[OPINIÓN] Castillo no suavizó consigna alguna ni maquilló su programa

Lautaro Rivará

No es exactamente parte de una «segunda oleada progresista» en la región. Me atrevo a pensar que Pedro Castillo es otra cosa, así como otra cosa muy distinta al progresismo realmente existente es el Perú sureño, las rondas campesinas, y este capilar movimiento social que viene de lejos, aunque recién ahora lo hallamos visto auparse del caballo.

Su posicionamiento en el debate electoral frente a Keiko Fujimori no se olvidó nada en el tintero. Castillo no suavizó consigna alguna ni maquilló su programa, como parecen demandar los manuales tácitos de las candidaturas cada vez más descafeinadas, centristas, tecnocráticas y liberalizadas que proliferan en la región. Castillo habló de referéndum constituyente; denostó frente a su rival las esterilización forzosas bajo la dictadura de Alberto Fujimori; puso sobre el tapete la necesidad de una (segunda) reforma agraria que a la vez complete y rectifique la de Velasco Alvarado: propuso políticas económicas de industrialización soberana: habló de la necesidad de poner coto a las corporaciones y de la necesaria reapropiación de la renta minera y agraria; manifestó el inicio de una coordinación geopolítica con Rusia y otras naciones para la obtención de vacunas; y se refirió en extenso a la lucha anticorrupción -quizás una de las principales demandas populares del Perú, aunque a algunos les genere cierto escozor-, pero no para cazar perejiles ni hacerle el caldo gordo al lawfare, sino a través de una cruzada «que comience por arriba».

Tras la incapacidad momentánea de tumbar a los gobiernos dictatoriales de Honduras y Haití, tras la estrategia aún inconclusa de alumbrar una alternativa constitucional post-pinochetista en Chile, tras el duro revés político-electoral en Ecuador, y con las expectativas de plazo puestas en una Colombia que ve resquebrajarse el orden narco-paramilitar impuesto por el uribismo, Perú es la esperanza más inmediata para que nuestros pueblos rompan el impasse y reinicien su marcha de gigantes.

Si este docente rural logra ingresar a la «Casa de Pizarro», habremos visto el primer entronque exitoso entre el ciclo de movilizaciones continentales comenzado hacia fines del año 2019 y su posible canalización político y electoral. Toda atención es poca a la hora de seguir esta coyuntura que arrastra los sedimentos de los ríos profundos de nuestra patria grande latinoamericana y caribeña.

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