hubo reclamos de algunos sectores universitarios para rescatar ese material; pero no hubo ningún tipo de respuesta. Así que esta acción emblemática de la barbarie, estaba cantada. Se han dejado sentir diversas voces ante este hecho bochornoso; pero no las de la rectora Milena Bravo (por cierto egresada del Núcleo de Sucre) o del Vicerrector Académico, de la Vicerrectora administrativa (que hace parte del personal docente del Núcleo de Sucre), tampoco del secretario de la UDO; y, lo más sensible, no ha habido una declaración contundente de las autoridades (decana, coordinación académica, coordinación administrativa, directores de escuela, jefes de departamentos, etc.) del Núcleo de Sucre. Silencio sepulcral.

La UDO se nos muestra hoy como la universidad de la precariedad. Una universidad asediada, por dentro y por fuera. Hoy en día, el Núcleo de Sucre-Cumaná en particular, se encuentra ante una encrucijada histórica que lo coloca al borde del precipicio; ante la posibilidad cercana de su desaparición, al menos en lo que a planta física se refiere.

La situación de la universidad no ha despertado la preocupación colectiva por llevar adelante acciones que reviertan la situación en la que está, sino que más allá del lamento y la crítica, miran la destrucción con asombro pero con inacción; a excepción de un grupo de profesores, estudiantes, empleados y obreros, que desde su  “cierre técnico” han insistido en su defensa, han asistido casi religiosamente a sus instalaciones, con la firme convicción de que la universidad puede renacer con nuevos bríos.

No se ha interiorizado que la caída de la Universidad de Oriente es una tragedia cultural que no conviene a nadie y afecta a todo el colectivo. No interesa ni a “tirios ni a troyanos”; ni a izquierdas ni a derechas, porque la universidad es un bien común, patrimonio de la cultura y la humanidad, patrimonio cultural sucrense, oriental y guayanés, y esto no debería admitir sesgos ideológicos, ni discriminaciones.

Tenemos que tomar posición responsable ante esta tragedia, y por ello, presentamos ante la opinión pública este documento, donde tenemos que informar responsablemente, que no todo ha sido obra del hampa común. Los miembros de la comunidad universitaria fuimos cediendo paulatinamente los espacios. Poco a poco fuimos quedándonos solos, sin matrícula estudiantil y con profesores que instigaban a los estudiantes a marcharse y ellos mismos se fueron, incumpliendo sus responsabilidades. Algunos emigraron, otros simplemente abandonaron los espacios y por supuesto, sus tareas académicas. Los actos vandálicos nos redujeron primero a sitios o edificios donde pudimos cumplir la honrosa tarea de educar y así ante la indiferencia institucional, fue avanzando el monstruo delincuencial.

Ante esto, queremos aclarar algunas situaciones. Por un lado, se quiere posicionar una matriz de opinión de que la debacle de la UDO es responsabilidad solo de delincuentes y del gobierno nacional. Esto muestra una verdad a medias, y toda verdad a medias es una falsedad. No negamos que el gobierno nacional y regional tienen sus propias responsabilidades, que es necesario denunciar. Nos preocupa que tanto en medios de comunicación, como en las redes sociales, se posiciona una homogeneización de los discursos y las imágenes que falsea el concepto de la verdad, usando discursos sin argumento y el sentimiento de las personas que se conmueven ante imágenes aterradoras de la destrucción de la UDO; movilizada muchas veces -esta matriz de opinión- por la supuesta defensa del valor patrimonial de la universidad. Esta información no escudriña las raíces de las cosas.

En tiempos de monopolio de los sentidos como estrategia comunicacional del poder global para dominar a los lectores incautos, se hace necesario desmontar estos hegemónicos mecanismos de codificación.  En la historia de la universidad es necesario escuchar la voz de los universitarios: “Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de las cacerías la seguirán escribiendo los cazadores” (Proverbio africano, recopilado por Eduardo Galeno. Citado por Monedero. El Gobierno de las Palabras). Por esto se hace necesario mostrar una visión más cercana y más amplia de este problema realmente complejo.

El primer referente adicional a agregar es que la UDO entera es gobernada por el movimiento UDO 70 (AD) desde sus años de fundación; y esta tendencia hegemónica se ha mantenido históricamente. Este es un dato que se omite. Ante esto, es válido cuestionarnos: ¿Cómo pueden las autoridades universitarias acusar a entes y actores externos a la institución, si son ellos/ellas principalmente los/las que desde siempre han manejado los destinos de la Universidad de Oriente? ¿Acaso la seguridad dentro del recinto universitario no es responsabilidad de sus autoridades? ¿La autonomía hace a la universidad un Estado dentro de otro Estado? ¿La amnesia deliberada a cuáles intereses responde?

Ante esto, debemos apelar a la memoria histórica, a las experiencias vividas y sentidas por los miembros de la comunidad universitaria, porque son muchos los testimonios y evidencias que dibujan con claridad, lo que hemos dado en llamar la “CRONICA DEL ATENTADO CULTURAL CONTRA LA UNIVERSIDAD DE ORIENTE” que dejaremos para hacérsela llegar en una próxima entrega, donde demostraremos que en la debacle universitaria hay una clara corresponsabilidad por parte de algunos actores llamados a garantizar su buen funcionamiento y la preservación del patrimonio material; pero también nos interesa superar el análisis meramente acusatorio. Procuramos un debate amplio que nos conecte con la reconstrucción universitaria y el llamado a nuevos liderazgos nacidos del trabajo colectivo para trascender hacia la tarea formativa que por décadas (60 años) ha caracterizado a la UDO y ha distinguido al Núcleo de Sucre.

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