[OPINIÓN] Nueva Geopolítica Global. Una vuelta Atrás y una Posibilidad de Saltar hacia adelante

Carlos Rivas / PNF en Psicología Social, UPTM

Hablar hoy día de la geopolítica global se hace fundamental, más cuando en efecto, la humanidad toda está entre la espada y la pared. Aquella premisa de Rosa Luxemburgo hoy más que nunca retoma sentido: Socialismo o Barbarie. Ya es bastante prueba lo que nos ha tocado vivir en los últimos meses, de seguir la reproducción de esta cultura de la destrucción en pocos años estaremos luchando verdaderamente por la sobre vivencia de la especie humana, pues todo indica que las libertades serán cada vez más limitadas, ya que no enfrentamos ahora contra un enemigo invisible, que es capaz de desaparecernos de la faz de la tierra. Defender la vida humana, pasa por comprender en profundidad los males por los que hoy atraviesa la humanidad toda. En medio de la tragedia global a la que se ve sometida la Humanidad, la cual es el reflejo del agotamiento de un sistema que ya no le da respuesta a la vida, se derrumban los grandes discursos del progreso, y nos damos cuenta, que lo verdaderamente importante es la defensa de la vida, y no como decían los proxenetas del mercado, que por sobre todas las cosas había que proteger a la economía y su crecimiento infinito, en un mundo con recursos que se agotan cada día con más celeridad. Sigue teniendo sentido la premisa aquella, de que es totalmente absurdo proponerse un crecimiento infinito, en un planeta que posee recursos agotables.

Hoy día nos enfrentamos a un mundo mucho menos equitativo, y si no asumimos con seriedad los retos que el planeta nos pone enfrente estaremos dando cuenta de sistemas políticos mucho menos democráticos, al servicio de los intereses de una minoría dueña de los recursos económicos existentes en el planeta.

El gobierno de las corporaciones a escala global, ha desdibujando la soberanía de los Estados-Nacionales, producto de una globalización que ha distorsionado de forma absurda las relaciones económicas y sociales del mundo occidental, y ese principio debe ser cuestionado y transformado profundamente.

El discurso de la globalización, ya no es capaz de sostener al sistema.

Hay muchos mitos con respecto a la globalización, mucho se dice sobre ella, pero en realidad poco se entiende. Hay una idea muy general sobre el tema, y existen defensores de la misma, que se niegan a desnudar las verdades que alrededor del fenómeno se presentan, pues muchos de ellos ven a los Estados Unidos como el paladín del desarrollo de nuestro tiempo. Si hablamos de verdades, el premio Nobel en economía Joseph Stiglitz (2006), nos dice, por ejemplo, que:

La idea convencional de que el desarrollo de Estados Unidos se debió al capitalismo enteramente libre es errónea. Incluso hoy en día, el Estado Estadounidense, por ejemplo, desempeña un papel central en las finanzas. Proporciona, o avala, una parte significativa del conjunto del crédito, con programas para hipotecas, préstamos para estudiantes, exportaciones e importaciones, cooperativas y pequeñas empresas. El Estado no sólo regula la banca y garantiza los depósitos, sino también intenta garantizar los flujos crediticios dirigidos a grupos desfavorecidos y, al menos hasta hace poco tiempo, a todas las regiones del país -no sólo los grandes centros monetarios- (p. 46).

Es decir, es un relato desde el poder, por tanto una farsa aquello de que la economía se autorregula por la mano invisible del mercado, y que ésta última encuentra plena libertad para su desarrollo, en cuanto menos intervenga el Estado-Nación. Como lo podemos observar según Stiglitz: Históricamente, el Gobierno de Estado Unidos ha desempeñado un papel económico incluso mayor a la hora de promover el desarrollo, incluido el desarrollo tecnológico y de infraestructuras (2006, p. 47). Pero la recomendación, fuera de sus fronteras, ha sido la desrregulación, la poca intervención del Estado.

En ese sentido es tal el problema, que ya no existe la soberanía de los Estados nacionales ni siquiera para abordar el problema de los salarios, ya que: Puede que un país desee elevar el salario Mínimo pero se da cuenta que no puede, porque las compañías extranjeras que operan en él pueden decidir marcharse a otro país con salarios más bajos (p. 47).

