[ENTREVISTA] ¿Está Twitter alentando crímenes de odio en Venezuela? con Luigino Bracci

Por: José Negrón Valera/Sputnik News

Periodistas, humoristas, políticos, simpatizantes, ligados a la oposición venezolana, se han lanzado a masificar mensajes que promueven la persecución y asesinato de chavistas. Twitter ha sido una de las herramientas preferidas para dicha campaña. Para entender la situación, pero por sobre todo la posición de Twitter, entrevistamos a uno de los hacktivistas más importantes de Venezuela: Luigino Bracci  mejor conocido por su identidad digital @lubrio y su blog.

La historia romántica sitúa a Twitter, así como a Facebook, en la mente de uno o varios jóvenes talentosos y que, en buena hora, nacen en el país del ‘American Dream’. Una idea genial y ya estás en la cima, el mundo se rinde a tus pies. Eso, al menos dentro del mito.

Ahora bien, lo que casi nunca se cuenta, es que para que tu idea no solo surja sino que se masifique globalmente (pongamos por ejemplo, lo que sucedió con Twitter) nada desinteresadas empresas de fondo de riesgo asociadas a la CIA, cómo In-Q-Tel tuvieron que aportar ingentes cantidades de recursos, amén de todo el aparataje mediático.

Impulsaron un nuevo estándar para las comunicaciones digitales y así controlaron el valioso y masivo flujo de datos de miles de millones de personas alrededor del mundo.

¿Por qué entonces debería extrañarnos que Twitter, una empresa que nació ligada a la CIA, esté al frente de la campaña de odio más viral y sistemática de la que se haya tenido conocimiento en Venezuela?

Odio en Red

Periodistas, humoristas, políticos, simpatizantes, ligados a la oposición venezolana, se han lanzado a masificar mensajes que promueven la persecución y asesinato de chavistas. Twitter ha sido una de las herramientas preferidas para dicha campaña.

Para entender la situación, pero por sobre todo la posición de Twitter, entrevistamos a uno de los hacktivistas más importantes de Venezuela: Luigino Bracci  mejor conocido por su identidad digital @lubrio y su blog.  Es tajante al afirmar que «Twitter es una empresa que está clara y absolutamente parcializada con el bando opositor en esta contienda que se vive en Venezuela».

Recomienda a las instituciones del Estado venezolano que se sienten con la empresa estadounidense y le muestren la Ley venezolana contra el Odio y la Ley contra la violencia a la Mujer, y le exijan su cumplimiento so pena de «dejar de prestar servicio a Venezuela, tal y como ha hecho la Unión Europea con todas las empresas de redes sociales, que han tenido que empezar a cumplir leyes severas en torno a la protección a menores de edad, las noticias falsas, la privacidad y el almacenamiento de datos de sus usuarios» afirma.

— Twitter ha hecho caso omiso a las denuncias sobre los mensajes que incitan el odio hacia el chavismo, sin embargo, ha sido bastante diligente en suspender innumerables cuentas asociadas a personas que apoyan al chavismo. ¿Cree que esto es una simple omisión o se constituye en algo más? ¿Qué está sucediendo allí?

— Hemos conocido de primera mano sobre las sanciones que la empresa Twitter ha colocado a periodistas y tuiteros, tras denunciar actos de violencia contra partidarios del chavismo. Y es absurdo: los están sancionando porque las imágenes que colocan como evidencia de estas agresiones, supuestamente violan las normas de Twitter ¡por ser muy violentas! ¡Los penalizados no son los agresores, sino el periodista que denuncia a los agresores!

Del otro lado, vemos una impunidad total. El humorista José Rafael Guzmán ha estado emitiendo encuestas en Twitter promoviendo directamente la «muerte a los chavistas», lo que no sólo viola las normas de esa red social, sino la Ley venezolana contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia, aprobada en el 2017. Y no pasa nada, ni de parte de la empresa Twitter, ni de parte de la justicia venezolana. Esta impunidad sólo sirve para volver ‘normal’ algo que bajo ninguna circunstancia debería ser normal. El que un grupo político o racial llame cotidianamente a matar otro, sólo favorece cosas como lo que pasó en Ruanda en 1994, cuando murieron más de 800 mil personas en un genocidio incitado por los medios de comunicación. Con la diferencia de que los chavistas no se van a dejar matar tan fácilmente… se van a  defender, y lo van a hacer de una forma muy contundente.

