[OPINIÓN] El «golpe de timón» de 2012 ¿Hacia una crítica de la autocrítica?

Ayelén Correa Ruau

Hugo Rafael Chávez Frías fue el político venezolano que más horas utilizó los medios de comunicación públicos. Ya sea televisando eventos, recurriendo a alocuciones en casos de urgencia para el país o en sus programas semanales Aló presidente (y su variante Aló presidente teórico). Aunque no forma parte de este análisis, Venezuela posee una cultura política altamente mediatizada, aumentada considerablemente desde la aparición en la escena política de Chávez, el MBR2001 (Movimiento Bolivariano Revolucionario) y el proyecto político bautizado “Revolución Bolivariana”.

La reunión televisada de Consejo de Ministros del tren ejecutivo del 20 de octubre de 2012 trascendió su inmediatez con dos ideas fuerza clave: autocrítica de gobierno y Estado Comunal. Cuya condensación se resume en el mensaje producido y divulgado por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información como “Golpe de Timón”2, apenas cinco meses después del fallecimiento de Chávez.

Trascendió sus características de acontecimiento representado tanto por la potencia de su contenido y discurso, como por la decisión política de reconstruirlo como un mensaje y una nueva representación del momento histórico y del pensamiento de Hugo Chávez Frías.

Por ello resulta relevante hacer un fichado de esta alocución, porque aún antes de ser representado como Golpe Timón, en su realización en vivo y su registro audiovisual, se observan las características de una factura que se propone convertirse en un producto comunicacional generador de sentidos colectivos. En la escena se encuentra Chávez reunido con su equipo ministerial3, incluido el Vicepresidente4 Ejecutivo, Nicolás Maduro.

La instalación de cámaras de la televisión pública (Venezolana de Televisión), la pregunta explícita -y repetida al menos en dos oportunidades- del presidente: “¿Estamos transmitiendo?”. Podría ser igual a otras reuniones de gobierno cerradas, pero el registro y transmisión en vivo -en cadena nacional de radio y televisión durante tres (3) horas- trae a otros/as participantes a la escena, aunque solamente en calidad de receptores/as. Sin embargo, su sola presencia como recepción determina consecuentemente el desarrollo de toda la alocución.

Chávez es el conductor y director de la escena, él decide cómo, cuándo y quiénes van a asumir la posición del discurso explícito. Cuando los y las funcionarias están obligadas a asumir la palabra, están expuestas frente a Chávez y todas las personas -venezolanas y no- que reciben el mensaje de “Golpe de timón”.

Aunque en ningún momento de las 3 (tres) horas de transmisión apareció en el discurso el concepto lineal o referencia a “Golpe de timón”; la construcción posterior de este relato obedece al significado de varias de las críticas desarrolladas por Chávez. Golpe de timón es un traslado sencillo del universo de la navegación, que está asociado a cambiar o ajustar la dirección o el sentido de una ruta, un viaje o camino.

Aunque es un Consejo de Ministros, fue diseñado para ser participativo y digerible para los y las venezolanas. No hay abuso de tecnicismos o información lejana de la vida cotidiana, pareciera una puerta de entrada a la gestión pública, al papel del Estado constituido en un proceso de cambio.

Producto de la versatilidad y elocuencia de Chávez, es difícil hipotetizar si la crítica mediatizada por él ya estaba planificada o si surge del momento mismo en que se desarrolla la jornada de trabajo. Importante destacar que la reunión se estaba desarrollando unas horas antes de que comenzara la transmisión en vivo; solamente quienes estuvieron allí presentes conocen las condiciones de producción de lo que vino después. Incluso Chávez se muestra insistente en interpelar al Ministro del Poder Popular para la Cultura, Farruco Sesto, como si siguieran una discusión previa que la recepción de Golpe de Timón no llega a conocer.

En su discurso, Hugo Rafael Chávez Frías genera empatía con las personas comunes, los pueblos originarios, la cultura popular, las y los desposeídos de la tierra; humaniza a los/as funcionarios/as haciendo bromas y generando la risa colectiva; también genera un lazo con la recepción al criticar y distanciarse de sus ministros/as por no estar lo suficientemente cercanas/os a la población.