Acudimos entonces a un mundo «interconectado» en la producción de bienes y servicios, que no encuentran fronteras y que son capaces de avasallar cualquier intento soberano por impulsar nuevos desarrollos científicos y tecnológicos que esten al servicio de las necesidades de cada Estado-Nación. Lo que importa, en ese sentido es dar respuestas a los intereses del gran capital, anclados a la aldea global.

El Covid-19 hace tambalear a la globalización.

Ya se habla de nuevas expectativas en el ámbito de la economía global, y como dice Alfredo Serrano en un artículo titulado La nueva Economía Post-Coronavirus, «la economía no se entiende si expectativas. Y cuanto más enferma está, peor es su capacidad para gestionar factores de alto riesgo«, es decir, en cuanto crecen las expectativas al mismo tiempo aumentan las incertidumbres. La realidad dice que es incierto el futuro de la economía global, que está fuertemente golpeada y el Covid-19 le ha dado una estocada mortal, pues «Hasta el momento se ha precipitado un deterioro de todos los indicadores que dependen, justamente, de las expectativas: precio de petróleo, índices bursátiles, tipos de cambio, riesgo país, etc. La diezmada economía global sigue en caída.

Esta situación que le ha tocado vivir al planeta todo, nos ha puesto a pensar profundamente sobre el trabajo, la producción, el desarrollo, la vida, y sobre las nuevas posibilidades que se abren desde el plano global, al local, y viceversa. Es ahora un momento oportuno para pensarnos nuevamente, para asumir que no somos unos semidioses dueños del mundo y de la vida, en ese contexto es necesario aceptar, que como especie somos sumamente vulnerables individualmente, por tanto, solo es posible la supervivencia en la cooperación, en la solidaridad.

En un artículo titulado El mundo después del virus, se afirma que sin duda alguna la geopolítica global cambiará, ya se siente el peso de la crisis en la economía mundial, se han caídos las bolsas de valores, el Turismo quedó paralizado a escala planetaria, y la industria real se ha ralentizado, incluso, «ante la alerta mundial, lo que el capitalismo logró naturalizar se ha mostrado frágil, y algunos ya lo empiezan a considerar inviable«. Todo un escándalo global, que no necesariamente derivará en un proceso en el que se privilegie la vida humana en el planeta. Es decir no hay garantía de que esta situación catastrófica derive en más democracia, más humanidad. Hay que empujar hacia nuevas formas de integración regional, construir un nuevo andamiaje de las relaciones internacionales.

En ese sentido parece, que el multilateralismo será la nueva fuerza en las relaciones internacionales, ya lo vienen diciendo distintos analistas políticos, quienes además señalan que puede haber al mismo tiempo un «reforzamiento de las economías locales para depender menos del resto del mundo, hasta el impulso de Gobiernos nacionalistas«. Es tan complejo el asunto, que hasta los neoconservadores más radicales ya están planteando nuevos escenarios para la economía global, tal es el caso del economista Suizo Stéphane Garelli, profesor de la Universidad de Lausana, el cual afirma que: «Al sistema global de economías de escala lo reemplazará un sistema global de desacoplamiento. Los países van a intentar cambiar la cadena de producción y diversificar sus mercados para no depender de uno solo. La economía sería menos vulnerable, pero la producción más cara«.

El Problema afecta, no solo al plano de la llamada economía real, el sistema se está viendo trastocado en la eficiencia con la que se presentan los servicios básicos a la sociedad, como por ejemplo, la salud. Julio Gambina, afirma que la crisis es propia del sistema neoliberal, dice que: «La mercantilización de la salud y otros derechos sociales, entregando la gestión de derechos sociales al régimen del capital y a las relaciones monetarios mercantiles es lo que ahora evidencia la ausencia de infraestructura y políticas sanitarias de prevención y asistencia extendida a la población. La humanidad no estaba preparada, en términos sanitarios, para una catástrofe de tamañas dimensiones, y paradógicamente aunque el crecimiento de la economía global ha sido absurdamente elevado, los avances tecnológicos son avasallantes, la humanidad toda se encontró indefensa para abordar una situación como la que el Covid-19 ha generado.

