[OPINIÓN] Soy de la izquierda trasnochada y fracasada

Hace mucho que deje de ser un muchacho. Pero cuando lo era me tocó vivir cosas como el derrocamiento de Pérez Jiménez, el triunfo de la revolución cubana y cosas por el estilo…

Mis reflexiones inevitablemente largas están escritas a veces en primera persona, otras en plural, lo que se explica en el hecho de que ninguna de estas cosas fueron vividas individualmente.  En ese montón de cosas que me tocaron, me tocó vivir una pobreza marginante, y crecer en medio de las limitaciones que ella impone, sin embargo viví una niñez feliz, quizá fundamentalmente porque a pesar de todo tuve una familia, una hermosa familia.

Así, en algún momento de principios de los años 60 entré al liceo Pedro Gual en Valencia, en plena efervescencia social de la recién estrenada democracia. Rápidamente me tocó vivir también la comprobación de que tal democracia era solo una gran mentira y comenzó, entonces, la eterna búsqueda, el perseguir mariposas y sueños; pero también el enfrentar un montón de cosas menos románticas como, al asumir la lucha como forma de vida, tener que soportar la pérdida de afectos, unos porque nunca ni entendieron ni aceptaron nuestras posturas y otros porque simplemente se los trago la lucha y las circunstancias y simplemente dejaron de estar.

Era natural, en el contexto vivido en ese entonces, que asumiéramos como trinchera la de los procesos de liberación y no solo en la patria chica, Venezuela, sino además en otros lugares de toda nuestramerica, y por ello al asumir la lucha, aun armada, fue igual hacerlo aquí o en Colombia, Perú, Nicaragua, no sé, en cualquier lugar y en mil circunstancias, formación, entrenamiento, solidaridad, correaje, inteligencia, y así. Siendo esencialmente, pues fue el papel que me toco jugar, un “soldado desconocido”, es decir uno de esos tantos combatientes que vivieron la lucha sin ninguna notoriedad, cosa que era exactamente lo que se buscaba.

Pero además de toda esa actividad clandestina era también vivir la otra vida, la legal que también era activa, la universidad, la organización campesina, los sindicatos en la ciudad o en el campo, el intento frustrado de un sindicato de prostitutas en el sur del lago, la actividad barrial buscando construir espacios propios basándonos en el trabajo cultural con la música, la poesía, los títeres, los cineforos, las escuelas populares y tantos otros intentos. Aquella vorágine de espacios en barrios en Caracas, Barquisimeto, la costa oriental del lago, Valencia, Falcón, Mérida, el sur del lago, los pueblos de la montaña. Todo eso, actividad a la que llamábamos trabajo político de izquierda. Siempre buscando concretar la utopía, es decir construir espacios de poder que permitieran comenzar el desmontaje del sistema capitalista depredador y asesino.

Trabajo inmenso, lleno de trasnochos y de fracasos aunque también habitado por miles de de pequeños triunfos y de enormes aprendizajes que sin ninguna duda fueron construyendo la actual realidad nuestramericana, para bien o para mal. Por ello es que sin dudarlo y por razones de vida pertenezco, pertenecemos, a esa izquierda trasnochada y fracasada, a la que hoy a veces hasta se acusa o denigra. Fuimos de ella, somos y seguiremos siendo de esa izquierda que a pesar de tantos trasnochos y errores sigue caminando. Por ahí, despectivamente, se nos acusa de «históricos» y algunos para los cuales la historia empezó ayer se nos señala de «pre-históricos».

Habría demasiadas cosas que contar, pero no es ese el sentido de esto. Además hay entre tantos recuerdos hermosos algunos otros que sería preferible no tener, pero que sin embargo nos formaron, nos hicieron y por ello somos, locos trasnochados y fracasados empeñados en seguir siéndolo. Quizá por aquellas palabras que el pueblo, sabio y paciente, repite a veces “palo dado ni dios lo quita”.

En ese andar hace unos veinte años nos encontramos con un loco, distinto pero loco como nosotros, que sorprendió a todos con un muy bien colocado «por ahora». Ese loco, Chávez, nos resultó difícil al principio, su uniforme nos puso en guardia frente a toda esa toda la historia vivida de bestial represión que los militares que siempre fueron únicamente sirvientes del poder, y por lo tanto enemigos de los revolucionarios.

Pero, y eso fue hermoso, esa contradicción no se resolvió en el concepto, en la teoría, más bien en el contexto, en la práctica, en los hechos. La misión Robinson, otra vez el trabajo campesino, los fundos Zamoranos, Vuelvan Caras, la búsqueda, ahora con más posibilidades de encontrarlas, de unas escuelas diferentes, la comunicación popular, o quizá más bien la comunicación hecha pueblo, la construcción de comunas y la búsqueda desesperada del poder popular nos integró en un solo destino. Y asumimos juntos ese nuevo destino, como una cierta posibilidad de comenzar a concretar la utopía. Y en eso estábamos, en eso estamos, en eso estaremos.

Ahora soy un viejo, a veces hasta ignorado por ser viejo y porque nunca, deliberadamente, quisimos asumir la vida de lucha como escalera como camino al protagonismo personal. Ahora vivimos mil contradicciones, siguen existiendo mil preguntas sin responder.

Otra vez la crítica, que se nos hizo cotidiana después de vivir como la hemos vivimos, es perseguida y estigmatizada, condenada sin más. Otra vez ser crítico nos hace pertenecer a una izquierda tranochada y fracasada, cosa que no es nada nuevo pues a ella me siento inevitablemente unido. Pero a pesar de esos ataques, mediocres muchos de ellos, estoy, estamos, convencidos de que hay que seguir aun cuando no haya certezas, otra vez solo caminos por descubrir.

Una vez Chávez nos convenció de cosas impensables antes, por ejemplo «la unión cívico-militar», y lo vimos a él asumirse de izquierda, de esa que hoy otra vez se ha vuelto incómoda y lo vimos decir que sin el trabajo que nosotros, y aquí el nosotros es inmenso, realizamos, muchas de las cosas que han pasado en Venezuela y en nuestramérica habrían sido mucho más improbables. Pero es que él fue simplemente un subversivo en el poder, que también creyó, mientras pudo, en la necesidad vital de hacer concreta la utopía.

Esta historia no ha concluido, este combate no se decide todavía y aunque a nosotros los de la izquierda trasnochada y derrotada se nos pretenda negar espacios, tercos como hemos sido seguiremos creyendo que la lucha es el camino, duro, pero es el camino y aunque otra vez nos cueste lo seguiremos andando. El reformismo socialdemócrata, que retoma, dolorosamente espacios, no nos sacará de ahí, aún que sea arrastrándonos seguiremos caminado, seguiremos aportando nuestros ya menguado esfuerzo a este construir. No podrán impedirlo. Trasnochados y fracasados seguiremos. ¡La lucha tiene que seguir!

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