[OPINIÓN] Conoce a tu enemigo

Estamos en una guerra múltiple, económica, no convencional, de cuarta o quinta generación, cuyos actores nos declaran amenaza inusual y extraordinaria, nos bloquean fondos y suministros, nos calumnian en los monopolios mediáticos, intentan cercarnos diplomáticamente y condenarnos en organismos internacionales, aniquilan el signo monetario, subsidian a nuestros enemigos internos, atentan contra la vida del Presidente y realizan maniobras militares intimidatorias. ¿Quiénes la hacen, y qué hacer con respecto a ellos?

Agresor privilegiado es el gobierno -no el pueblo- de Estados Unidos. Entonces, no tiene explicación que sus ciudadanos no requieran visa para visitarnos, que las empresas estadounidenses no paguen impuestos en Venezuela en virtud de los infames Tratados contra la Doble Tributación, que gocen de privilegios tales como créditos, exenciones tributarias, contratos que nos prohíben subirles los impuestos y asignaciones preferentes de recursos naturales en virtud de la vergonzosa Ley de Promoción y Protección de Inversiones Extranjeras.

Agresores constantes son gobierno y oligarquía –que no el pueblo- de Colombia. Dicho lo cual, resulta inexplicable que nuestra frontera con ella sea permeable hasta la inexistencia, que 40% de cuanto producimos o exportamos se vaya por ella; que los convenios cambiarios hayan permitido una bicicleta cambiaria de compra de bolívares con pesos colombianos que son convertidos en dólares para comprar más bolívares con los cuales repetir el procedimiento, que mantengamos el Acuerdo de Cartagena, Tratado de Libre Comercio con un país que a su vez tiene otro con Estados Unidos, y que en virtud de ello gocen de balanza comercial con Venezuela favorable en casi 5.000 millones de dólares.

Agresor en la Guerra a Muerte contra Venezuela es el oligopolio de empresas que malversaron cataratas de dólares preferenciales, acaparan y esconden bienes y destruyen el bolívar aplicando a capricho el cambio del dólar paralelo. Es ilógico que las autoridades no hayan publicado sus nombres y delitos. Es como si dijéramos, “El enemigo nos está matando, pero no te voy a decir quién es, no sea que le hagas daño”.
En fin ¿Son enemigos o amigos los cómplices de tales políticas?

Dormir con el enemigo puede producir el sueño eterno.

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