[OPINIÓN] La mejor manera de evitar la guerra…

La turbulencia que hoy vive Venezuela nos lleva a reflexionar en torno a cuál debe ser la postura de la Revolución en estos tiempos de cólera. No es fácil cuando en la interpretación de la realidad, se descubre con claridad, que ya el Departamento de Estado Norteamericano aprobó lo vaticinado como inevitable: el acabose cruento para la Revolución Bolivariana.

No intentaremos descifrar el método. Pero si es fundamental aprender de la historia (reciente) para que sean los principios revolucionarios, la eficacia política y la experiencia (y no la candidez), los elementos que acompañen a los dirigentes en las decisiones que han de tomarse frente a lo que nos amenaza.

El Fracaso del Diálogo
El Presidente Nicolás Maduro, desde la asunción como primer mandatario nacional, ha hecho esfuerzos inestimables en opacar las acciones de la canalla fascista a través del diálogo con sectores “sanos” de la burguesía venezolana. Sin embargo, dichos esfuerzos conciliatorios, extendidos hasta la fecha, no han podido frenar el avance de un abierto golpe de estado concebido a través de una guerra civil.

¿Por qué?
– No existe una derecha “sana” como espera el Gobierno Bolivariano. Sólo existen sectores que pujan por la toma del poder, utilizando diferentes métodos. Cuando uno de estos métodos se muestre como el más eficaz para lograr su objetivo, el resto de los métodos se abandona, y los demás sectores se suman sin complejos a quien garantice la toma del poder. Por ello vemos a un COPEI desistiendo del diálogo, al “amigo” Santos enfilar su agresión contra Venezuela…, a la mínima oportunidad, el enemigo rompe con lo “acordado” y se suma al mejor postor.

– El intento reiterativo por parte del gobierno a dialogar y pactar con el enemigo genera dos cosas:

     – Desmovilizamos a nuestra base social, la despojamos de las razones sagradas de lucha, ya que transmitimos la falsa imagen, que afirma que los conflictos sociales antagónicos se pudiesen resolver “conversando” con los enemigos históricos. Omitimos con ello la naturaleza destructiva, violenta y explotadora del Capitalismo. Entonces, si existen capitalistas buenos con los que dialogar, el capitalismo no es tan malo, solo depende de la bondad de sus representantes. Así, debilitamos la esencia de nuestro proyecto Socialista, que busca sustituir radicalmente todo vestigio capitalista presente en nuestra sociedad. Esta confusión y ambigüedad nos debilita moralmente.

   – Es poco disuasivo, al contrario muestra a la revolución débil y vulnerable. Aunque la autenticidad y la sinceridad del llamado a diálogo impulsado por el Presidente Maduro es patente, para los enemigos es señal inexpugnable para la restauración política del capitalismo. El diálogo y la conciliación no repelen la agresión, al contrario la acelera. Gadafi no pudo evitar la invasión a Libia; desarmado e indefenso, aparentemente congraciado con los EEUU y la UE, no existían ya razones políticas e ideológicas para agresión alguna. Y sin embargo, ocurrió…

Mientras el gobierno insiste en el diálogo desde hace algunos meses, la desestabilización y la agresión se recrudecen. Pareciera que el esfuerzo por dialogar por parte del gobierno es inversamente proporcional al cese en la agresión. Se percibe más bien, que determinados sectores sostienen la desestabilización para presionar y obtener mayores concesiones vía negociación (véase cantidad de divisas entregadas a sector privado en 2013, implementación del SICAD 2, retroceso en la construcción de una economía socialista, etc…) para así debilitar a la revolución, y a la vez apostar por el camino cruento; aplican a todas luces una estrategia de tenazas en las que ambas rutas de ataque a la revolución se complementan entre sí.

La hipocresía de la derecha venezolana es campante, a cada conferencia de paz, se responde con nuevas agresiones, nacionales e internacionales. Nos recuerda los resultados obtenidos en las tristemente célebres Mesas de Diálogo en 2002. Recordamos al Paro-Sabotaje Petrolero de 2002-2003, las guarimbas de otrora, Amuay, los muertos de abril de 2013, la guerra económica, y lo que es peor: el Asesinato de Chávez.

Es necesario retomar la orden de Chávez que en 2009 nos decía parafraseando el viejo adagio romano: “la mejor manera de evitar la guerra es preparándose para ella”.  Prepararnos para la guerra que ya comenzó, una verdadera estrategia de disuasión del enemigo, de moralización de nuestro pueblo y de impregnación del espíritu de combate por la Revolución Socialista.

Es hora de confiscar a los financistas de este atropello, no más divisas a quienes procuran la guerra en nuestra patria.

La Revolución requiere de una organización popular fuerte, integrada entre sí, confederada, organizada como un todo que detenta el poder de la revolución, que organiza y planifica políticas estratégicas junto a los REDI’s, ZODI’s y demás instancias de planificación, diseño y ejecución de políticas públicas.

Es necesario reorganizar las zonas económicas socializadas, reforzar la gestión de las empresas bajo propiedad social, integrarlas en un sistema presupuestario, que corrija los vicios e irradien como ejemplos de la nueva sociedad.

Es urgente enfrentar la Guerra Psicológica que envenena los espíritus de nuestro pueblo, provocando el odio social suficiente para justificar una confrontación civil que nos llevaría a terrenos insospechados. Enfrentar a los medios responsables y nacionalizarlos.

En Diciembre de 2013, frente a la guerra económica, el pueblo se mostró combativo y presto para la profundización del Socialismo, solo con apenas las medidas que tímidamente tomó la revolución frente al acaparamiento y la especulación. Confiemos en el espíritu de lucha de nuestro pueblo y preparemos una ofensiva sin precedentes en la historia.

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