Durante la reunión televisada, Chávez hace referencias teóricas y bibliográficas: al filósofo marxista húngaro István Mészáros, el capítulo (19) “El sistema comunal y la Ley del valor” de su obra Más allá del capital. Hacia una teoría de la transición; al economista y en ese entonces Ministro del Poder Popular para la Planificación, Jorge Giordani, con su libro La transición venezolana al socialismo; y al periodista Roberto Hernández Montoya, con un artículo de opinión publicado en el diario nacional Últimas Noticias titulado “Para opositores independientes”. Éste último tenía que ver con el reciente comicio electoral y la polarización política, Chávez lo leyó completo y realizó una referencia personal a la campaña electoral y su estado de salud.

La mirada comunicacional sobre Golpe de Timón

Hay una pregunta de fondo en el discurso, explicitada directamente por Chávez: ¿Cómo se trasciende a nuevas representaciones? ¿Cómo debería ser (cómo es) la transición a un orden diferente?. Es una interrogante muy debatida en el campo filosófico, político e intelectual de manera histórica y con plena vigencia.

Chávez plantea que en el nuevo gobierno, resultado de las elecciones del 7 de octubre de 2012 el tema es el tránsito, la construcción del nuevo modelo económico, político y cultural. Lo llama nuevo ciclo y se observa en él una conciencia profunda de la complejidad de la transición y del rumbo equivocado que vendría transitando el gobierno que él dirige en el Estado venezolano.

Asegura que ese tránsito no se sucede de manera lógica, mágica o espontánea, sino que debe ser planificado y ejecutado “poco a poco”. Aquí él diferencia las instancias de planificación y acción política: la planificación como instancia de programación previa de la trayectoria a seguir, un programa que permita guiar las acciones a la utopía posible, él va a llamar “lo nuevo”.

Dice que la “Revolución económica” no puede hacerse sin antes concretar la “Revolución política”, esta última asociada a la idea de “dejar de ser colonia”. Está seguro de que esta revolución política, se encuentra materializada en marcos normativos acondicionados a nuevos tiempos y ha sido iniciada en Venezuela.

Como se mencionó al inicio, hay dos pensamientos clave. Por un lado, la crítica de gobierno, que se convierte y nombra como autocrítica. Aprovechando el inicio de un “nuevo ciclo” se realiza un balance del poder del Estado, de la Constitución y las leyes orgánicas; Chávez plantea que la experiencia de los 13 años de gestión y los recursos generados no se han traducido en un gobierno eficiente, ni para el cumplimiento del programa de gobierno ni para las venezolanas y venezolanos. Según él, el funcionariado público no ha entendido que la política de acción pública es un instrumento para hacer la Revolución. Plantea el problema cultural existente en el Estado, que tiene que ver con continuar reproduciendo las dinámicas del Estado colonial, burgués, centralizado, burocrático.

En este aspecto, Chávez se distancia de sus ministros/as y les deja en exposición frente a la recepción, que es testigo de la crítica del presidente hacia ellos/as. Expresa una comprensión dialéctica de la praxis política, donde realidad y acción pública poseen una relación constitutiva de determinación. Critica a sus funcionarios/as por aplicar linealmente las políticas, desconectadas de su realidad social, cultural, territorial. Y reafirma que el objetivo es cambiar las relaciones sociales que están implicadas en la política pública; el resultado de la política no estaría en el centro de la cuestión, sino la transformación de las y los sujetos, su subjetividad y posicionamiento en la realidad.

La otra idea clave desarrollada tiene que ver con la construcción del Estado Comunal y el papel de las Comunas Socialistas en Venezuela. Sentidos resignificados por la cultura política venezolana y especificados en el marco jurídico a partir de 2010, con la aprobación de un paquete de leyes5 conocidas como “del poder popular”, aunque venían siendo fomentadas desde las instituciones de gobierno y la figura de Chávez desde 2006. Este Estado Comunal sería un orden político renovado, descentralizado y conformado por organizaciones sociales comunitarias llamadas sistemas de agregación territorial, que dependiendo sus características podrían ser: Consejos Comunales, Comunas Socialistas, Ciudades Comunales, Federaciones o Confederaciones.

