[COLUMNA PRESTES] Nuestra estrategia es la participación

En los tiempos de la aprobación de la nueva constitución nacional en el año 2000, algún periodista le preguntó al comandante Chávez: ¿Cuál es el propósito de esta nueva carta magna? Y éste meditando profundamente respondió: “nuestra estrategia es la participación”.

Esta sentencia, que en aquel momento quedaría en el aire, se fue profundizando en cada choque contra las oligarquías, en cada conflicto contra el dominio neocolonial, en cada ofensiva revolucionaria, la apuesta central de Chávez conducía a profundizar la democracia a través de la incorporación de las masas marginadas y excluidas a la política, a la participación protagónica, al poder.

El bautizo de esta proclama fue la insurrección popular contra el golpe de estado de 2002, año en el que las masas salieron a las calles y se movilizaron a los principales cuarteles del país. Forzaron a los militares a encarar el golpe, fueron a los principales medios de comunicación y forzaron la visibilización del movimiento, avanzaron y tomaron Miraflores. Forzaron el regreso de Chávez.

Esta epopeya, que es creación heroica, permitió al comandante Chávez en el siguiente duelo político contra la derecha en los años 2003/2004, hacer protagonistas a esas fuerzas sociales para impulsar las misiones Robinson y Barrio Adentro con el apoyo solidario de la Revolución cubana. Fueron las masas de los barrios, campos y cerros quienes acogieron en sus humildes casas a los médicos cubanos y fueron abriendo consultas “cómo se podía” casa por casa, mística que fue igualmente superada por la misión de alfabetización “Robinson” cuyos programas, métodos y logística de la enseñanza fueron usados por el pueblo convertido en maestro.

Con estas dos misiones, el chavismo acrecentaría su epopeya gigantesca, solo le restaba derrotar y someter a sus enemigos, y fue el comandante Chávez con su astucia única quien invocó “la batalla de Santa Inés”, lo que implicaba llevar al adversario a la zona de concentración de fuerzas, es decir el terreno electoral.

Chávez, que siempre creyó profundamente en los poderes creadores del pueblo, organizó las UBE, «unidades de batalla electoral» en cada centro electoral y por cada 10 personas. Fue este movimiento popular quien convertiría una situación social y económica adversa, una gran amenaza política en una gran victoria que le abrió las puertas a un ciclo de bonanza económica y de transformaciones políticas.

Hoy día derrotar el cerco económico y político que nos impone el imperialismo y que nos somete a calamidad social es una gran necesidad para nuestro pueblo, la clase trabajadora y los campesinos. Junto a ese potencial desatado en el movimiento popular participativo tienen la gran misión de barrer a todas las fuerzas conservadoras y con ellas todo residuo de defensismo burgués frente al cerco imperialista, reorganizar las fuerzas productivas y propiciar el avance de la Venezuela potencia, introduciendo la propiedad social de los trabajadores libres asociados y el respeto a la madre naturaleza serán los puntales de esta ofensiva.

Sin embargo, cuando el reformismo y la burguesía revolucionaria torpedean y nos apartan del activismo, la participación y el protagonismo, se le abre las puertas al desapego, se genera la división entre gobernantes con competencia en los asuntos públicos y los gobernados reducidos y confinados a lo personal. En contra de esto estribó la gran apuesta de Chávez entre 2002 y 2004, años en que comprometido seriamente el poder, desenvainó la espada de la participación y el protagonismo popular y la colocó como la estrategia central del proceso.

No es la lealtad pasiva del pueblo lo que nos permitirá superar las adversidades, sino la más consciente y consecuente actuación de las grandes masas la que puede determinar el porvenir de la región, tal y como lo señalara Meszaros en ‘Más Allá del Capital’, tan citado y mencionado por el camarada Chávez. “La palanca de mando estratégica que hay que sostener no es el poder represivo del estado que puede ser derrocado bajo circunstancias desfavorables, sino la postura ofensiva de los trabajadores con respecto al capital”, he aquí el quid de tan magnífica reflexión, es la conciencia y movilización del pueblo forjada por la crítica y la lucha, la fortaleza que hay que sostener y no su lealtad pasiva.

El chavismo no ha muerto como proclamó alguna vez Toby Valderrama, tampoco el control obrero fracasó como expresó el año pasado el presidente Maduro, ni los pequeños campesinos son mafias como los han querido presentar, por el contrario, estas fuerzas son la única alternativa para superar la crisis y abrir sobre bases sólidas nuevas páginas de avance revolucionario en pos de los mejores anhelos y aspiraciones de la humanidad.

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