[YUKPA] ¿Qué se gestó en el cuerpo de Mary Fernández?

Escrito por Tejidos de Dignidad A.C. / El Entrompe de Falopio

Mary Fernández, mujer yukpa, educadora, reposa hoy lunes 26 de noviembre en la humilde casa de bloques de su hermana Ana. La casita del pueblo, no el hogar que levantaron en la comunidad Kuse porque éste le fue quemado a su hermana hace siete días: corotos, vaquitas y todo.  Mary no quiere hablar. Sólo llora. Cuando tomó fuerzas hoy para poner la denuncia en la Fiscalía (la auxiliar de la Dra. Melero le dijo que la esperaría hasta las cinco) no había quién la atendiera y eso que eran las tres de la tarde.

Mary pasó  casi siete días en un rincón oscuro en los predios de la Hacienda Las Delicias, la misma hacienda donde asesinaron a su hermano Cristóbal. A golpes fue secuestrada y un coro de ganaderos, políticos locales y sicarios repiten lo mismo: ella es la hermana de los ladrones del ganado. Mary sería liberada una vez que llegaran los señalados por los ganaderos, quienes, para variar, son los mismos de hace años: jóvenes yukpas empobrecidos, criminalizados: los hijos de Carmen Anita, los hijos de Lucía Romero, los hijos de ELLAS.

Ciertos caciques yukpas, muy buenos aliados de los ganaderos, operadores en el territorio de ciertos negocios, el Padre Sandoval, religioso de la misión del Tukuku, conocido por su discurso de odio contra los hijos de ELLAS (esto hace recordar el testimonio de tres de los hijos de Sabino quienes estuvieron en el internado del Tukuku, por allá a finales de los 90-2000, al narrar los maltratos y castigos que este misionero ejercía a los muchachos) justifican el secuestro de Mary como un ejercicio de la autoridad Yukpa: estamos en jurisdicción especial indígena y aquí Mary se queda hasta que aparezcan los ladrones.

¿Y Mary qué?

Rehén de un cálculo político y económico cuya violencia es justificada porque los autores de este nuevo crimen saben que no serán castigados y menos si se trata de una mujer, yukpa, maestra, pobre y además viuda. El esposo de Mary fue también asesinado hace cinco años.

¿Y Mary qué?

En medio de un silencio como el acostumbrado sólo las voces de familiares y algunas de los movimientos sociales se pronuncian. El resto o juzga y emite comunicados “oficiales”, o calla por eso de que no conviene en virtud de que un cargo de Ministra se expone cuando de defender al más pobre se trata, o manipula, pues, que nadie se meta, pues se trata de un problema entre “indios”.

Mary, rehén del cálculo político y económico, me atrevería a decir transnacional, porque en el trasfondo hay unas rutas de contrabando de ganado (por solo nombrar un rubro) en las que se sostiene material y operativamente ese poder paraco ganadero. Hay “hermandades” binacionales que cooperan desde el ejercicio de la violencia paralela a la ley y el poder en la frontera.

¿Y Mary qué?

Hay unos fallecidos en circunstancias aún no aclaradas, reses cercenadas y otras desaparecidas.

¿Y Mary qué?

Mary aún allá, recuerda y le dice a su hermana poco a poco lo que le han hecho. Ana dice: “Es que desde que salió habla bajito, chiquitico y como perdida”. Recuerda Mary, arma en la sien, en la espalda, haciendo sus necesidades al frente de los hombres que junto a ella están en el mismo espacio. Eso le daba vergüenza, hacer sus necesidades delante de los hombres.

¿Y Mary qué?

Por las noches, sacada y obligada a arrodillarse, arma en la sien, en la espalda, golpes en la cabeza, en la espalda, con hambre, con sed, orinada por el miedo, amenazada con ser violada.

Valiente, le dice Mary a este circo de humanos, de barbarie, enfermos ustedes que tienen a una mujer así. Mary no calla, pero cada palabra le cuesta un golpe, un insulto, un roce con el arma, falo, pistola, arma, pistola, falo ,arma.

Este hecho  hace recordar los planes contra insurgentes que en Guatemala eran accionados a través del cuerpo de la mujer indígena dentro de los cuales era necesario “secar el mar humano en el que nadan los peces de la guerrilla”. Por eso, sustituyo: “secar el mar en el que nadan los recuerdos, lo que queda de vida de los hombres hijos, hermanos, esposos de Anita Fernández, Lucia Romero, Mary Fernández”, secar la búsqueda por reparación de justicia a través del cuerpo de ELLAS.

El cálculo político y económico suma, resta y divide con violencia; es un cálculo que apuesta por agredir no solo cuerpos sino vínculos, estancias, comunidades, un cálculo que quiere cobrar el re levantamiento de comunidades nuevas Yukpas fruto de la lucha de Lucía Romero, Sabino, Juan Manuel, Guillermina, Miriam, Ana, nuevas comunidades donde antes estaban las Haciendas, y antes de las Haciendas la comunidad primigenia de los Yukpas. Regresó Chaktapa, Guamo Pa Mocha, Kuse, donde antes se erigió Hacienda Tizina, la de los Vargas, Hacienda Capitán.

¿Y Mary qué?

Mary  debe recuperarse, sanar un poco. ¿Pero se puede sanar sin justicia?

¿Puede sanar ella sola? Hay instancias que moralmente, y por ser su naturaleza, no deben ser indiferentes, no deberían: Defensoría del Pueblo, Fiscalía. Pero, ¿callarán? ¿hasta dónde accionarán? ¿Colaborarán para lograr una evaluación médica fuera del cálculo local ganadero parapolicial? ¿Acompañarán a Mary a ejercer su derecho a denunciar la barbarie? ¿Se atreverán a impulsar mecanismos de reparación de justicia?

¿Y el Ministerio Indígena?  Nada se puede esperar de éste porque nada harán, nada han hecho por las víctimas del sicariato paraganadero mas allá de continuar la narrativa de criminalización, de acusar y tildar cualquier solidaridad como “ONG de derecha” y pare usted de contar. Tenemos años, años, años siendo víctimas de este discurso intimidatorio que busca romper también vínculos de solidaridad.

“El ser humano es  tierra que piensa”. Fausto Reinaga.

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