Todo se tambalea, las viejas «verdades» y la supuesta «solidez» de la arquitectónica financiera Neoliberal, que casi prescindía de los seres humanos ante un crecimiento que era inevitable e imparable por fuerza alguna. Así, es bastante conocido que estamos ante una situación próxima de recesión de la economía global, y que esto no garantiza, repetimos, un avance hacia la democracia, hacia la búsqueda de un modelo más inclusivo, pues puede ocurrir todo lo contrario. Desde esa visión negativa del nuevo orden posible, volvemos a Gambia quien afirma que: «La recesión agravará los problemas sociales e inducirá políticas reaccionarias para afectar derechos históricamente conquistados y mejorar las condiciones de reproducción de la búsqueda de ganancias y acumulación de capitales«, en ese sentido hay que estar claros, que en esta partida los dueños del capital global, no están dispuestos a perder, y si es necesaria una guerra, la financiarán con todo el gusto y todo su capital, que demás está decirlo, está teñido de sangre desde hace ya un buen tiempo.

La guerra comercial tiende a acelerarse y profundizarse, en ese sentido para Toni Timoner, ha llegado el fin de globalización tal y como la conocemos, «Asia y Occidente se aíslan mutuamente. Cae un telón de acero económico sobre el mundo«. Además de esta aseveración, Timoner advierte que serán suspendidos todos los acuerdos internacionales por el cambio climático, esto por la preocupación de los Estados por estabilizar las economías y por las bajas del crudo a escala global, hasta que ocurra nuevamente una catástrofe medioambiental que permita reanudar dichos acuerdos. para entonces, será muy tarde, afirma el autor. En ese mismo orden de ideas, Franco Vielma asegura que: «Las placas tectónicas de la política apelan a una tendencia en que las relaciones internacionales también estarán marcadas por el «repliegue» de la gobernanza desde los países «hacia adentro», de manera acompasada al desmembramiento de la globalización como hoy la conocemos.

Vamos a ver cambios importantes en el concierto internacional. No es la primera vez que sucede, y este fenomeno ya se ha analizado con bastante seriedad. Stiglitz (2006), habla de una inversión (en el sentido de contracción) de la globalización, como ya ha ocurrió en ocasiones anteriores en el siglo XX, por ejemplo al final de la primera guerra mundial, cuando con la emergencia de los nacionalismos, se le dio preponderancia al rol de los Estado-Nación para el desarrollo de los países y sus economías.

De todas las muchas opiniones que se encuentran sobre el impacto de la crisis del Cornoavirus a escala global, hay algunas más catastrofistas que otras. En ese sentido, encontramos a Daniel Estulin, quien no escatima en afirmar la debacle del sistema, asegurando que estamos ante un colapso total de la economía planetaria, y que los ojos del poder global están puestos en el manejo que China está teniendo ante esta situación sanitaria, tanto en términos sociales como en el restablecimiento de la «normalidad» de su economía. Y se pregunta: ¿Podrá la Reserva Federal con su emisión monetaria recuperar la economía?: «¿La Reserva Federal? No tienen solución. Bretton Woods está en su lecho de muerte. El globalismo también está muerto. ¿Lo siguiente? Regionalización de las economías mundiales. ¿Y luego? Ciudades-Estado de más de 30 millones de personas. De esta forma lanza su sentencia de que ha llegado el final del capitalismo, cosa que, en honor a la verdad, nos parece apresurada sentenciarla en un mundo sumergido en una dinámica extremadamente compleja y peligrosa para la humanidad, porque sabemos que hay más de un psicópata poderoso que entiende a la guerra, como una solución óptima para salir airosos de esta situación de crisis global. La Guerra sería el final de la historia de la humanidad en el planeta tierra. En términos generales,recordemos además que el capitalismo tiene una capacidad importante de mutación y de adaptación hacia nuevos retos que se le presenten, y pondrá todo su arsenal creativo y genocida para no morir en esta convulsión global.

La Vida Humana en riesgo, y la posibilidad de un retroceso histórico.