Chávez insiste en que la política pública se ha implementado sin transformar las relaciones sociales, sin organizar las Comunas Socialistas, que representarían la organización social con valores nuevos en el territorio. Recurre a un cuento popular -el del chigüire y el cochino- que pone en evidencia la fetichización de los conceptos sobre lo que son en la realidad.

Utiliza el ejemplo del cuento para compararlo con lo que estaría sucediendo en el gobierno: se abusa de la categoría “socialismo” o “socialista” para nombrar todas las iniciativas y proyectos, cuando en realidad se estaría vaciando de sentido. Sobre esto y la ausencia de una política que transforme las relaciones sociales, Chávez afirma que es una forma de “aniquilación” del proyecto socialista. Y va más allá, al afirmarse como “liquidador” del proyecto socialista junto con su gobierno.

En su discurso parece estar muy seguro del largo camino o, mejor dicho, de lo lejos que se encuentra su gobierno de construir el socialismo: “es grande el esfuerzo que estamos haciendo pero más grande es el que tenemos que hacer”, es un reconocimiento colectivo que plantea en sí mismo los desafíos presentes y futuros.

Una crítica para la autocrítica

El Chávez de Golpe de Timón es una persona que está atravesada por una enfermedad compleja, que exhibe la vulnerabilidad humana y acerca la realidad de la muerte de una manera inimaginable. Nadie sabe cuánta claridad tenía en ese momento de la certeza de la muerte, pero su siembra fue apenas cuatro meses después de esta alocución pública.

Comprendiendo el significado de una muerte cercana y sus significantes a la sombra de la imagen de superhombre que encarna Chávez, es evidente que por aquellos días él se encontraba viviendo profundos procesos reflexivos, que mezclaban su responsabilidad, esperanza y desesperación por volver lo mayormente irreversible el proceso de transformación de la sociedad vivido en Venezuela desde 1999.

En esta misma línea, desde la difusión oficial de la enfermedad que lo aquejaba hasta la noticia de su desaparición física, Chávez se vio obligado a dedicar tiempo al cuidado de su salud, el tratamiento y recuperación. Esto significaba igualmente un distanciamiento de la vida pública, un repliegue a sí mismo. Más allá del dinamismo y la reflexión teórico-política de Chávez en toda su trayectoria biográfica, no sería ilógico pensar que en Golpe de Timón él tiene la oportunidad de evaluar la gestión de gobierno desde la distancia reciente -realizó su tratamiento en Cuba- y en una etapa de madurez ideológica y reflexión de la praxis política.

Por esta razón también, Golpe de Timón es una herramienta para valorar la profundidad y sensibilidad ideológica de Chávez como crítico del proceso venezolano.

Ahora bien, a pesar de la lucidez de Hugo Chávez Frías como dirigente político, valorando la importancia de todos los temas y problemas planteados en la totalidad de la reunión de Consejo de Ministros y en la representación de Golpe de Timón; puestos a la luz de una real autocrítica generan ruido algunos de los planteos desarrollados.

Respecto a la autocrítica de gobierno, está desfasada de tiempo y espacio. Considerando la legitimación de un nuevo gobierno y equipo de trabajo, esta autocrítica debiera haberse planteado interna y públicamente antes de las elecciones del 7 de octubre de 2012. Transmitida luego del triunfo electoral parece más bien una postura para dejar conforme a alguien más o a su propia consciencia.

Para quienes siguen el devenir de la gestión de gobierno desde el inicio de la “Revolución Bolivariana”, es sabido que hay un grupo de figuras del funcionariado político de gobierno que se han mantenido en el alto rango civil y/o militar de manera recurrente y permanente desde 1998 (coincidentemente se repiten en los cargos del partido político oficial, el Socialista Unido de Venezuela). Si esta autocrítica es tal, las características de estas figuras y el proyecto en su integralidad serían sometidas a revisión. Se entiende que Hugo Rafael Chávez Frías era consciente de esta relación y por ello presenta los problemas coyunturales que enfrentan para la transición.