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Respuesta de José R Guzmán al tweet de Sepulveda

Por otro lado, yo no entiendo por qué a las mujeres chavistas las atacan de una forma tan agresiva en las redes sociales, en comparación con nosotros los hombres. Utilizan agresiones brutales de odio, referencias sexuales, amenazas de violación a ellas y sus familiares, amenazas de quemarlas vivas… yo de verdad no entiendo qué pasa allí. Es algo que va mucho más allá de la cobardía o la misoginia.

Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano

© Sputnik / Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano  

Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano

© Sputnik / Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano  

Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano

© Sputnik / Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano  

Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano

© Sputnik / Promoción en Twitter del odio hacia el Gobierno venezolano  

—  ¿No le recuerda este escenario (Plataformas mediáticas + operadores políticos) a escenarios similares donde ocurrieron genocidios como Ruanda o Yugoslavia? ¿A qué instancias internacionales se puede acudir? ¿Tiene conocimiento  de alguna acción que esté emprendiendo la justicia venezolana para poner freno a esta situación? ¿Qué debe hacer la gente?

— Las personas deberíamos organizarnos y colocar recursos ante el Ministerio Público y las instituciones judiciales, recordando que existe una Ley contra el Odio que prohíbe estos llamados, en particular desde los medios de comunicación. Supe también que el martes 19 la Asamblea Constituyente venezolana decidió crear dos comisiones para llevar al Ministerio Público y al Tribunal Supremo de Justicia exhortos en torno a hacer cumplir la Ley contra el Odio, ante las reiteradas amenazas contra chavistas que a veces también trascienden el mundo real. 

La reciente agresión al padre de una periodista de La Radio del Sur, es una clara demostración de esto, y lamentablemente el tribunal respectivo decidió liberar a los agresores.

— No es materia oculta el apoyo y financiamiento que recibieron Twitter y Facebook de parte de Fondos de Riesgo asociados a la CIA y al aparato de seguridad de los EEUU. ¿Son realmente independientes estas empresas de la política exterior y de seguridad nacional de EEUU?

— No, para nada. Ya Edward Snowden, el exagente de la NSA, difundió la información que muchos sospechábamos, y es que todas estas empresas de tecnología cooperan de una forma u otra con la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) dándoles acceso a todos nuestros datos, no sólo a lo que uno pueda llenar en las fichas de información personal de Facebook, sino microdatos como tu ubicación, rutinas, amistades, costumbres. Facebook es, a su vez, dueña de Instagram y Whatsapp, así que imagínate la cantidad de información que pueden obtener de allí. La discusión cuando Snowden se centró sobre todo en los datos de los propios estadounidenses que eran usados por estas agencias, pero los datos de quienes no somos estadounidenses siguen tan vulnerables como el primer día, las empresas de redes sociales los siguen entregando a las agencias estadounidenses y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. 

— ¿Por qué no ha sido posible plantear opciones exitosas a estas plataformas? ¿Qué piensa que se debe hacer? 

— Es difícil, porque la gente no usa esas plataformas por sus capacidades, sino para estar en contacto con tu círculo de contactos. Y uno al final termina usando lo que los demás usen. Había una época en la que la ‘moda’ era un programita llamado ICQ. Luego, fue MSN Messenger, luego fue el «BBpin» de Blackberry. Hoy, es Whatsapp. Hay alternativas mejores y más seguras, con más capacidades, pero la gente sólo usa la aplicación donde estén tus familiares y compañeros de trabajo, y si no puedes convencerlos de cambiar de aplicación, tú tampoco te cambias.