Una imagen épica en este momento es la de varios mandatarios de países que pertenecen a la Eurozona, quienes han denunciado en las cámaras de televisión, en locuciones oficiales, el falso discurso de la solidaridad europea, que la mal llamada unión, no sirvió para la solidaridad, y que por el contrario siempre fue funcional a la acumulación de capital y la expoliación de las naciones débiles integrantes de dicho acuerdo, por medio de políticas leoninas de parte de organismos crediticios que en vez de ayudar al desarrollo de estos países, han sumergido a poblaciones enteras a la más extrema pobreza. Este «gigante» con pies de arena, será el primero en desmoronarse después de la crisis, y con él, la reconfiguración de la geopolítica global, pues de seguro, le seguirán en su destino instituciones promotoras de miseria, como el Fondo Monetario Internacional, que ha demostrado ser la cloaca más inhumana existente en el planeta. Las bases de las nuevas relaciones internacionales estarán puestas en la defensa de la vida, si la humanidad aprende con inteligencia el mensaje que está detrás de la crisis global, que el Covid-19 ha generado.

Para Santiago Alba Rico, «lo que estamos viviendo no es una guerra, es una catástrofe«, y pone esto en el tapete, porque en una guerra hay dos bandos visibles, en ese sentido surgen más preguntas, por ejemplo, si es una guerra, hay que precisar, ¿quiénes pelean? ¿ante qué se enfrentan? ¿cuál es el trasfondo de la lucha? ¿Quiénes son los malos, y quiénes los buenos? ¿Quiénes son los aliados y los enemigos? ¿Quiénes son las victimas y quiénes los victimarios? Nosotros creemos que estas preguntas deben responderse con mucha serenidad. Compartimos la afirmación de que la humanidad en la actualidad atraviesa por una catástrofe, pero esa catástrofe es producto de una guerra del gran capital transnacional a la vida humana. La Guerra no es contra el Covid-19, que es un ente que no se ve, y que por el contrario lo portan seres humanos, que en definitiva son las victimas; esto hay que saberlo diferenciar y ponerlo en su justa y clara dimensión, para evitar una locura xenófoba o de fobia en contra de la propia humanidad, este última potencialmente portadora del virus. No podemos permitirnos más miedos en contra de la propia humanidad, victima de esta crisis, eso sería catastrófico en este contexto de caos, en el que que se pretende también desarrollar un desmembramiento de las estructuras sociales que nos hacen humanos.

Puede que estemos ante la posibilidad de criminalizar los acercamientos humanos, los besos y los abrazos, y eso sería verdaderamente devastador para la esencia de lo humano. Para Santiago Alba Rico: «Un virus no es un enemigo consciente y malvado, es inherente a la propia vida. Lo terrible es construir sociedades ajenas e ignorantes de que los virus, la enfermedad, la mala cosecha o la tempestad existen«. Hay que tener la claridad para identificar, quienes representan un peligro para la reproducción de la vida humana sobre el planeta tierra.

El debate de estos tiempos, además de complejo, está cargado de valores, y queda claro, quienes defienden la vida y quienes de forma asombrosa apuestan incluso por una especie de ley de selección natural, que evidentemente privilegiará a las clases dominantes. Perspectivas de todo tipo surgen en estos tiempos, desde las más reaccionarias hasta las más sublimes en cuanto a lo hermoso, a lo humano, y vendrán muchos levantamientos en cada rincón del planeta, todos en defensa del medio ambiente, de la democracia, del trabajo, de la educación, el mundo en las venideras décadas va a exigir (…) más y mejor sanidad pública, más Estado, más política fiscal expansiva cuando acechan las dificultades, más economía real y, sobre todo, dar mucha más importancia a los asuntos verdaderamente imprescindibles para la vida humana.

El discurso del miedo seguirá su cause por parte de la élite global, solo que ahora, no es el del terrorismo iniciado luego del ataque a las torres gemelas en el 2001, ahora el «metarrelato» apuntará hacia un enemigo invisible, los virus; por tanto la humanidad debe tener en cuenta, que será esta la nueva arma del miedo, por medio de éste proceder serán restringidas las libertades de la población humana, por medio de éste meta-lenguaje serán desmovilizadas las luchas de los pueblos por los Derechos Humanos, de esta forma se pretende instalar el gobierno global sin objeción alguna por parte de las fuerzas antisistémicas.