Aunque es cierto que no se puede cargar a una sola persona de toda la responsabilidad, es igualmente cierto que Chávez concentró de manera personalista la hegemonía en la dirección del gobierno y el poder ejecutivo. La autocrítica de gobierno, que se convierte en gran parte de Golpe de Timón en crítica hacia los y las funcionarias, es también una crítica al presidencialismo y personalismo en Chávez y el chavismo.

Colocando a Golpe de Timón en las condiciones de reconocimiento actuales del activismo político chavista, Chávez es el héroe frente a la burocracia de gobierno y los y las ministras, haciendo una desconexión de la realidad de su rol como presidente y conductor político durante los últimos 13 años.

El otro tema tiene que ver con la construcción del Estado Comunal, donde Chávez exige y critica a sus funcionarios/as por no fomentar la organización de Comunas Socialistas. Su punto de partida centraliza en el Estado colonial, burgués, la potestad y potencialidad de construir las nuevas relaciones que, en teoría, vendrían a destruir las viejas tramas del Estado colonial. ¿Qué institucionalidad va a fomentar prácticas constituyentes? Es decir: ¿Qué Estado moderno va a construir un nuevo Estado poscolonial real? La única posibilidad de que eso suceda sería para implementar una versión latinoamericana y caribeña de gatopardismo.

El Estado colonial moderno no va a autodestruirse y la construcción de lo nuevo no depende de las estructuras y tramas viejas. Según Chávez en Golpe de Timón, la “Revolución Bolivariana” obteniendo el poder del Estado venezolano intentó utilizar la política pública como un instrumento para hacer la Revolución. Pero lo hizo desarrollando aun más la participación del Estado como entidad superior de la sociedad, multiplicando oficinas, direcciones y gerencias, aumentando el tamaño de la burocracia y consolidando el poder central en Caracas. Una sobreestimación del papel del Estado en la transformación de la sociedad.

De igual manera, con el afán de fomentar o acompañar las experiencias sociales de organización y desarrollo cultural, se institucionalizaron prácticas que emularon el metabolismo de la administración pública y sus vicios. No fue posible producir una síntesis entre el poder popular organizado y la potencialidad de detentar el poder del Estado.

Volviendo a la pregunta que se encuentra presente en el discurso de Chávez respecto a la transición. Pareciera que en ese momento, el dirigente bolivariano arriba a la conclusión tardía de que no es suficiente -o acaso equivocado- detentar el poder del Estado e implementar una política pública estadocéntrica para lograr transformar las relaciones sociales y construir el socialismo. Pareciera que ahora cae en cuenta del papel igualmente relevante del movimiento social, las masas organizadas en Comunas, como garantes de la transición hacia un modo de organización y producción alternativo al capitalismo.

Quizás la autocrítica de gobierno no debiera estar orientada a una crítica en sí al Estado, sino a haber reproducido y fortalecido las lógicas de funcionamiento del Estado heredado. O dicho de otro modo, la autocrítica sería al centralismo otorgado al Estado en el desarrollo del poder popular, a haber escindido ambos procesos dinamizadores del cambio social.

Durante los gobiernos de Chávez, el crecimiento del Estado venezolano fue notable: apareció como activador de la economía y de todos los procesos sociales, acrecentó el paternalismo, instituyendo un imaginario que reduce la política al ejercicio del Estado y las políticas públicas. La relación con las organizaciones sociales y políticas, por su parte, se vio profundamente mediada por la institucionalización antes que por la praxis revolucionaria. Cabe destacar que este imaginario que reduce la política a las políticas públicas se encuentra en plena vigencia y legitimado por amplios sectores de producción de conocimiento, referentes intelectuales o voceros/as de partidos políticos y movimientos sociales. El horizonte intelectual de una totalidad que contenga a la sociedad se encuentra enfrascado en la idea moderna occidental del Estado Nación; aunque hay un mayor dinamismo en el pensamiento descolonial, también se corre el riesgo de caer en autonomismos aislados o desconectados que serían velozmente aplastados por el imperialismo y el mainstream cultural.

