[OPINIÓN] Miguel Enríquez le habla a la Revolución Bolivariana.
Miguel Enríquez murió en combate, enfrentando un cuerpo de agentes de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) que le atacó en su lugar de resguardo en la Calle Santa Fe, mientras que resistía junto a sus compañeros del MIR. Murió a balazo limpio, defendiendo los más profundos ideales de una Revolución castrada por el fascismo que arribó al poder en Chile en 1973.
Enríquez
se destacó como uno de los principales dirigentes del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR), reconocido por su radicalidad, claridad
ideológica, combatividad y por su amplio trabajo político con el pueblo.
El MIR siempre planteó posiciones críticas frente al gobierno de la
Unidad Popular liderado por Salvador Allende, pero salvaguardando
siempre su apoyo a Allende y la vía chilena al Socialismo.
El
proceso chileno vivió una intensa guerra económica, dirigida
directamente desde Washington que buscaba, según la orden de Nixon a
Kissinger “hacer chillar la economía” hasta hacer arrodillar el
gobierno. Allende nunca se arrodilló, aunque la derecha fascista terminó
imponiéndose a sangre y fuego.
A
continuación se expondrán fragmentos de un discurso pronunciado por
Miguel Enríquez, a propósito de un acto en apoyo de los candidatos del
Partido Socialista y la Izquierda Cristiana el 24 de enero de 1973. Sus
coincidencias con el ahora venezolano resaltan a la vista, por lo que se
plantea al lector sustituir en el texto a Chile por Venezuela para
poder constatar la similitud entre ambas situaciones. Sin embargo, una
diferencia es digna de comentar: Chile había iniciado ya para la fecha
un proceso de “devolución de empresas al capital privado” que en nuestro
caso, Maduro ha rechazado contundentemente a pesar de las pretensiones y
coqueteos de ciertos sectores del gobierno para con la idea de la
privatización.
Un azote golpea al pueblo
“Hoy
día un azote golpea al pueblo: la inflación y el desabastecimiento. Ya
decíamos que la vida se hace más difícil y dura para la clase obrera y
los pobres del campo y la ciudad. Sin auto para recorrer el comercio,
sin refrigeradores ni dinero para comprar gran cantidad de alimentos de
una vez, sin tiempo libre para esperar en las colas, las dificultades
para aprovisionarse de alimentos y otros productos esenciales se tornan
dramáticas para la clase obrera y las capas más pobres del pueblo”.
Los patrones son los culpables del desabastecimiento
“Engañan
al pueblo los especuladores del hambre. Jarpa y Frei cuando no dicen
que los sectores reformistas del Gobierno le permiten a su clase, los
patrones, conservar en sus manos grandes fábricas y establecimientos
industriales; cuando no explican que los patrones no han invertido para
ampliar la capacidad productiva de sus fábricas ni siquiera una parte de
las utilidades que obtienen de ellas; cuando no dicen que los patrones
volcaron estas unidades al mercado disputándole allí el consumo a la
clase obrera y a las capas más pobres del pueblo; engañan al pueblo
cuando no le dicen que hoy los patrones se enriquecen acaparando y
especulando con las riquezas que el reformismo les permitió en sus
manos.
¡No
será posible terminar con el desabastecimiento y la especulación si los
reformistas imponen su política de amparar a un sector de los grandes
patrones de la industria!”.
El socialismo no ha fracasado en Chile porque no existe socialismo
“Esta
no es la crisis del socialismo. Esta es la crisis del sistema
capitalista que aún impera en Chile. Lo que han intentado los sectores
reformistas del Gobierno no ha sido una revolución obrera y campesina o
la instauración del socialismo”.
“Lo
que han ensayado en Chile ha sido un débil y pacato intento reformista.
Se ha enfrentado la crisis del capitalismo respetando las normas del
Estado burgués y con medidas que siempre han amparado a un sector de los
grandes patrones”.
Los reformistas son responsables del desabastecimiento al amparar a los patrones
“Los
reformistas evaden los problemas de fondo y así provocan su
agravamiento. Pretenden imponer la paz social sobre la base del respeto
al orden burgués y las garantías a un sector patronal, en la esperanza
de que éstos se “comporten mejor” y “cooperen al desarrollo nacional”.
“Así los reformistas les dieron garantías de precios a los patrones y generaron la inflación”.
“Devolvieron las empresas tomadas durante el paro de octubre, fortaleciendo así a los patrones”.
“Hoy
vemos las consecuencias. A través de una declaración reciente el
Gobierno anuncia que se dispone a devolver centenares de empresas
intervenidas o requisadas y a invitar a los patrones a participar en la
dirección de las empresas que no sean devueltas”.
“Sabemos
que los reformistas no son enemigos de la clase obrera, ni miembros de
fracciones burguesas ni agentes de la contrarrevolución, pero su
política conciliadora hace un enorme daño a la clase obrera y al
pueblo”.
La crisis de Chile tiene solución
“La
crisis por la que atraviesa Chile sin duda tiene solución. Pero sólo
será resuelta fuera y contra el sistema capitalista. El camino del
pueblo no será la reconstrucción nacional freísta o jarpista ni tampoco
los retrocesos reformistas. La clase obrera y el pueblo están ya
encontrando su propio camino.
Y
es el que reclaman los Comandos Comunales, los Consejos Comunales
Campesinos. No respetando a un poderoso sector de los patrones sino, al
contrario, arrebatándoles los instrumentos con los que siembran el
hambre, la escasez, el acaparamiento y la especulación. Arrebatándoles
las grandes fábricas, arrebatándoles la tierra, las maquinarias y el
capital a la gran burguesía agraria, haciendo propiedad de todo el
pueblo las empresas constructoras, las grandes distribuidoras y el gran
comercio, terminando así con el gran especulador; comprando alimentos
con los dólares que hoy pagamos a los yanquis por la deuda externa,
quitándoles a los patrones el poder y la riqueza que hoy emplean contra
el pueblo, imponiendo el control obrero en la pequeña y mediana empresa,
para obligar a estos capitalistas a invertir las ganancias que obtiene
de sus fábricas y para vigilar que su producción vaya a los canales
normales de distribución. Un programa revolucionario, el Programa del
Pueblo, el Manifiesto del Pueblo, que levantaron los Comandos Comunales a
lo largo del país debe ser reafirmado en toda su vigencia y actualidad.
Un programa que golpee al conjunto de los patrones y que incorpore a la
lucha al conjunto del pueblo”.
“Por eso decimos que la única solución es: el Programa de la Revolución Obrera y Campesina”.
Los
llamados de alerta de Miguel Enríquez trascienden el tiempo histórico y
la latitud en la que fueron pronunciados, retumbando en los oídos de la
Revolución Bolivariana. Estamos obligados a aprender de la experiencia
de otras revoluciones, sus enseñanzas forman parte del acervo teórico de
la emancipación, tan vilipendiado en esto tiempos de pragmatismo
aberrante.