[PLAN PUEBLO A PUEBLO] Cosechando 202 jornadas de victorias se consolida el Poder Popular

Por: Pablo Giménez

Al completar éste sábado 5 de octubre con la meta de 202  jornadas de producción, distribución y consumo de alimentos bajo la metodología de trabajo del Plan Pueblo a Pueblo, creemos necesario hacer varias consideraciones y reconocimientos al colectivo de personas que con su trabajo hacen posible esta iniciativa. En primer lugar que el hito recientemente alcanzado de 200 jornadas de distribución coincidió con el premio internacional otorgado por la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria justamente en distinción por los esfuerzos realizados en esta materia. Un segundo elemento a destacar y no menos importante es precisamente el contexto bajo el cual se alcanzó, situación que de por si le agrega mayor relevancia e importancia, pues se trata de una práctica agroalimentaria que no sólo desafía paradigmas establecidos en el campo de la producción de alimentos, sino que además le sumamos las condiciones económicas de guerra realmente adversas por las que atraviesa el país y en particular la totalidad del pueblo trabajador con motivo de la crisis económica, las sanciones y el bloqueo financiero y comercial impulsado por la administración Trump, circunstancias que hacen de la iniciativa Pueblo a Pueblo un verdadero acto heroico o por lo menos una acción fuera de toda lógica y racionalidad económica. Sin embargo, esto sólo puede entenderse gracias a esa mezcla de persistencia, irreverencia y audacia que hoy en día se siguen manifestando como parte esencial del carácter de las y los venezolanos, pues estuvieron presentes como acciones épicas a lo largo de toda nuestra historia. Por ahí dicen que las crisis son oportunidades que empujan a los pueblos a encontrar las  condiciones de superación para esas mismas crisis, o en todo caso permiten el hallazgo de las posibles soluciones a los conflictos que se enfrentan en lo inmediato. Lo que queremos decir es que los pueblos no se suicidan ni claudican en sus luchas, al contrario crean nuevas condiciones de superación o como dice aquella consigna popular que se hizo grito rebelde desde los inicios de la revolución bolivariana: “Sólo el pueblo salva al pueblo.”

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Una vez dicho lo anterior, es necesario hacer el balance cualitativo y cuantitativo de los logros alcanzados hasta la fecha y de las perspectivas del plan, sin perder de vista de que quizás se trata de la mayor experiencia autogestionaria de alcance nacional e integración socio productiva, que aún produce y resiste en pie de lucha manteniendo coherencia con los principios impulsados en el marco de la revolución bolivariana como parte de la construcción de otra economía desde abajo con el empoderamiento popular que según nuestro modelo debe servir de base para el proyecto socialista en el siglo XXI. 

Pueblo a Pueblo es entonces un Plan, sistema productivo y circuito económico que agrupa e integra diversas organizaciones del poder popular, movimientos sociales y experiencias de la economía asociativa, que se relacionan de forma directa y sin intermediarios, teniendo como eje orientador la producción, la soberanía alimentaria y la democratización de los canales de distribución de alimentos, con una práctica revolucionaria y socialista. Para el  logro de estos fines, fue fundamental la organización social de la producción a través del método de doble participación donde productores y consumidores se reúnen en asambleas para definir sus prioridades económicas y se encuentran en las jornadas que ocurren todas las semanas configurando así una excepcional experiencia de cooperación entre el campo y la ciudad, de donde resultan precios transparentes, derivados de estructuras de costos reales según las condiciones económicas de la semana a considerar. Desde el 16 de mayo de 2015 hasta nuestros días vienen ocurriendo de forma ininterrumpida los consumos o jornadas de distribución, gracias a la iniciativa de un grupo de compañeros que una vez cumplidas las tareas en varias instituciones de la administración pública optaron por sembrarse en el campo para acompañar a la gente que produce con el objetivo inicial de romper la influencia de los intermediarios sobre las cadenas de distribución de hortalizas y sus consecuencias especulativas. Con el tiempo estos primeros propósitos se fueron transformando hasta que Pueblo a Pueblo se convirtió en una plataforma muy amplia de organizaciones y movimientos sociales que se encuentran a partir del hecho productivo teniendo como eje central del programa político enfrentar esta difícil coyuntura por la que atraviesa todo nuestro pueblo,  situación que nos obliga entonces a juntarnos y encontrarnos en el proceso de la producción bajo una segunda consigna de lucha que dice:  “los alimentos no son mercancía, sino un derecho humano.”  En este sistema de intercambio nadie subsidia ni engaña a nadie, es un modelo de cooperación donde la escalera de doble participación, las estructuras de costos y los precios transparentes, en el sentido que son conocidos por las partes, permiten que cada quien reciba la justa remuneración por su trabajo y contribución al esquema así como los alimentos necesarios para garantizar la vida.