Por otro lado, como un mecanismo de resistencia, el Estado venezolano se encargó de domesticar con su burocracia a expresiones organizativas del poder popular que nacían de su propia consciencia o, peor aun, de invisibilizar a aquellas que no aceptaban su tutela. Del mismo modo, otras prácticas de este tipo pero menos irreverentes fueron institucionalizadas o banalizadas, limitando procesos sociales genuinos.

Conociendo la realidad de la organización del poder popular en algunos estados6 del país, podría afirmarse que esta difícil relación entre poder de Estado y poder popular en Venezuela, no obedece tanto a la intención consensuada de controlar o reprimir la organización popular por parte del gobierno, tampoco a la instauración de un aparato clienteral que coaccione a las y los ciudadanos, sino más bien al afán compulsivo de aplicar lógicamente la teoría a la acción. Teoría que planteaba que: las Comunas Socialistas, legitimadas en el cuerpo normativo llevarían irrefrenablemente a la transición al Socialismo Bolivariano del Siglo XXI7.

Me refiero a que las Comunas Socialistas no van a consolidarse como sujetas de la Revolución o como vehículo de la transición al socialismo solamente porque exista una Ley que así lo plantee o porque sea creado un órgano superior de las Comunas en el gobierno ni porque lo diga Chávez en Golpe de Timón. Incluso podría dudarse de si todo ello es condición necesaria para que exista. Igualmente legítimo es analizar cómo afectan estas condiciones al carácter insurgente de su identidad (si es que se sostiene que las Comunas representan las nuevas relaciones sociales).

Las limitaciones que enfrentó el proceso bolivariano para el impulso y consolidación de las Comunas Socialistas se pueden problematizar en términos amplios y en su experiencia concreta.

En términos generales, se asiste a una carencia en el pensamiento y acción de la izquierda política contemporánea sobre cómo será la transición, planteada oportunamente por Norbert Lechner en La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado (FLACSO, Chile, 1982). La pregunta sin respuesta clara y programada no es cómo será el mundo luego de la conclusión de la utopía socialista, sino cómo vamos a transitar el camino, como será la construcción para instaurarlo como metabolismo social8 alternativo y duradero. La respuesta frente a la que balbuceó Daniel Cohn-Bendit, entrevistado por la televisión francesa en 1968 y recuperado en el documental No Intenso Agora (João Moreira Salles, 2017).

Los esfuerzos intelectuales de quienes se identifican con una clase y una historia de raza y género situadas, deberían estar enfocados en ensayar sobre las formas posibles de la transición a un modo alternativo al del capital, la modernidad, el patriarcado y la colonización. Trascender la crítica con elaboraciones teóricas que dialoguen con la experiencia en forma de praxis debería ser la razón de ser de cualquier crítica.

En ese sentido, un camino para transitar está de la mano de indagar en las experiencias en desarrollo, así como en aquellas que por lo efímero de su duración no permitieron el despabile de la intelectualidad. Reflexionar sobre ellas, con sus protagonistas -si los hubiera- y su experiencia real y concreta, como procesos emancipatorios en sí y para sí. Sin caer en el reduccionismo de los análisis comparativos que colocan a cualquier experiencia nueva de manera subalterna a los grandes relatos de la historia crítica y revolucionaria, no porque los grandes relatos no sean valiosos sino porque es necesario y legítimo cuestionar nuestros relatos presentes, cuestionando a su vez los pilares inamovibles del socialismo a lo largo de la historia. Una intelectualidad ocupada de los asuntos de su tiempo debe poder mirar a su alrededor y reconocer lo que está sucediendo, para aportar en su devenir o hacer un golpe de timón.

En lo particular, en Venezuela hubo una falta de comprensión de los tiempos y modos de politización y concientización de la sociedad colonizada -individualista, rentista, proyanqui-. Desde el Estado se intentaron empujar procesos organizativos en el territorio, que no tuvieron resultados memorables y que, en muchos casos fueron contraproducentes para los tejidos sociales.

