[COLUMNA PRESTES] El estrangulamiento del salario

El salario mínimo legal en Venezuela es hoy el más bajo del hemisferio occidental. El mismo pasó de 30$ en agosto del año pasado a menos de 2$, conllevando esta situación a un período de agudas penalidades para el pueblo trabajador que entre caminar y trabajar gasta más calorías de las que consume, comprometiendo así la salud y la vida.

Estos son los efectos concretos de un cuadro de crisis y cerco económico imperialista y también de la aplicación por el gobierno nacional de una política de ajustes que opta por congelar el salario y restringir la liquidez, con el objetivo de controlar la inflación.

He aquí la imposición de este dogma monetarista y neoliberal, con su doble variable de alicate. 1) “Disciplina fiscal” gritan estos asesores para recortar el gasto público, restringir la emisión de dinero inorgánico. Por otro lado 2) vociferan que hay que apoyar y estimular al sector privado “para que produzca más”. Esto implica derribar todos los controles, los aranceles para importaciones, otorgarles créditos, privatizar las empresas estatales. En síntesis, abrirle las jaulas a los lobos para que estos desarrollen “su naturaleza”.

Esta conclusión lo indica claramente la economista Pascualina Curcio en su artículo “Salario”. A pesar de que en un año descendió hasta en un 96% la capacidad de consumo de la población trabajadora, la inflación fue de 53.052%. Es decir que no sólo se han recrudecido las penalidades del pueblo trabajador sino que no se pudo corregir las tendencias inflacionarias.

Del mismo modo, los asesores neoliberales, tomando la arenga del sentido común, plantean que de nada servirá elevar los salarios. Argumentan que de manera natural tal aumento repercutirá en un incremento de los precios, haciendo retroceder al salario.

¿Todo aumento de salarios genera naturalmente un aumento de precios? Estas tesis de los economistas neoclásicos ocultan (como toda la economía política burguesa) la teoría de la plusvalía, el impacto de las ganancias contra el salario. Veamos:

Si al valor de una mercancía descontamos todo el trabajo pretérito, es decir materias primas y maquinas, lo que nos queda es el trabajo vivo. Este es el único fondo del que tanto los trabajadores como el capitalista sacan su respectiva parte o dividendo. Al ser esta es una magnitud concreta y limitada todo aumento de salario no incrementa los precios, sino que lo que hace es disminuir la ganancia, y viceversa. Un incremento de las ganancias, sea por la vía del aumento de los precios o la devaluación de la moneda, implica una reducción de los salarios.

Esta tabla sirve tanto para la empresa privada, cuya ganancia estrangula al salario, como para el Estado. Hay que recordar que el compromiso de pago de la deuda externa estrangula los salarios en el sector público.

Como sabemos, el coste de producción del salario es la sobrevivencia misma del trabajador y la de su familia. Ésta debe confrontarse siempre con los precios de los productos básicos.

Esta guerra de guerrillas, entre los incrementos de los salarios y los precios de los productos básicos, la vivimos en la época en que la política económica del gobierno se resumía a los motores productivos, los controles estatales y la protección salarial. Contra estos, la burguesía luchó con todas sus fuerzas y mañas, generó mercados paralelos y desabastecimientos, sobornó a los contralores, adulteró cifras, simplificó la producción y logró abrir boquetes irreparables contra los controles burocráticos para imponer sus intereses. Este fue el forcejeo previo a la liberación de los controles.

El pueblo de Venezuela no puede vivir como lo hace hoy. La tendencia al crecimiento de la miseria y a la migración de nuestra principal fuerza laboral tiene su consecuente impacto sobre la producción, los servicios y áreas claves para la sociedad, como la educación y la salud.

Es urgente el incremento de los salarios. Una propuesta es la de Wills Rangel, presidente de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, de incrementarlo a medio petro (unidad de ahorro). Otra sería cumpliendo el artículo 91 de la Constitución, ajustado a la canasta básica.

Tal aumento debe ser protegido por una política efectiva y revolucionaria de controles y no la ficción reaccionaria y burocrática de estos. Sugerimos para esto los siguientes controles:

  • 1. Control de la producción por los Consejos Productivos de Trabajadores y Trabajadoras, con sanciones severas a quienes disminuyan o interfieran en los planes de producción.
  • 2. Control comunal de la distribución a través de los CLAP, Comités de Salud y demás formas organizativas del poder popular (gestión directa de la distribución) o de contralorías comunales a los comercios.
  • 3. Control Obrero, Campesino y Comunal de los centros de almacenamiento de rubros agrícolas.

Aunado a estos, es imprescindible el impulso de una planificación de la economía nacional orientada a incrementar la soberanía. Así se completan ciclos productivos internos y se rompen las cadenas neocoloniales de dependencia.

En esta línea pueden incorporarse el plan de reactivación de las principales 18 cadenas productivas presentadas en enero de 2019 por la Universidad Bolivariana de los Trabajadores. Este plan contó con participación de más de 300 trabajadores líderes técnicos y políticos con compromiso nacional.

También, y para atacar los nudos críticos de estas cadenas se debe tomar en cuenta la experiencia de las batallas productivas y las BOPS (industria petrolera), con participación de grupos técnicos de trabajadores para recuperar la operatividad de las fábricas.

En el retraso está el peligro.

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