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Esta enorme esfuerzo en pro de la soberanía alimentaria de nuestro país se consolida desde los andes venezolanos teniendo como epicentro principal de la producción al municipio Carache del Estado Trujillo, de donde se extiende una tejido de articulación con otros territorios a través de los andes venezolanos y el occidente del país constituyendo así la Ruta Algimiro Gabaldón, denominada de esta forma en homenaje al guerrillero venezolano que hizo historia por esos territorios, en dichas montañas se asientan las redes de productores libres asociados (REPLAS), instancias de la agricultura familiar y campesina, que articulan sus saberes y fuerza de trabajo para hacer posible la producción de hortalizas que luego son enviadas a las jornadas de distribución y consumo en las más diversas comunidades de los principales centros urbanos del país. Esta forma de organización para la producción también incorpora dentro de su tejido productivo a los estados Mérida, Portuguesa, Yaracuy, Lara y recientemente buscamos avanzar en Miranda, dando como resultado una canasta de 30 rubros entre hortalizas, tubérculos y frutas, los cuales se producen básicamente en unas 100 hectáreas del municipio Carache (equivalentes a 1 kilómetro cuadrado), en las que trabajan 140 familias productoras, en promedio distribuidas en 500 metros cuadrados por cada una de las familias productoras aproximadamente, esto se traduce semanalmente en la alimentación de unas 2.500 familias beneficiarias de las jornadas o consumos semanales a través de 1.082 puntos de abastecimiento comunal, acumulando ya hasta la fecha unos 300.000 mil despachos o atenciones a las familias en estos últimos cuatro años que a su vez auto gestionan sus propios consumos en conjunto con las comunidades donde hacen vida logrando ya la meta de 2.000.000 de kilogramos de alimentos producidos y distribuidos bajo este método de trabajo.

Estos indicadores rompen varios esquemas conocidos hasta ahora en lo que se refiere a la agricultura familiar y campesina, y también otro que hoy se maneja en la opinión pública según el cual en Venezuela no se produce, o que la forma de la agricultura campesina y familiar no tiene la capacidad de producir, etc. Sea como sea, estos números rompen paradigmas y muestran las potencialidades de un sector que si contara con el apoyo, financiamiento y acompañamiento necesario en un esquema de riesgos compartidos y proximidad con el productor podría aportar muchísimo más de lo que se cree al desarrollo nacional, y más en éste contexto de sanciones y crisis económica.

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El control del ciclo productivo desde la semilla hasta el consumo viene arrojando frutos importantes, en primer lugar la alianza con nuestra organización hermana Productores Integrales del Páramo (PROINPA) permitió el desarrollo de núcleos de semilleristas de variedades de papa en los territorios Pueblo a Pueblo, así como también la aplicación del Plan papa para la vida y no para el capital que a su vez dinamiza la actividad económica en Mucuchies y reactiva la Empresa de Propiedad Social de Apartaderos que administra los galpones de almacenamiento de papa en esa zona del estado Mérida, y al mismo tiempo permite la reactivación de la fábrica de sacos de sisal fibrovensa. En segundo lugar mediante la planificación de cultivos escalonados a partir del consumo se logró influenciar en los patrones de consumo atacando las estructuras logísticas y especulativas de distribución y consumo y por tanto de los monopolios y oligopolios que se concentran en el sector alimentos bajo una competencia simulada. Estableciendo una banda de precios se logró romper la lógica de los mercados mayoristas (Inmerca y Mercabar entre otros), que se llevan por precios especulativos  creando una mayor capacidad adquisitiva relativa de los consumidores que hacen parte de las comunidades que participan el Plan por el lado del consumo. No es simplemente un Plan para la venta de alimentos a precios por debajo del mercado, tampoco es una modalidad de alimentos delivery, nos encontramos entonces ante una nueva forma de relacionarnos, la del socialismo autogestionario, que plantea la confrontación directa de la planificación económica del pueblo organizado contra las relaciones capitalistas de producción. 

Finalmente, al cumplir más de 200 jornadas o consumos de distribución de alimentos desde Pueblo a Pueblo nos planteamos varios retos y perspectivas, entre ellos el diseño de una estructura financiera que le de sustentabilidad de largo plazo y amplíe sus capacidades, así como sostener los incrementos de la producción a pesar de las adversidades y de ampliar y mantener el consumo.

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