[OPINIÓN] ¿Pagamos impuestos los Venezolanos?
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Impuesto,
parte de nuestros haberes retirado forzosamente por el Estado o con el
consentimiento de éste. Eternamente nos cae a los venezolanos el
aguacerito según el cual no tenemos cultura tributaria ni pagamos
impuestos. Quizá la finalidad del regaño es hacernos olvidar que,
gracias a los Infames Tratados contra la Doble Tributación, nacionales y
empresas de unos 40 países están exonerados de pagar magnitudes
cercanas a los 17.800 millones de dólares anuales en impuestos por sus
ganancias en Venezuela. El consuelo es pensar que generosamente
regalamos esa magnitud a las tesorerías de los mismos queridos países
imperiales que nos amenazan, nos agreden y nos sancionan para
aniquilarlos. El desconsuelo es comprender que en realidad ese dinero
que las transnacionales ahorran a costa nuestra en realidad va a parar a
los Paraísos Fiscales, para no salir de ellos jamás.
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Olvidemos
también, aunque es difícil, que el artículo 22 de la Ley de Protección y
Promoción de Inversiones Extranjeras pauta a favor de éstas las
siguientes ventajas, (no extensivas a los venezolanos): “1.
Desgravámenes. (…) 4. Bonificación en impuestos. 5. Exenciones
arancelarias. 6. Exenciones tributarias”, así como “contratos de
estabilidad tributaria” que inmunizan contra alzas de tributos. Como si
no fuera suficiente el desangramiento fiscal que suponen los Infames
Tratados contra la Doble Tributación, basta ser extranjero para no pagar
impuestos venezolanos. Muy agradecidos por nuestra bondad y nuestra
generosidad han de estar los grandes capitales foráneos: los mismos que
nos embargan, hacen subir nuestro riesgo país, deterioran la moneda y
nos bloquean.
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Y
tratemos de no recordar que el Programa de Recuperación, Crecimiento y
Prosperidad Económica disminuye aranceles de importación y exonera de
pagar Impuesto Sobre la Renta (ISLR) a las empresas petroleras,
incluidas las grandes transnacionales que operan en el país y en la Faja
Petrolífera del Orinoco, domiciliadas o no en Venezuela.
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Pero
no nos desviemos del tema. La justa alegría de saber que empresas y
ciudadanos extranjeros no pagan impuestos en Venezuela no debe hacernos
olvidar que cada bolívar que dejan de aportar ellos debemos cancelarlo
los nacionales, para educarles y mantenerles saludables sus
trabajadores, y para proporcionarles seguridad jurídica y servicios
públicos subsidiados. En efecto, hasta hace no mucho la mayor tasa de
impuesto sobre la Renta para los grandes capitales dedicados a
actividades distintas de la explotación de recursos naturales era de
34%. Los ciudadanos de a pie pagamos algo así como un 16%, y otro 16%
por el neoliberal IVA, que nadie sabe si es ingresado al Tesoro, y casi
un 10% por derechos de frente, matrículas y otras parafiscalidades, que
elevan la presión tributaria sobre el ciudadano común a un pesado 42%.
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¿Y
si incluimos otras cargas que cancelamos no por acción, sino por
inacción del Estado? ¿Por ejemplo, el 10% de recargo en todos los
precios que nos imponen los comerciantes para reponer lo que le cobran
los bancos por servicios de tarjeta de crédito, y que los honrados
empresarios nos clavan, aunque paguemos en efectivo, cheque conformable o
tarjeta de débito? ¿El 200% con que nos pechan los comercios por
emplear la susodicha tarjeta de débito y no el ilocalizable efectivo? ¿Y
la inflación, que por disminuir nuestro patrimonio contra nuestra
voluntad y por inoperancia del Estado, algunos críticos consideran un
impuesto? Bien hondo es el hueco que dejan los extranjeros por los
impuestos que no cancelan sobre sus ganancias en nuestro país, y bien
pesada la faena que soportamos los nacionales para llenarlo.
Constituyente, aparta de mí esta carga: haz pagar impuestos a los
extranjeros.