Sin embargo, en materia de seguridad de Estado, el Gobierno debería crear una aplicación propia de mensajería y chat al menos para los funcionarios públicos. Sus bases de datos deberían instalarse en Venezuela, de forma tal que las conversaciones no tengan que pasar por Estados Unidos, como pasa hoy con Whatsapp facilitando que sean espiados por las agencias. Ojalá que los ministros y el Presidente no estén usando Whatsapp para comunicarse entre sí, porque de hacerlo, con toda seguridad Trump tiene un enorme monitor en su oficina viendo todo lo que dicen.

— En el año 2017 se hizo en Venezuela un evento llamado ‘Venezuela Digital’ dónde se abordaron innumerables asuntos sobre ciberseguridad. Sin embargo, dos años después Venezuela sufre el mayor ataque de su historia. ¿Qué se debe hacer como país para evitar estos ataques? ¿En qué se ha fallado y qué se ha avanzado?

— Los eventos y conversatorios a veces se centran en los temas álgidos del momento, y Venezuela Digital se centró mucho en el tema de moda: las redes sociales y el ‘big data’. Mientras tanto, un tema que no está de moda, que a nadie le gusta tocar, es el de la independencia tecnológica. En el 2004, el Presidente Chávez firmó un decreto para que las plataformas tecnológicas del país sean migradas a tecnologías libres: esto significa que cada máquina, aparato o computadora que usemos, debemos tener la capacidad de que nuestros técnicos estudien y entiendan cómo funciona cada uno de sus componentes, desde el más grande hasta el más pequeñito; de poder modificar hasta lo más mínimo del funcionamiento de todos esos componentes, y de poder construir máquinas similares y explicar a otros cómo funcionan. Teniendo esa capacidad, reducimos la posibilidad de que se vulnere, espíe o sabotee el software SCADA que se usa en los centros de control de la industria petrolera o eléctrica. Hoy no podemos saberlo porque estas aplicaciones son una especie de ‘caja negra’ instalada por las grandes corporaciones, que jamás nos van a entregar su código fuente. 

— ¿Cómo evalúa la gestión del Ministerio de Ciencia y Tecnología? ¿Qué siente que falta por hacer para avanzar en el desarrollo tecnológico del país? ¿No podría ser esta una opción al modelo de dependencia petrolera?

— Lo ocurrido el 7 de marzo (el apagón en Venezuela, atribuido a un ciberataque extranjero) es un nuevo recordatorio de la importancia de que nuestro país vaya hacia la verdadera soberanía tecnológica: la capacidad no sólo de ser usuarios de maquinarias grandes y complejas que compramos a otros países, sino de comprender plenamente cómo funciona hasta la más mínima de sus partes, de poder repararla, mejorarla o reconstruirla si quisiéramos y hasta de poder fabricarlas y enseñarle a otros cómo hacerlo. Suena utópico y lejano porque nos enseñaron que nosotros no podíamos, nos convencieron de que somos brutos, flojos y torpes. Y yo creo que uno de los logros más grandes de Hugo Chávez, es que él nos devolvió esa autoestima que nos robaron.

Sin embargo, que hayamos pasado por el paro petrolero de 2002-2003, en el que también sufrimos ataques externos en el corazón de empresa estatal PDVSA, y no hayamos entendido la lección, es para meditarlo mucho. Esta es una nueva oportunidad de entender que tenemos que tomarnos muy en serio las tecnologías. Tenemos que transformar las plataformas y los centros de control de nuestras empresas estatales a tecnologías libres, así tardemos años. Debemos buscar a nuestros mejores científicos y técnicos y decirles: «miren panas, tenemos que hacer estos PLC, estos SCADA y estas piezas de software y hardware, tenemos que entender muy bien cómo funcionan y tenemos que reconstruirlas desde cero de forma tal que nunca más tengamos que llamar ni depender de las empresas que las fabricaron». Si es algo que va a tardar 10 años, bueno, habrá que pelear con los políticos para que sean pacientes. Si nos tienen que ayudar los chinos, cubanos y rusos, que lo hagan pero entendiendo que queremos ser soberanos, que queremos entender cómo funciona todo sin depender de nadie.

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