[OPINIÓN] Chávez y la caída de los precios del petróleo

Para muchas y muchos, el origen de la actual crisis se remonta a aquel inesperado 12 de septiembre de 2014, en el que los precios petroleros cambiaron dramáticamente su tendencia, anunciando el inicio de un período de desplome que se extendió a lo largo de 2 años, y que constituyó el desencadenante de la grave crisis que hoy enfrentamos. Los precios que cotizaron en los tres años previos al desplome sobre 100 dólares el barril, cayeron hasta ubicarse en su mínimo histórico de 24 dólares por barril en enero de 2016. La promesa de la recuperación económica reposó sobre la expectativa de recuperar los precios del crudo, necesarios para mantener a favor la balanza de pagos y garantizar los compromisos presupuestarios y de deuda que afectaban al gobierno. Sin embargo, subieron los precios, y la crisis continuó por otros senderos.

No era la primera vez que Venezuela se enfrentaba a una debacle de esta magnitud. En enero de 2009, mientras la derecha rumoraba el advenimiento de un nuevo paquetazo neoliberal contra el pueblo, el Comandante Chávez retaba con vehemencia al imperio y a la burguesía: “¡Pónganme el petróleo a 0!, y Venezuela no entra en crisis”1 a propósito de la abrupta caída de los precios del petróleo que experimentaba la nación, como consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria que desde 2007 afectaba a EEUU.

La baja petrolera se mantuvo durante meses, y la economía se resintió palpablemente durante ese año, pero el fantasma de la gran crisis logró ahuyentarse, reducir al mínimo el impacto sobre nuestro pueblo y lograr una progresiva recuperación económica. Nos preguntamos entonces ¿Qué evitó que se desencadenase en 2009 una crisis similar a la que atravesamos? ¿Fue un milagro o resultado de la generosidad del imperio y la burguesía? ¿Qué marcó la diferencia? ¿Terminó la crisis recayendo sobre los hombros del pueblo? ¿Quedó algún aprendizaje de 2009?

En esa alocución de enero de 2009 el Comandante recalcaba con firmeza la actitud que asumiría frente a la crisis: “yo más bien les digo a ellos [a la burguesía] que se pongan a rezar para que aquí no llegue el huracán de la crisis mundial, porque ellos serían los más perjudicados, no el pueblo ni la revolución socialista; la crisis es del capitalismo, no del socialismo”2, y tal como caracterizaba al Comandante, obró en consecuencia con su discurso.

El 21 de marzo de ese mismo año, el presidente anunció un conjunto de medidas anticrisis, destacan entre ellas: el reajuste de la producción diaria de petróleo en 3.162.000, acompañada de una política que junto a la OPEP, procuraron la estabilización de los precios; una polémica reducción de 6.7% del presupuesto de 11.000 millones de Bolívares fuertes, con énfasis en la eliminación de gastos suntuarios, como medida ejemplarizante en la lucha contra el despilfarro y los privilegios institucionales que venían lesionando la integridad revolucionaria de la dirigencia: “Eso es lo viejo, la vieja cultura. Luchemos contra ello sin descanso, contra la raíz del derroche y el gasto irresponsable de un dinero que no es nuestro. ¡Es del pueblo! Hasta el último bolívar debe ser para ayudar a solucionar tantos problemas de la gran deuda social que nos dejó todo el pasado capitalista neoliberal, y que enfrentamos a diario por todos lados”3

Por otro lado, el Comandante ordenó el incremento del 20% del salario mínimo (que estaba en 372$ y no se encontraba sometido al deterioro que tenemos hoy) mientras que determinó la necesidad de revisar y bajar los sueldos de los altos funcionarios del gobierno nacional, que en muchos casos escandalizaban (y aún escandalizan) “porque aquí en Venezuela tenemos en verdad unos súper salarios que a veces dan pena”4 decía el Comandante. Ésta última generó cierto escozor (y hasta desacato) a lo interno del gabinete y los poderes públicos, y sobre todo roces en el seno de la Asamblea Nacional frente a la necesidad de una Ley de Emolumentos en sintonía con la solicitud del Comandante, que finalmente (y con dificultad) fue aprobada en diciembre de 2009.

La crisis se asumió con liderazgo y en medio de una ofensiva política e ideológica encabezada por el propio Chávez, tendiente a mantener politizado y organizado al pueblo, frente a la crudeza de la crisis que se imponía. Chávez se preguntaba qué hacer en medio de esa crisis, y con un texto de Atilio Borón en sus manos recomendaba en aquella alocución de marzo de 2009 en la que anunciaba las medidas anticrisisintensificar los esfuerzos en materia de organización y concientización del campo popular. Y esto es absolutamente necesario. Las víctimas de esta situación abarcan un amplio espectro dentro del universo de las clases explotadas y dominadas, y son precisamente estas formaciones sociales las que fueron atomizadas, desorganizadas, fragmentadas por las políticas neoliberales de los últimos 30 años. La reconstitución social, política e ideológica del campo popular es por lo tanto un imperativo impostergable en la hora actual5. Consecuente con este planteamiento, impulsa un riguroso esfuerzo pedagógico en torno a la necesidad del socialismo, que además de cientos de alocuciones, dio pie al lanzamiento, el 11 de junio, del Aló Presidente Teórico, como herramienta formativa para el pueblo. La primera entrega del aló teórico, lo dedica precisamente a abordar y profundizar en torno a la organización comunal, que ese año sufrió un impulso sin precedentes.

La crisis también se enfrentó con transparencia, pues a pesar de que las variables macroeconómicas no favorecían la “imagen” del gobierno, nunca se dejó de publicar oportunamente la información correspondiente al comportamiento de la economía venezolana, siempre dejando claro que la crisis era propia del capitalismo, y no responsabilidad del socialismo, como intentaban hacer ver burgueses y reformistas.

La crisis se desafió con determinación, pues la avanzada nacionalizadora de 2009-2010 (hoy satanizada y señalada como culpable de todos los males) permitió combatir con fuerza al enemigo de la guerra económica, neutralizando su capacidad desestabilizadora, dotando al estado de medios de producción y poniendo sobre el tapete una de las discusiones neurálgicas de todo proceso que pretenda transitar al socialismo: la propiedad de los medios de producción. El año se cerró flamantemente con un intento de un sector de la burguesía financiera que pretendía abrir nuevos cauces a la crisis de 2009 a través de una crisis bancaria inducida, que fue atendida oportuna y determinantemente por el estado, evitando la consecución de la crisis.

Como vemos, la superación de la crisis de 2009-2010 no fue obra de un milagro, ni producto de la generosidad imperialista; así como tampoco consecuencia del “apoyo incondicional” de un burguesía buenagente que decidió colaborar con el gobierno. El período de gobierno del Comandante no fue un olímpico paseo por el reino de la bonanza, fue al contrario, un camino espinoso lleno de contradicciones, sorteadas sin excusas ni evasiones, solventadas en la dirección revolucionaria, con el socialismo como horizonte estratégico.

Referencias

1 y 2 https://www.laiguana.tv/articulos/4319-precios-petroleo-caida-chavez-reto-imperio-gringo-video/

3 https://www.aporrea.org/actualidad/n131557.html

4 y 5 http://www.todochavez.gob.ve/todochavez/1169-intervencion-del-comandante-hugo-chavez-en-consejo-de-ministros-extraordinario-anuncio-de-medidas-anticrisis

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