Los tiempos y situaciones donde emerge la subjetividad de la organización colectiva, son tiempos únicos y que dependen, en gran medida, de la mediación del activismo local, el carácter de la dirigencia, la relación con la ideología, las prácticas culturales e históricas, el territorio y los medios de producción que organizan el desarrollo económico y la subsistencia.

Para finalizar, la política de acción pública y el Estado, por su estructura y prácticas de funcionamiento, no posee las capacidades de reconocer la diversidad y especificidad territorial. Por ende, es imposible dejar librado a su planificación el devenir de la organización comunal.

La diferencia cualitativa de los territorios donde las Comunas Socialistas se han desarrollado como poder popular real se encuentra en el carácter ideológico y organizativo de memorias de organización comunitarias, la activación de formas de organización política diferentes del Estado -como los movimientos sociales, cooperativas de trabajo, grupos campesinos, comunidades indígenas-. Se trata de que cada territorio pueda desde su raíz darle nacimiento a su propia representación de la realidad y a su rganización y, allí es donde las Comunas podrán ser o no ser. La participación del Estado (con el proyecto bolivariano en el gobierno), podrá en algunos casos aportar positivamente a su desarrollo y, en otros, no tendrá ningún tipo de incidencia y será rechazada por la organización comunal.

Golpe de timón es un producto comunicacional que condensa una crítica que podría ser útil a diversos proyectos transformadores de su realidad, detenten o no el poder del Estado. Recupera debates clásicos pero coloca en el centro de la transición a las Comunas Socialistas. Es decir, deja planteado un camino posible para la transición, que tiene que ver con formas de organización comunitarias y territoriales que podrían ir asumiendo el autogobierno, que podrían representar las zonas liberadas de la revolución Cultural China, los territorios recuperados de las Lof Mapuche, el Consejo Indígena de Gobierno del zapatismo o los soviets de la Revolución Bolchevique.

Es interesante porque en este mensaje, el liderazgo de Chávez no está planteando que hay que conquistar el Estado -que tiene su hegemonía desde hace más de una década, considerando que no se perdió una sola elección presidencial- sino que hay que construir las Comunas. Y al decir esto, no le está hablando a los y las ministras con quienes se encuentra reunido, sino que usa ese espacio como mediación para hablarles a quienes tienen el poder popular para organizar Comunas y vivir en ellas.

Golpe de Timón es el giro de Chávez hacia la autodeterminación popular, hacia las Comunas. Hoy cabe preguntarse si el chavismo y el poder del Estado, desde el 20 de octubre de 2012, ha girado en la misma dirección.

1Fue el movimiento político iniciado en 1982 y que acompañó la propuesta política electoral de Chávez a las elecciones de 1998.

2Golpe de Timón es un fichaje de la reunión de Consejo de Ministros, editado y representado como un nuevo mensaje, resumido y comprimido.

3El 07 de octubre de 2012 el proyecto autodenominado “Revolución Bolivariana” a través de un nuevo proceso electoral, legitimó la presidencia y las gobernaciones. Esta reunión es con los nuevos cargos ejecutivos de gobierno.

4En la República Bolivariana de Venezuela la vicepresidencia es un cargo ejecutivo de libre nombramiento y remoción por parte del presidente de la república, elegido mediante el voto popular. Las vicepresidencias se renuevan por periodos anuales, pudiendo ser reelegidos/as en el cargo. La presidencia, por otra parte, tiene una duración de cinco años.

5Ley orgánica de Planificación, participativa, pública y popular; Ley orgánica de contraloría Social; Ley orgánica de las Comunas; Ley orgánica del poder popular y Ley orgánica del sistema económico comunal.

6División político administrativa prevista en las leyes de ordenación del territorio y poder público, asimilable a los departamentos o provincias de otros países.

7Así fue planteado, analizado y nombrado el proceso que impulsaba la Revolución Bolivariana.

8István Mészáros, Más allá del Capital. Hacia una teoría de la transición. 1995.

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