[COLUMNA PRESTES] El Arma de la crítica

Ricardo Adrián

Queremos arrancar la marcha de la columna Prestes, urgidos como estamos, ante la crisis y el cerco imperialista con aquella sentencia del Che: “Tenemos la imperiosa necesidad de pensar, ¡Imperiosa!” y con esta frase, nuestra firme intención editorial de promover la reflexión, y a su vez atacar y superar toda dependencia en el pensamiento, el pragmatismo inconsistente, los dogmas intransigentes, entre estos la cartilla liberal, el localismo y el individualismo, la confianza o la queja en que los de afuera resolverán, todos ellos resumidos en lo que expresara J.P. Garnier “la voluntad de no saber”; se trata de pensar para mejorar la acción revolucionaria, pues como decía Albert Einstein “La tragedia realmente amenazadora en una crisis es no querer luchar por superarla”.

En esta importante tarea de pensar y del activismo revolucionario; la crítica es desde luego el arma principal del pueblo trabajador, la crítica visibiliza y diferencia aquellos intereses ajenos y contrarios que bajo formas ideológicas comandan la cultura, las ideas y programas económicos, la praxis de los pueblos en esta sociedad capitalista. La crítica por el contrario reniega de esta contracultura, y se lanza a analizar los hechos y sus contradicciones, construye y se apodera de conceptos propios para leer la realidad, devela los sujetos y las relaciones de fuerzas; por tanto la crítica revolucionaria es el despertar y la negación frente a la enajenación a la que nos someten las relaciones capitalistas, en el trabajo, el comercio, en la política.

Y como negación, la crítica revolucionaria debe retar a las fuerzas retrogradas que traban la realidad, debe presionarlas y disputarle posiciones, pues “si no se produce un cambio en la opinión de las mayorías, la revolución es imposible”, esto implica que hay que escindir al pueblo trabajador de la influencia burguesa, al respecto señalaba el viejo Marx en su ensayo crítico a la filosofía del derecho de Hegel que, “el arma de la crítica no puede oponérsele a la crítica de las armas, porque una fuerza material no puede ser derrotada por ideales abstractos, pero la teoría se convierte en fuerza material tan pronto como se apodera de las masas”; de acuerdo a esta idea, y ante la necesidad que la crítica se convierta en una poderosa fuerza, que abra nuevos canales sobre el fango de la crisis para que los pueblos desarrollen su participación y protagonismo, he allí su tarea central, para lo cual destacamos que nuestra crítica debe tener las siguientes características:

  1. La crítica debe acompañar los justos reclamos de los pueblos por más limitados que puedan parecer, Pero la crítica no se limita a la queja, va más allá, la crítica es el despertar a un estadio más profundo de conciencia, que empuja a ver el bosque en su conjunto y no solo el árbol que tenemos al frente. Todas aquellas demandas economicistas justas deben profundizarse en su marcha y convertirse en demandas políticas.
  2. La crítica es juntera, promueve la integración creadora de los comunes, y expresa siempre un interés de clase, por ello, es necesario diferenciar siempre, por ejemplo la crítica reaccionaria de la derecha que propugna la supremacía del orden del capital, y que expresa para Latinoamérica y el Caribe, el dominio neocolonial sobre el estado, el mercado interno, la sacrosanta propiedad privada de los medios de producción con los consecuentes y permanentes recortes, privatizaciones y derogación de los derechos sociales.

Aquella crítica que bajo el nombre de la izquierda, el centro o la socialdemocracia, siempre tiende a irse por las ramas, que se horroriza mostrando las consecuencias pero que oculta sus causas, condenan las turbulencias, luchas y peligros que surgen fatalmente del orden capitalista, pero al mismo ni lo mencionan, el problema son los corruptos, pero no dicen nada del carácter del estado y el sistema corruptor que posibilitan estas prácticas, todas ellas a nuestro juicio expresan los intereses de la pequeña burguesía.

  • La crítica sólo es revolucionaria cuando expresa y proyecta los intereses de conjunto del pueblo trabajador, cuando se coloca con los trabajadores suspendidos, con los campesinos marginados, con las luchas de las comunas, de las mujeres, de los estudiantes; y por ende al colocarse al servicio de los sujetos históricos.
  • La crítica empuja y conduce a la actividad revolucionaria, “no basta conocer e interpretar el mundo, sino de lo que se trata es de transformarlo”, y esto es un elemento clave, para adentrarse a la crítica revolucionaria, porque es allí, en las relaciones materiales, “donde el hombre y la mujer deben demostrar la verdad, es decir la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento”.

La práctica de la crítica es la lucha revolucionaria, donde se encuentran decisivamente la actividad humana con las circunstancias concretas; la crítica no es contemplativa, es por el contrario impaciente y se convierte en acciones de fuerzas, en choques por transformar esas circunstancias. Es por ello, que los pueblos tenemos que entrar sin complejos a la lucha  política, la lucha o la actividad critica no puede ser ingenua e inofensiva frente a los poderosos, debe presentar alternativas, y apuntar a la conquista del poder, a la elevación del pueblo trabajador en clase dominante, el poder popular.

He allí, los grandes objetivos que persigue esta “Columna Prestes”,  acompañar las luchas justas del pueblo, generar modestos aportes a la formación política de los y las que en batalla día a día oponemos nuestra critica por un mundo más justo a quienes quieren sepultarnos en las fosas de la resignación y la barbarie.

 La crítica ha deshojado las flores imaginarias de las cadenas no para que el hombre arrastre la cadena sino para que arroje de sí esa esclavitud y recoja la flor viviente

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