Un mundo que ya no aguanta tutelajes, sanciones, ni la tiranía del hegemón en decadencia.

Recibimos con regocijo la noticia de que se empiezan a abrir caminos hacia la verdad, pues a nuestro juicio Bachelet da un paso importante, comienza aceptar la criminalidad de las medidas arbitrarias impuestas a Venezuela. El día 24 de Marzo del 2020, la alta comisionada de las Naciones Unidas Para los Derechos Humanos, reconoce que las mal llamadas sanciones además de ser unilaterales y coercitivas, son un impedimento para los países que las padecen, no solo para afrontar la situación de crisis que se presenta a escala global, sino además convirtiéndose en una limitante para el desarrollo de la normalidad de cualquier nación. Para nuestro país, por ejemplo, se convierte en un absurdo la arquitectónica global, que le sirve más a los intereses del imperialismo que a nosotros como nación Soberana, lo mismo están pensando regiones enteras del planeta, que pretenden consolidar procesos políticos soberanos, dónde prive el principio de la autodeterminación de los pueblos, y que encuentran en el andamiaje global una forma de cohersión arbitraria por parte del gran hegemón del capital global. Para Bachelet, quien conoce a profundidad sobre el tema de la salud: «Es fundamental que se evite el colapso de los sistemas sanitarios nacionales, habida cuenta de la explosiva repercusión que eso podría tener en términos de muerte, sufrimiento y ampliación del contagio«, en el marco de la crisis del Covid19, ignorando las tremendas secuelas que dichas sanciones arbitrarias generan socialmente a lo interno de estas naciones. ¿Es que la vida ahora es más importante que antes?, o ¿es acaso que los enfermos de ahora son prioridad y los de hace apenas unos meses forman parte de las estadísticas de los daños colaterales de una guerra por consolidar la hegemonía global a costa de lo que sea?

El asunto es tal, que ya varios países sancionados, como es el caso de Irán, le endilgan la responsabilidad de sus muertos a causa del Covid19, a las sanciones impuestas por los Estados Unidos, pues la limitante para acceder a insumos médicos ha generado una situación mucho más aguda a lo interno de las fronteras del país Persa. En ese sentido, si bien es cierto que es imposible que una nación produzca todos los bienes de consumo que necesita para la reproducción de la vida, es necesario volver a potenciar la economía real a escala regional, y dejar de lado el crecimiento financiero inorgánico, el cual va a parar a muy pocas manos, además a quedado demostrado que en momentos de crisis como estos, no sirve para afrontar situaciones difíciles, pues como capital privado, hacen de éste, sus dueños, uso y abuso. Veamos, que el problema es multifactorial, tiene que ver con la salud, con el alimento, con el transporte, con los recursos naturales, con la industria, con el vestido, con muchas esferas de la vida. Stiglitz, dice que:

La Globalización -integración más estrecha de los países del mundo- ha dado lugar a la necesidad de más acción colectiva, para que la población y los países actúen unidos con el fin de resolver sus problemas comunes. Existen demasiados problemas -comercio, capital, medio ambiente- que solo pueden abordarse desde una perspectiva global. Pero aunque el Estado-Nación se ha visto debilitado, todavía tienen que crearse a escala internacional las instituciones globales democráticas que puedan ocuparse de manera eficaz de los problemas que la globalización –Liberal– ha generado (Stiglitz. 2006, p. 48) (las Negritas son nuestras)

Supondrán algunos que hacer convenios multilaterales a escala regional en el concierto internacional, bastará para construir un nuevo modelo civilizatorio, nosotros estamos convencidos, que ese será sólo el paso inicial, necesario, pero inicial, pues para avanzar con firmeza en esa transformación. Es impostergable adentrarnos en la vieja discusión sobre la sociedad civil, el Estado y las relaciones sociales que se re-producen a su interior, porque la nueva sociedad debe surgir desde una profunda critica a la lógica del capital, y la misma debe emerger desde el corazón de las comunidades comprometidas con la vida, la democracia, la autodeterminación y la liberación de los seres humanos.

Referencias:

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